Los números no son la mejor herramienta para interpretar un legado artístico, pero en algunos casos pueden expresar en forma contundente ciertas intenciones meridianas. Solo a partir del 2000, Pedro Aznar editó 22 discos solistas. Ninguno responde a modas o tendencias, todos reflejan un tenaz compromiso con su obra y ofrecen búsquedas artísticas de lo más diversas. En ese tiempo también lanzó libros de poesía, de fotografía, remasterizó clásicos de Serú Girán y, ante todo, jamás descuidó a sus gatos. Corrían los primeros meses de 2020 y el cantante, compositor y multinstrumentista se disponía a ultimar los detalles para llevar a los escenarios sus últimos dos lanzamientos: Utopía (junto a Ramiro Gallo) y Abrazo de hermanos (con Manuel García). Pero lo que comenzó como un extraño y lejano virus descubierto en Wuhan (China) se desplegó por todo el mundo, adquirió dimensión de pandemia y paralizó casi toda actividad humana.
Aznar se recluyó en su casa como casi todos, canceló giras y ensayos, pero nunca se detuvo. Fue uno de los músicos locales que más shows en vivo hizo por Instagram, compuso temas nuevos, editó el disco Flor y raíz (2021) y grabó un álbum doble que planea sacar antes de fin de año. En estos meses concretó una febril vuelta a los escenarios que ya incluyó 14 shows en el interior del país y este viernes llegará, ni más ni menos, al Hipódromo de Palermo.
“La pandemia me obligó a tomarme al menos un año sabático de los escenarios. No me gustó, no era algo que había planeado o necesitaba. Pero no había otra alternativa. Opté por no bajar los brazos: compuse, grabé, escribí… Fue un periodo muy productivo desde lo artístico. Desde lo personal fue diferente. Calculo que le pasará a mucha gente, pero miro para atrás desde este período casi pospandémico y me doy cuenta de que vivimos algo terrible, en el mejor de los casos una etapa de mucha soledad. Requirió de mucha resiliencia para transitarlo y salir a flote. Aunque tengo la convicción de que nunca seremos iguales a antes de la llegada del virus”, reflexiona el músico.
–¿En qué sentís que cambiaste más?
–Creo que la pandemia dejó muy claro cuáles son las prioridades y qué es verdaderamente fundamental en la vida. El contacto humano es irremplazable. Y también dejó al descubierto nuestra vulnerabilidad como seres vivos. Unas cuantas cosas que algunos creían infalibles definitivamente no lo son. La vida es muy frágil como para no disfrutar cada momento. El equilibrio del planeta es muy delicado por culpa de los seres humanos. Todos deberíamos cambiar nuestras prioridades, sobre todo los más poderosos. Creo que la pandemia confirmó que la humanidad es capaz de hacer cosas maravillosas, pero también de poner en peligro a todo el planeta.
Aznar se presentará junto a su grupo este viernes en el Hipódromo de Palermo, en el marco del Festival Únicos. “Venimos de hacer una gira muy intensa por el interior del país –puntualiza–. Fueron 14 shows en Buenos Aires, Río Negro, La Pampa y Neuquén, y no pude disfrutarlos más. Vivo este año como el de los reencuentros y la celebración”. El show de Aznar de este viernes incluirá un repaso por los momentos más determinantes de su carrera, una breve presentación de Flor y raíz y hasta algún adelanto del álbum doble que planea lanzar antes de fin de año. Aznar tocará solo, con su grupo y también acompañado por la Orquesta Sinfónica Única de Buenos Aires. En el primer turno se presentará David Lebón, lo que alimenta las especulaciones sobre un reencuentro sobre el escenario entre los dos ex Serú Girán.
–Flor y raíz es un disco singular por muchos motivos.
