Kramer vs. Kramer

Si bien ya tenía dos actuaciones en renombradas películas como El francotirador y Manhattan, es en este film donde se puede ver a Meryl Streep en toda su destreza actoral, la cual, además, fue el inicio del cambio de paradigma de Hollywood acerca de qué se entendía por buen cine. Luego de una década en la que se premió a El Padrino y Taxi Driver, por nombrar sólo dos, el Oscar a la mejor película se lo llevó este film, en el que Streep interpreta a la esposa del ejecutivo publicitario Ted Kramer (Dustin Hoffman), a quien le pide el divorcio el mismo día en el que él consigue la mejor cuenta de la agencia en la que trabaja. El detalle es que ella no sólo lo deja a él, sino al pequeño hijo de ambos. Todo un mensaje neoconservador luego de más de una década de logros feministas. Tampoco es un dato menor que el rol con el que la actriz se ganó un lugar entre los y las grandes de la industria, sea el de una ex esposa que, cuando la relación padre e hijo empieza a mejorar, vuelve para pedir la custodia del niño y dejar al progenitor con apenas derecho a visitas. Vale acotar que Hoffman recibió su Oscar como mejor actor y Meryl Streep, el suyo como mejor actriz de reparto.   

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La decisión de Sophie

Meryl Streep se hace fuerte en los personajes de época. Luego de mostrar una sensualidad desconocida en La amante del teniente francés (1981), erotizando a la audiencia junto a Jeremy Irons, aquí vuelve a hacer de una mujer muy seductora. En un verano de fines de los años 40, un joven aspirante a escritor de nombre Stingo (Peter McNicol), llega a Nueva York con la intención de escribir una novela. Instalado en una pensión de Brooklyn, su tranquilidad se ve turbada por las discusiones del matrimonio que vive arriba de su cuarto, conformada por una bella emigrante polaca y católica, Sophie Zawistowska (Meryl Streep) y un científico judío de nombre Nathan Landau (Kevin Kline). El triángulo no tarda en generarse, develando, además, el pasado de Sophie como sobreviviente de Auschwitz.

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La muerte le sienta bien

Primer film en el que Meryl puede mostrar todos sus dotes de comediante. En una desopilante y por momentos escabrosa comedia, la película pone en juego de manera crítica la popularización de la tendencia que a fines de los 80 había empezado a ganar muchos adeptos entre los sectores más pudientes: la cirugía estética. Madeline Ashton (Streep) es una prestigiosa actriz cuya fama empieza a declinar por la edad. Casada con Ernest (Bruce Willis), un maquillador de cadáveres que le “robó” a Helen Sharp (Goldie Hawn), una antigua compañera de colegio, ahora se ve nuevamente amenazada por su antigua amiga. Una dieta feroz para ponerse guapa y recuperar a Ernest no le alcanza, así que contacta a la bruja Lisle von Rhuman para que le dé la pócima de la eterna juventud. Un disparate muy divertido con tres comediantes de lujo.
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Los puentes de Madison

Esta película está en el pináculo de los trabajos de la actriz que ganó más Oscars. De la mano del gran Clint Eastwood, tanto en la dirección como en la actuación, este melodrama cuenta la historia de Francesca Johnson, un ama de casa que vive su apacible pero anodina vida con familiar en una granja del Medio Oeste norteamericano. Hasta que llega Robert Kincaid, un veterano fotógrafo de la revista National Geographic cuya tarea será fotografiar los viejos y bellos puentes del condado de Madison. Ese encuentro da inicio a una pasión amorosa a la que la gran intérprete, con la inigualable ayuda de Eastwood, se entrega suelta y fresca, desprendiéndose de todo estereotipo aprendido (y todo deber ser de manual), para ofrecer una actuación descomunal.
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El diablo viste a la moda

Meryl Streep vuelve a la comedia con su increíble interpretación de Miranda Priestly, alter ego de la célebre y excéntrica Anne Wintour, editora de la revista Vogue. Basada en la novela de Lauren Weisberger El diablo viste de Prada, aquí la famosa publicación de la moda internacional se llama Runaway y hacia allí se dirigirá Andy Sachs (Anne Hathaway), una periodista recién recibida. ¿El trabajo que le ofrecen? Ser la asistente de la malísima pero hiper chic Priestly. Tremendo desafío para una joven de provincias que llega a la gran ciudad con muchos sueños y… ropa de oficina. Entre el destrato de la cínica (pero brillante) Miranda, y las burlas por su desconocimiento total del mundo fashion de sus compañeras, Andy logrará ganarse un lugar, no sin antes pasar por distintos retos de iniciación. Aunque el fin sea el mero divertimento, Meryl Streep logró hacer de su personaje uno de los más logrados e inolvidables que le haya tocado en su larga carrera.
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