Para quienes disfrutan mucho del cine, una de las características más angustiantes de un festival es la simultaneidad: la programación incluye tal cantidad películas que la superposición es inevitable, obligando al espectador a elegir incluso entre dos películas que no desea perderse. En ese sentido un encuentro como el de Mar del Plata, con un programa de casi 400 filmes y más de 20 salas proyectando desde las 9 de la mañana hasta la una de la madrugada del día siguiente, durante diez días, puede resultar una deliciosa tortura, en la que todo el tiempo es necesario resignarse a que no siempre puede obtenerse todo lo que se desea.
Mientras en la función de apertura se proyectaba Neruda de Pablo Larraín, casi al mismo tiempo se realizaba la primera pasada del film Operación Avalancha, del director canadiense Matt Johnson. Se trata de un film que vuelve sobre uno de los momentos más álgidos de la Guerra Fría, el de la carrera por la conquista del espacio entre los Estados Unidos y la Unión Soviética durante los años 60. En este caso en particular, para darle una vuelta de tuerca a la vieja teoría conspirativa de que la llegada de los norteamericanos a la Luna sería sólo un montaje realizado por cineastas en un estudio de cine. Dicha idea muy conocida y que hasta incluye la leyenda de que fue el propio Stanley Kubrick el encargado de filmar el falso alunizaje se sostiene en la necesidad de los Estados Unidos de conseguir poner un pie en la superficie lunar para adelantarse a los rusos, quienes les habían propinado un significativo revés al lanzar el Sputnik en 1957, el primer satélite artificial puesto en órbita terrestre. Un golpe de efecto tecnológico y sobre todo político en la pelea por la hegemonía de un mundo bipolarizado por la disputa ideológica entre el capitalismo y el comunismo.
Johnson ya había participado hace unos años de este festival con su ópera prima, The Dirties, una comedia negra con el eje puesto en el tema del bullying y las matanzas escolares perpetradas por los propios alumnos, que es uno de los problemas más angustiantes de la cultura del armamentismo civil en la sociedad norteamericana. En esa ocasión Johnson conseguía hacer humor sobre un tema sensible y delicado con gran inteligencia cinéfila y parodiando trabajos muy serios sobre ese mismo tópico, como la premiada Elefante, de Gus Van Sant. Operación Avalancha está construida sobre una estructura narrativa similar e incluso su progresión dramática parece seguir el mismo patrón que The Dirties, comenzando con un tono de farsa ligera, para volverse cada vez más oscura y con un epílogo agobiante. Esta vez se trata de dos directores de cine a los que la CIA les encomienda infiltrarse en la NASA haciéndose pasar por documentalistas, para tratar de descubrir a un posible espía soviético. En lugar de eso, los protagonistas descubren que la NASA no se encuentra en condiciones técnicas de cumplir con la promesa realizada por el presidente John F. Kennedy en 1962 de llegar a la Luna antes de que la década de 1960 llegue a su fin. A instancias de uno de ellos (interpretado por el propio Johnson), el dúo le propone a la CIA la mejor solución para el problema: falsificar en un estudio de cine la escena en la que los astronautas estadounidenses llegan al satélite y transmitirlo a todo el mundo como si fuera real, solamente para no volver a ser derrotados simbólicamente por los soviéticos. Filmada con un despliegue técnico y un criterio estético impecables, y un timing narrativo y un manejo del suspenso extraordinarios, Operación Avalancha representa un paseo que recorre un arco de emociones cinematográficas muy amplio. Porque si el film comienza como una ligera comedia de enredos que llega a rozar el sinsentido, con el correr del tiempo el delirio humorístico va dando paso a una paranoia cada vez más asfixiante, un thriller político que reproduce con claridad calcográfica el modelo de las viejas películas de espionaje. Y todo sin perder de vista el telón de fondo político e histórico, convirtiéndose además en un cuadro que muestra la evolución de la realidad norteamericana durante la década del 60, yendo del ingenuo espíritu triunfalista de comienzos de la década, hasta llegar a los tonos sombríos, complejos y ambiguos del año 69, cuando la misión Apolo 11 llega por fin a la Luna, mientras la sociedad comienza a entrever el despropósito político y militar de la Guerra de Vietnam, ya con Richard Nixon como presidente. Operación Avalancha es, en resumen, una de esas películas imperdibles que, por desgracia, sólo pueden verse en un Festival como el de Mar del Plata, ya que difícilmente tengan un estreno comercial. Quienes puedan verla, entonces, no lo duden. Los demás no se resignen: a veces los milagros ocurren.
La película se proyecta este sábado a las 15:50 y el domingo a las 21:10, en el cine Ambassador, Córdoba 1673, de Mar del Plata.