“En una situación donde no puedo salir de gira, no puedo tener esa experiencia ritual que es llevar la música a un escenario, me pareció que lo más honesto era huir de la idea del streaming y agarrar todos estos deseos y todos estos interrogantes y hacer una pieza a partir, justamente, de esta carencia”. Paula Maffía define así Placer, la pieza audiovisual de 50 minutos que creó junto con Emiliano Romero para dar forma a un concierto que también es una película, y se podrá ver este miércoles.
Una respuesta que intenta salir de “esa especie de fantasía, medio manotazo de ahogado, que consistía en, sin mediar ni un pensamiento, trasladar la idea de un vivo a un streaming, como si fuera trasladable”. Así es que buscó/convocó a Romero, a quien además de un montón de afecto, la liga la noción de “el arte como ingeniería”.
“Lo que tiene de espectacular el arte es salir de un pensamiento lógico inductivo –explica –. Permite la filtración de símbolos que no son parte de la razón cotidiana. Me parece que la música se industrializó, todo tiende a industrializarse y no estoy ni a favor ni en contra de eso; obviamente, mi postura es tener más libertad de juego y no tener que estar asistiendo a una lógica carnicera, competitiva; eso me desalienta mucho. Pero la música dentro de la industria tiende a la espectacularización, y eso la lleva a tener que cumplir ciertos estándares de belleza y de contundencia que la alejan un poco de esa virtud disruptiva que sí sostiene el arte en los márgenes. El arte es más indómito y por lo tanto es más ingenioso en esos lugares, lo cual no quita que el arte espectacularizado también tiene un tratamiento en la ingeniería que se apoya más en la sorpresa de un orden, un orden más fenomenal que requiere mucho más dinero”.
Un dinero que no hay luego de casi un año sin presentaciones, pero que no limitó el deseo de Maffía de ofrecer algo diferente. Al menos no del todo. Romero también es un compañero ideal para crear en lo que define como “una economía de guerra”, que se financió con los ahorros de la propia compositora. “Puse mi ahorro para que pudiera circular entre la gente que quiero, que admiro, porque me parece que eso es algo grave que está pasando: en la música no hay dinero rodando”.
El falso vivo que el público podrá disfrutar está filmado a “muchísimas cámaras” con el foco puesto en el relato visual. “Me permito jugar: lo único que hice en la cuarentena fue aprender a jugar”, asegura. “No pude trabajar, no pude continuar con mis expectativas de nada, se abrió una grieta y caí, y en el lugar que caí, dije: ‘Bueno, estoy acá, estoy conmigo y tengo mucho tiempo por delante, ¿qué voy a hacer?; no sé, pero me acuerdo lo que hacía de chiquita’. Y fui ahí”.
Ahí es una galaxia lúdica, por definirlo de alguna manera. “Recuperé una entrega lúdica al arte en la que no trabajaba desde la adolescencia, cuando me empecé a especificar en la música y dejé de lado el dibujo, la poesía, el cuerpo, el cuerpo integralmente. Ahora volví a habitar una presencia artística más amplia. No obstante, Placer es un concierto donde toco todo un repertorio, pero el relato está puesto en otro lado. Lo interesante es que pueda seguir brindando un concierto y lo que hay que rescatar es ese pacto que pasa con lo escénico, donde la persona que está mirando el show está editando en tiempo real lo que está viendo: se detienen en un pensamiento, enfoca más un detalle, más otro; hace su propia dirección dentro de su mente. Esto busca un poco narrar esa lógica».
–¿Es posible ese lugar sin estar en vivo?
–No, de ninguna manera. Es irremplazable el vivo. Y es fundamental y necesario. Todos estos son ejercicios de mímica. Lo tomé como una posibilidad para inventar un dispositivo ocasional que todavía no está entrenado, así que vamos a ver cómo funciona. Pero de ninguna manera creo que esto se compare a la experiencia ritual, la comunión que es estar ahí compartiendo con gente en vivo, porque es una retroalimentación lo que ocurre ahí. Y es imposible generar un feedback si no hay interacción.
La palabra de Maffía –su sintaxis, su original articulación de términos que convierte en relevante lo que a otros escapa– permite escuchar cosas que antes se desoyeron: “Indistintamente de que nos dediquemos o no al arte, más allá de la clase y la economía, todos los días al salir de nuestras casas tomamos esa forma de vida que llamamos cotidianeidad o realidad; nos exponemos a un montón de factores que de pronto se suspendieron. Al salir de casa a comprar piedritas para mi gato, al cruzar el umbral de la puerta y de la otredad, me exponía a aventuras, imponderables, a un montón de cosas que son parte de una vida: la vida también es un poco supervivencia. Y la vida pasó hacer un ejercicio de mantenerse a resguardo. Por supuesto, estaba maravillada con que no hubiera ruido, tránsito, gente en las calles. Pero de pronto me di cuenta de que yo cosecho frutos de toda esa experiencia colectiva, y eso me lleva a desarrollar mi vida”. «
¿Cuándo?
Placer. Un concierto de Paula Maffía. Miércoles 25 de noviembre a las 22.