La vida de Antoinette Paule Pepin-Fitzpatrick –Nenette- trazó un increíble y surrealista viaje que se inició en una pequeña isla francesa frente a la costa este de Canadá, en la que la mayoría depende de la pesca del bacalao, y que encontró destino final en Cerro Colorado (Córdoba) pasando por París, Villa Ballester, Tucumán y Buenos Aires.
La mujer con la que Atahualpa Yupanqui compartió casi medio siglo nació en la isla de Saint Pierre et Miquelon, un territorio de ultramar francés, ubicado a la altura de Quebec, Canadá, en abril de 1908. A poco de comenzar la Primera Guerra Mundial, la familia (con su padre, Emmanuel, su madre, Henriette, y su hermana Jeanne) se mudó a Francia. La Argentina se mostró en el horizonte de Nenette cuando su hermana, que se había radicado en Buenos Aires integrando una compañía de baile, la invito a viajar junto a su papá, que había enviudado. En 1928, los Pepin se instalaron en Villa Ballester, partido de San Martín, y Nenette continuó con sus estudios de piano en el Conservatorio Nacional.
Excelente concertista, recorrió el país con sus recitales hasta que en uno de ellos, hacia 1942, en Tucumán conoció al guitarrista Atahualpa Yupanqui. “Mamá admiraba el folklore de la Argentina”, reveló alguna vez Roberto Chavero. “Era muy estricta, por su formación y por ser normanda, y sostenía que había que cultivar las formas folclóricas”.
Nenette llegó para poner orden en la vida de Atahualpa. Formaron un equipo en el más amplio de los sentidos y se consultaban permanentemente en sus creaciones. “Un día, cuando yo ya era grande, mamá me confesó que era tal su admiración por el Tata, que decidió renunciar a su propia carrera para apoyarlo ya que ‘es un artista único en el mundo’”, destacó el Kolla.
Nenette y Atahualpa firmaron juntos muchísimos temas famosos: “El arriero” y “Luna tucumana”, por mencionar un par. Pero ella aparecía con el seudónimo Pablo (por uno de sus nombres, Paule) del Cerro (por el Cerro Colorado). “Pensaron que en un ambiente machista, a fines de los ‘40, que el Tata apareciera compartiendo cartel con una francesa y, encima, concubina, no iba ser bien visto. A él siempre le dolió que se dijera ‘Yupanqui canta en criollo y vive en París’, cuando papá nada anhelaba más que cantar y estar en su tierra”, confesaba Roberto Chavero.
Mientras Atahualpa estaba de gira, Nenette se quedaba con su hijo en Cerro Colorado, y cuando pudo acompañarlo en sus viajes, ella, que firmó 65 temas junto a su esposo, prefería esperarlo en el pequeño departamento que alquilaban en París.
Aunque se había enamorado de la Argentina, nunca renunció a su nacionalidad francesa. Tal vez por eso había pedido que sus cenizas fueran arrojadas al mar en la isla en la que nació, en Atlántico Norte. Y así sucedió, después de que el 14 de noviembre de 1990, falleció en Buenos Aires de un paro cardíaco. “Mi tema preferido es ‘Zambita del buen amor’, con música de mamá y letra del Tata, dedicado a Agua Escondida, nuestra casa en Cerro Colorado”, expresaba el Kolla. “Esa que en el estribillo dice: ‘Heridas nos da la vida / Y hay que saberlas curar. / Con las leñitas que voy quemando / se va entibiando mi soledad’”.