El calor da que hablar. Y también, históricamente, dio películas. Algo que los que minimizan las consecuencias que la actividad del hombre sobre el cambio climático suelen aducir para decir que tal efecto no es real y que siempre hubo momentos en los que el clima de la Tierra se descalabró de tal manera que produjo grandes cambios en la evolución. La ciencia no se cansa de, casi a diario, ofrecer estudios que muestran que, a diferencia de lo que hizo la evolución, las actuales catástrofes climáticas tienen origen en la actividad humana. Lo que nadie discute es que el calor altera los ánimos de las personas de manera peculiar. Por lo general, porque las lleva a ver cosas que tal vez no son, sea por exceso de irascibilidad o de atontamiento. Aquí se ofrece un breve listado de cinco films en los que el calor resulta un protagonista más de la trama.
La ventana indiscreta (1954), con: James Stewart, Grace Kelly, Thelma Ritter, Raymond Burr, Judith Evelyn, Wendell Corey
Del maestro Alfred Hitchcock, y según un criterio narrativo que fue escuela, casi dogma, durante buena parte del Siglo XX: el de contar todo desde el punto de vista del protagonista. En ella, el reportero gráfico Jeff -que interpreta James Stewart-, sufre una fractura y debe guardar reposo casi total en medio de una las no tan extrañas olas de calor en Nueva York. Sin celular, series, siquiera generosa oferta televisa, Jeff se pone a mirar por la ventana a sus vecinos. Ve más de lo habitual: el calor lleva a la gente a levantar las persianas de sus departamentos más que de costumbre. Jeff ve lo que no suele ver: por falta de tiempo dedicado a mirar, y porque ahora ve más de lo que tiene memoria haber visto. Y ve un llamativo bulto, con llamativos movimientos del vecino que lo mueve, y escucha llamativos ruidos que asocia con las otras cosas que le llamaron la atención. Un bella joya de cómo se puede decir tanto y ofrecer tantas interpretaciones a partir de una sola mirada. Ya no suelen hacer películas así. El calor que apoltrona es una buena oportunidad para visitarla.
Spike Lee x 2
Haz lo correcto (1989), con: Danny Aiello, Ossie Davis, Ruby Dee, Giancarlo Esposito, Bill Nunn, Spike Lee, John Turturro, John Savage, Samuel L. Jackson, Rosie Pérez, Paul Benjamin, Martin Lawrence.
S.O.S. verano infernal (1999), con: John Leguizamo, Adrien Brody, Mira Sorvino, Jennifer Esposito, Anthony LaPaglia, Ben Gazzara,
El maestro negro tiene una relación bastante singular con el calor. Con una infancia pobre en su Brooklyn natal (Nueva York), al parecer no faltaron en su historia olas de calor que dieron agudeza a su mirada sobre la comunidad negra y las relaciones que estableció con otras comunidades, sea a partir de vínculos individuales o colectivos. En Haz lo correcto, la película que lo consagró, muestra la convivencia entre gente de distintos orígenes –por razones de fuerza mayor mucho antes que por elección– en Bedford Stuyvesant, uno de los barrios más humildes de Brooklyn. Allí hay varias familias negras, bastante menos hispanos, una pareja de comerciantes de la incipiente comunidad vietnamita y una familia italoamericana, dueña de la principal pizzería del barrio. La tensión entre las etnias crece de la mano del aumento de calor; en un punto, las miradas de reproche mutuo parecen prontas a derivar en violencia abierta. Una obra maestra para desgajar la complejidad de la convivencias que combinan pobreza con grupos de diversa procedencia étnica y cultural.
La otra es S.O.S. verano infernal. Allí, ubica su trama en la Nueva York de 1977, en medio de la ola de calor que resultó en el apagón más importante e histórico de la ciudad. En ese verano, Lee encuentra un punto de inflexión que a su vez es de clivaje, entre el Estados Unidos que lo vio nacer y lo crió (el del Estado de Bienestar, pese a la discriminación racial que sufrió su comunidad) y el que se anunciaba aunque pocos lo podían ver: el del neoliberalismo, que tendría en Ronald Reagan su primera y acaso máxima expresión. Otra obra maestra de cómo leer desde el arte, en este caso, un momento histórico crucial.
La ciénaga (2001), con: Mercedes Morán, Graciela Borges, Martín Adjemián, Leonora Balcarce, Diego Baenas, Silvia Baylé, Sofía Bertolotto, Juan Cruz Bordeu, Andrea López, Daniel Valenzuela, Noelia Bravo Herrera, Sebastián Montagna.
En este caso, de una maestra: Lucrecia Martel. Su debut cinematográfico es un oasis. Y no porque empieza en medio del agobiante calor de su Salta natal. Si no porque abre el cine argentino a un ejercicio prácticamente arqueológico para rearmar, en este caso, razones de origen -y perduración de una de las facciones burguesas más rancias de la Argentina: la salteña. El calor que todo parece explicarlo y justificarlo, no es más que la excusa perfecta que la clase dominante de sus pagos encuentra para justificar todos sus abusos, hasta sus tropelías. Imperdible.
Un día de furia (1993), con: Michael Douglas, Robert Duvall, Barbara Hershey, Rachel Ticotin, Lois Smith, Tuesday Weld, Frederic Forrest, Kimberly Scott.
El calor abandona Nueva York y se instala en Los Ángeles. El casi siempre efectivo Joel Schumacher consigue hacer empatizar al espectador con Bill Foster, el personaje de Michael Douglas. En una jornada de agobiante calor (como las que se vivieron en Buenos Aires), ante el colapso del tránsito (hay que “agradecerle” a la crisis desatada por Macri, ya que con bonanza económica la cantidad de autos sería otra), de repente, un ciudadano normal se cansa, sale de su auto y empieza a destruir todo lo que encuentra a su paso. El oficial de policía interpretado por Robert Duvall intentará poner fin a su violencia y agresividad. Si bien la disputa queda en un mano a mano entre ellos dos, el film tiene algunas escenas que ponen evidencia el estado demencial al que llevaron las relaciones sociales un sistema comercial y de producción. Foster es un verdadero anticipo del Bombita que popularizaría Ricardo Darín en Relatos salvajes (2014), el film de Damián Szifrón.