–Sí. Por un lado incluye un repertorio de folklore latinoamericano que me gusta mucho. Pero creo que también adquiere una dimensión extra por cómo fue grabado. Lo registramos en la Usina del Arte, mientras la pandemia aún era fuerte. El público pudo ver el show por streaming, pero la sala estaba vacía y el silencio, por decirlo de alguna manera, era atronador. Esa doble dimensión lo hace muy especial.
–Ese silencio se lleva muy bien con las canciones, funciona casi como acento de emociones.
–Totalmente. Fue muy emotivo. Era sobrecogedor porque ese silencio era también una presencia. En temas como “La llorona” se hace particularmente dramático, por ejemplo. Creo que el disco también funciona como una postal de la pandemia.
–¿Qué nos podés adelantar del disco que planeás editar antes de fin de año?
–No debería adelantar nada de nada (risas). Pero… Va a ser un disco doble, en este tiempo de encierro compuse y grabé mucho. Va a ser más en la dirección de discos como Contraluz (2016) o Ahora (2012), por ejemplo, que no están dedicados a un género en particular, sino que tienen de todo un poco. Creo que va a incluir un par de cosas que van a generar sorpresa. Abordajes de géneros a los que nunca me había animado. Pero no puedo decir más, sepan disculpar (risas).
Fragilidad y eternidad
Aznar cultiva un espíritu renacentista. No solo es cantante, guitarrista, bajista, tecladista, compositor, productor, ingeniero y mucho más. Escribe poesía, cuentos y es un muy buen fotógrafo. Pero sus áreas de interés van incluso más allá. En 2016, durante una entrevista con Tiempo, compartió su pasión por la ciencia y reveló que realizó un curso de Tecnologías Exponenciales que la NASA da en la Singularity University de San Francisco (EE UU). En esa entrevista se refería a un “salto cuántico en nuestra evolución” impulsado por la inteligencia artificial, la nanotecnología y otras disciplinas. Ese salto permitiría que los humanos alcancen una híper longevidad que algunos comparan con la vida eterna. Ya por entonces Aznar advertía que conquistada y difundida esa tecnología, el problema sería el “criterio ético” con el que se la manejará.
–Sí, claro, me acuerdo. Y ahora resulta que no solo no vamos a ser inmortales, sino que llegó un virus que nos puede matar a todos en 10 minutos (risas). Creo que esas dos situaciones expresan la paradoja de lo humano en nuestros días. Somos capaces de mandar sondas a otros planetas, sondas que trascendieron los límites del sistema solar, crear inteligencias casi infinitas… Y al mismo tiempo un virus nos puede extinguir o matar millones. Es una paradoja muy grande que también nos devuelve una humildad que algunos parecían haber perdido.
–¿La pandemia demostró que el mundo invertía poco en ciencia, pero también que el poder económico no duda en arriesgar la vida de otros para que no disminuyan las ganancias?
–Eso es el reflejo de la ambición humana, de algunos humanos, y de la falta de empatía. No es una novedad, pero la pandemia lo puso muy en evidencia. Hubo países enteros en los que sus gobiernos no protegieron a su gente y priorizaron a la economía por sobre la vida de las personas. Eso un acto criminal. Pero actos criminales como esos hay desde el momento que se contaminan las aguas para beber, cuando se propicia la megamineria o la explotación petrolera en el océano frente a una costa turística.
–También afloró la estupidez humana más básica, el negacionismo del virus, la quema de barbijos…
–Es difícil de entender. Pero pareciera ser gente que de alguna manera necesita pararse de la vereda de enfrente solo porque sí. Gente que no tiene el hábito de pensar ni de medir consecuencias, que transita la existencia con una brutal falta de rigurosidad para con la vida. Y eso se expresa en diferentes ámbitos. Desde cómo tratan al prójimo hasta cómo votan.
–Últimamente se dice mucho que el rock y/o la cultura rock murió. ¿Sería más exacto decir que perdió centralidad y se está transformando en un nuevo folklore?
