El documental de Osvaldo Bayer ya lleva un recorrido por varias universidades y centros culturales, lugares típicos que visitaba el historiador, periodista e investigador dedicado a los derechos humanos. Se presentará de forma libre y gratuita este sábado 2 de noviembre a las 18 en la Biblioteca Popular Julio Cortázar.
“El anarquismo es la teoría más generosa, es la posición política que exige más esfuerzo, resolver todos los problemas en asamblea, discutir todo lo que no se discute, hacerlo desde abajo, esa es la verdadera democracia”, comentaba Osvaldo Bayer en una entrevista realizada por estudiantes. Hasta los últimos momentos de su vida tuvo una dedicación en informar y dar testimonio de las injusticias, abriendo las puertas de su casa, El Tugurio, a quien quisiera escuchar. Hoy Ana Bayer es la que enseña la otra mirada que no abordan los periodistas, mostrando el lado más íntimo del rebelde.
-¿Qué dijo del título?
-Se quedó en silencio un momento. Mientras lo filmaba no le dije que estaba haciendo un documental. La mayoría de veces lo hacía a escondidas y utilizaba otros materiales, así que fue toda una sorpresa. Lo único que me dijo es: “¿Por qué lo de viejo?”, así de coqueto era.
-Existen varios archivos que abordan a tu padre ¿Qué tiene de particular este metraje?
-Desde su concepción hasta su realización, fue todo de manera casera. No tengo experiencia y esta la primera vez que realizo algo así, a pulmón. Recibí ayuda y me encargué del trabajo de edición del material que ambientaba momentos felices, uno no filma momentos tristes. No fue fácil recopilar lo importante, ya que mucho se podía perder con las mudanzas. Quise mostrar cómo era en casa, como era con sus hijos, pareja y las diferentes etapas que atravesó en general.
-¿Cómo viviste la época de exilio?
-Cuando mi padre trabajaba en Clarín, todo era hermoso. Una casa grande, el jardín que tanto adoraba, hasta gallinas. Mi padre y mi madre (Marlies Joos Bayer) no hablaban de política frente a mí y a mis cuatro hermanos. Él, a causa de su trabajo y compromiso, estaba ausente en casa, por eso mismo mamá se volvió fundamental en la educación y sobre todo en fomentarnos la cultura. En el 74 cuando se forma la triple A y Osvaldo comienza a encabezar las listas negras, mi madre decide que era tiempo de irnos del país. Sólo se iban los que tenían la posibilidad. Al tener 15 años no tenía una compresión de lo que pasaba, en ese momento lo mío era la danza. Mi padre por otro lado decide quedarse un año de manera clandestina. Nos escribía siempre que podía.
-¿Cómo miras hoy esa decisión?
-Mamá nos salvó la vida. No sabíamos por cuánto tiempo nos íbamos a ir, pensamos que iba a ser poco. También admiro a mi padre por quedarse en un momento difícil. Mis padres eran gigantes y tenían una relación de compañerismo. Por ejemplo ella era su primera lectora, le corregía todas las notas.
-¿Qué cosas se saben por él?
-Nos dejó un mundo que todavía hay que descubrirlo. Obviamente sus investigaciones son referencia, pero su trabajo se basaba en inspirar a otros. Él se tomó 8 años con un solo tema. Era paciente. Cuando comenzaba a discutir de un tema, se tomaba una pausa y al otro día lo veías hacer una nota al respecto. El anarquismo de mi padre era más bien un “socialismo libertario”, ese sentido de ser libre, siempre. Visibilizó muchas luchas.
-¿Pudo ver tu película?
– Era el caso donde no podía ser paciente. Él estaba muy mal y yo no podía esperar que alguna producción se pusiera a hacerlo. Cuando cumplió 90 pudo ver 15 minutos, pero apenas lo finalizamos los 70 minutos busqué desesperada alguna sala para pasar la proyección. Me dio la oportunidad el Centro Cultural la Cooperación en diciembre del año pasado. Se emocionó y fue un regalo para mí. Se dio media vuelta y sus últimas palabras públicas fueron: “Hay mucho por hacer”.
Se dificulta distribuir el largometraje, por eso Ana Bayer está abierta a las invitaciones y hasta fin de año tiene 14 programadas. Luego de proyectar Mi viejo rebelde en la biblioteca popular Julio Cortázar, ubicado en Miguel Cané 967, Lomas Este, viajará hacia otros rincones de la Argentina.