Son siete temas que, uniendo tango y rock, muestran el talento de su creador. El bandoneonista, guitarrista y compositor argentino radicado en París, Pablo Gignoli lanzó el álbum Después de la tormenta, con la participación del reconocido baterista Fernando Samalea y con letras de Flavio “El Ministro” Reggiani, en su primera colaboración artística luego de su desvinculación de la orquesta Fernández Fierro, en la que compartieron escenario durante ocho años. “Sus letras me identifican. Y tienen una profundidad que es excelente. Por suerte, pude trabajar con gente con la que tenemos algún tipo de conexión, que no es fácil de lograr”, señala Gignoli.
Formado en bandoneón con Néstor Marconi, en guitarra con Walter Malosetti y en composición con Gabriel Senanes, Gignoli tenía guardado unos temas en su computadora, que son un reflejo de la música que más lo influenció en su adolescencia, con figuras centrales como de Luis Alberto Spinetta, los Redondos, Charly García y Fito Páez. Un día Samalea lo visitó en su casa parisina y le dijo de grabar algo juntos, y así nació este disco. “Este es un disco que en realidad es casi un cuadro, algo que se va haciendo de a poco, tuvo varias etapas. Fueron varios ingredientes que fui guardando y cuando Samalea prendió el fuego, dije chau, hagamos un guiso con todo esto. Es toda una fusión natural la que se dio. Es la música con la que me crie, la que heredé y a la que me dedico. Fue toda una aventura muy divertida hacerlo”, recuerda Gignoli, que reconoce que este trabajo es un híbrido, pero para nada forzado.
-¿Cuál es el eje central de este grupo de canciones?
-En otras ocasiones hice discos conceptuales, con mi orquesta de tango moderno que tengo acá en Francia: uno habla de una calle de París donde hay muchas prostitutas y borrachos, el otro habla sobre los almacenes parisinos y la comida, y otro que es de géneros diversos y muy ecléctico. Con Después de la tormenta creo que no había un concepto claro, más allá del lado rockero, pero el eje del disco quizás sea las canciones con letra. Y eso le da un sentido y deja claro que está apuntando hacia el lado popular que me identifica: el tipo de música que me gusta. Es un disco que es un poco lo que fue decantando con los años y tiene una sonoridad particular, que me divirtió hacerla porque es distinto a lo que hago usualmente.
-¿Cómo fue el trabajo con Fernando Samalea?
– Yo lo conozco hace un tiempo de un trabajo que hicimos y pegamos buena onda. Tener la posibilidad de grabar algo con un tipo así fue una alegría y un privilegio. Tiene un toque característico, un sonido que está incorporado en mi ADN, de tanto escucharlo en todo lo que hizo en su carrera. Es súper fácil trabajar con él, es muy profesional y es alguien que aporta ideas. No solamente hace el ritmo que vos le digas. Sino que te propone orquestaciones. De golpe hace un silencio, pero aparecen detalles de la nada que te cambian todo, esos detalles que te das cuenta que los aprendió de su época con Charly García. Es algo muy de él. Tuvo la gran amabilidad de pedirme grabar algo y yo no podía creerlo. Por suerte tenía guardado estos temas que estaban como latentes. Todo fluyó a partir de ahí. Me ayudó a liberarme de algo que quizás nunca hubiese sacado.
-¿Cuál es tu objetivo con estas canciones?
-Yo soy un trabajador de la música. Toco tango, soy de tocar bandoneón, no me dedico tanto a este tipo de música. Pero es una faceta que es parte de mí y esta bueno poder mostrarla. Pero no tengo ninguna expectativa. No tengo un plan o no creo que genere un espacio de laburo diferente al que tengo. Ojala. Pero no se sabe, todo está complejo. Yo las pongo a disposición de la gente, del que le guste y veremos si sale algo. Es algo que está ahí, me gustó hacerlo y listo, no lo veo como una oportunidad de mercado. Eso me da una libertad de hacer lo que quiero, de probar cosas, puedo hacer lo que quiera. Pero no depende de mí ya, es de la gente. No tengo planeado tocar o mostrarlo. Es un misterio, que estaría bueno resolverlo, pero no lo sé aún. Veremos cómo se van dando las cosas: obvio que me gustaría ir a tocarlo a la Argentina, pero yo sé que hay un bardo total. Voy bastante seguido a tocar a Barcelona, no sabes la cantidad de argentinos que hay. Y es un bajón.
-¿Vos en qué año te fuiste? ¿Te costó dejar la Fernández Fierro?
-En 2012 y estaba bien. Me fui por un tema familiar, tenía una hija con una chica francesa, y bueno vine a remarla como todo el mundo pero desde acá. Pero bueno era otro contexto y hoy ves que se van tanto y es una cagada. Yo en su momento tomé la decisión y cerré una etapa, pero con otro sabor. La época de la Fierro, que ya me parece muy lejano, la recuerdo con mucho cariño. Fue una época genial, que me dejó un montón de enseñanzas y aprendizajes, me quedaron buenos amigos y recuerdos.
-¿Es verdad que una vez que entrás en el tango es difícil escapar?
-Sí, una vez que entrás al tango, no lo soltás nunca más. Está en todo lo que hagas. Es que tiene tanta potencia, que se te mete, aparece. El rock nacional también siempre aparece, pero lo tanguero es parte tuya. Está en la lírica, en las melodías, a veces escondido. Se extendió por eso, porque conserva una riqueza melódica que es muy argentina. Pero ojo que el tango ya es un algo internacional, hay gente de todos lados que lo tocan y muy bien. Pero bueno, al ser algo nuestro, tenemos un plus, una facilidad para improvisar y sacar conejos de la galera. A veces eso puede ir para un lado erróneo y hay mucho chanta, pero si sabes aprovecharlo, podes lograr muchas cosas. El tango tiene algo de mágico.
Pablo Gignoli
Después de la tormenta, disponible en plataformas digitales.