–Yo me formé en esa cultura y me hizo muy feliz. Eran tiempos donde todo se podía hacer y se aprendía de todo. La cultura rock incluía cine, teatro, literatura, artes plásticas. Un rockero debía tener una visión del mundo y ser difusor cultural. Por eso trato también de tirar data en mi música. Ojo con (Carl) Jung, ojo con Walt Whitman, ojo con (Jorge Luis) Borges. Creo más en las recomendaciones de los artistas y los amigos que la de los algoritmos. Mientras tanto, el rock muta y alimenta otras músicas. Eso está bien. Después están los gustos de cada uno.
–Tenés una obra muy rica y prolífica. ¿Trabajás pensando en un legado?
–(Se toma su tiempo) Sí, honestamente sí. Creo en el gesto amplio de una carrera, en la obra de un artista. Cada disco es importante y cuido y trabajo cada detalle, pero a su vez hay un peso general de la obra. Soy consciente de eso. Por eso tomo cada cosa que hago con mucha seriedad. No usaría mi tiempo para hacer algo que considerara intranscendente. He hecho cosas que consideré apenas divertidas y punto porque tenía ganas en ese momento. Pero no tomaría en sorna el tiempo creativo. Lo tomo con gran responsabilidad porque me apasiona y porque sé que para algunas personas es muy importante. Me parece importante decir lo que mejor tengo para decir. Creo en trabajar cada canción como si fuera la última y dejar una obra. «
Pedro Aznar en vivo
Este viernes a las 22 en el Hipódromo de Palermo, Av. del Libertador 4101, en el marco del Festival Únicos. David Lebón tocará a las 20.
Serú Girán y el reencuentro con un álbum familiar
A fines del año pasado se lanzó una reedición en vinilo de Serú Girán (1978), el primer álbum de la mítica banda conformada por Charly García, David Lebón, Pero Aznar y Oscar Moro.
Aznar se encargó de la remasterización y los resultados finales son notables: “Fue como abrir un álbum de fotos familiares. Reencontrarme con momentos hermosos, sorprenderme… Fueron todos recuerdos muy lindos y emotivos. Para mí todo el proceso fue conmovedor. Yo me ofrecí a hacer el laburo y te diría que casi lo puse como condición para que la reedición se concretara. Así que decididamente el balance no puede ser más positivo.
–¿En algún momento te preocupó que Serú Girán tape tu carrera solista?
–No, no. Porque sé que cada cosa va en su lugar. No soy una persona que mire mucho el pasado. La remasterización fue algo que disfruté muchísimo porque esas canciones son parte de mi vida y me sacudieron hasta como fan de la música. Así que no puedo estar más agradecido. Creo que el esfuerzo y las nuevas tecnologías nos permitieron hacerle más justicia a la idea original del disco.
Forn, el té y los valores
En el desarrollo de la larga charla con Tiempo, Aznar mencionará a diversos artistas con los que posee una relación de admiración y/o amistad. De The Beatles a Ramiro Gallo, pasando por el escritor y periodista Juan Forn.
“Una semana antes de que muera tuve una charla muy profunda con Juan. Me dijo algo que me perturbó: ‘Siento que la búsqueda de mi generación ha sido abandonada. Quedó vieja. Ya no importa perseguir la excelencia y dejar un legado. Me siento un poco huérfano’. Me lo comentó mientras tomábamos el té y lo noté muy triste por eso. Intenté convencerlo de lo contrario, pero no tuve ni un poco de suerte”, recuerda Aznar.
–¿Alguna vez dudaste sobre ese tema?
–No. Sigo actuando por convicción y trato de hacer lo mejor posible en cada cosa que emprendo. Pero a veces…
–¿A veces qué?
–A veces, después de esa charla que tuve con Juan, me pregunto si no seré un poco ingenuo.
–¿Y a qué respuesta llegás?
–A ninguna. Pero por las dudas sigo dejando todo.