La actriz Isabel «Coca» Sarli murió este martes a las 8.45 en el Hospital de San Isidro donde se encontraba internada desde el 26 de mayo pasado a raíz de la fractura de su cadera, según precisó su hija Isabelita.
La intérprete, de 83 años, a partir de protagonizar filmes como Carne, La leona y La diosa impura, bajo las órdenes del cineasta Armando Bó, se convirtió en un símbolo sexual que agitó a la sociedad argentina desde finales de la mitad del siglo pasado.
Sarli se encontraba internada por una «fractura de cadera izquierda secundario a caída de propia altura, más un cuadro de sepsis (infección) urinaria, que evolucionó con cuadro de shock séptico, requiriendo asistencia respiratoria y soporte hemodinámico», según los últimos partes médicos hechos públicos.
La actriz se retiró del cine a los 45 años con la película La dama regresa, de Jorge Polaco. Sin embargo, en 1998 volvió al teatro con el espectáculo de revista Tetanic.
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Poco afecta a al mundo mediático, una de las últimas apariciones públicas de la estrella fue en abril del año pasado cuando el cineasta estadounidense John Waters, invitado al BAFICI, pidió especialmente conocerla.
Había nacido en la ciudad entrerriana de Concordia el 9 de julio de 1929 y hacia finales de la década del 50 se encaminó a convertirse en emblema del cine dirigido por Armando Bó, con 30 de sus 34 largometrajes.
Desde entonces se convirtió no solamente el icono sexual masculino sino también, por sus marcadas curvas, en estereotipo provocador perseguido por la censura.
El tiempo la habría de convertir en figura de análisis sociológico a consecuencia de las situaciones que vivía en cada ficción de acuerdo a los guiones del mismo Bó, resultaban naive o kitsch y ahora observadas con el tiempo lindantes a la ridiculez.
Comenzó a trabajar como secretaria y luego como modelo, hasta que fue elegida Miss Argentina en 1955, cuando además fue semifinalista del concurso de Miss universo.
Los periodistas Jorge Abel Martín, en su libro Los films de Armando Bó con Isabel Sarli, y Néstor Romano en Isabel Sarli al desnudo, en 1956 conoció al director cinematográfico que la dirigiría en 30 largometrajes que la llevaron a la fama.
Bo, con quien además mantuvo una muy cercana relación durante toda su vida, era productor y coprotagonista de esas películas que convirtieron a la dupla en sinónimo de cine erótico.
Dentro de ese género que el director y productor de cine Rodolfo Kuhn (1934-1987) definiría como de «pornografía ingenua», Sarli comenzó su raid con El trueno entre las hojas (1958) basado en un relato del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos.
La película cuya acción discurre en Paraguay, se convirtió en la primera argentina en incluir un desnudo femenino total, con lo que marcó un hito en la historia de la producción cinematográfica nacional.
Con temática emparentada siguió Sabaleros (1959) y luego India (1960), la iniciadora de las versiones «cortadas» para la Argentina y con mayor «temperatura sexual» en el exterior.
También de 1960 es Y el demonio creó a los hombres, que como al igual que India fue perseguida por los guardianes de la moral pública, cuyas observaciones fueron creciendo hasta que una década más tarde desembocaron en la prohibición de una decena de sus filmes.
Estas películas se convirtieron en éxitos tanto en Argentina como en Paraguay, pero también en Panamá, Rusia, Japón, y Estados Unidos, plazas que nunca antes habían sido alcanzadas por el cine rioplatense.
En 1962, a propuesta de Bó, luego de los éxitos de Favela y La burrerita de Ypacaraí, Sarli se puso a las órdenes de Leopoldo Torre Nilsson como figura de Setenta veces siete, con guión de Ricardo Becher y Beatriz Guido coprotagonizada por el actor español Francisco Rabal.
Luego de esa primera incursión en el cine considerado «serio», Sarli volvió con Bó, con quien hizo otros 24 largometrajes hasta la muerte del director, en 1981.
La actriz reapareció luego en dos películas de Jorge Polaco, La dama regresa (1996) y Arroz con leche (2009).
Su carrera con Bo fue marcada a fuego por las disputas con el Ente de Calificación Cinematográfica creado en 1966, que alcanzó su punto de conflicto más duro durante la gestión del crítico Miguel Paulino Tato, época en la que sobresalieron títulos como Los días calientes, Carne, Desnuda en la arena, Fuego y Fiebre.
Finalmente, ya con 81 años y a las órdenes de Juan José Jusid protagonizó, con Luis Luque y Nicolás Repetto, la que sería su última aparición en cine, el policial Mis días con Gloria (2010), en la que hizo su hola y adiós como actriz su hija adoptiva Isabelita Sarli.
En 1998, a los 69 años, había tenido su primera y única participación teatral, como una de las protagonistas de la revista Tetanic junto a Moria Casán Nito Artaza y Miguel Ángel Cherutti que resultó un éxito de boletería en el teatro Atlas de Mar del Plata.
En 2004, había hecho una participación especial en la telenovela juvenil Floricienta, respaldada por Cris Morena, donde interpretó el personaje de Tota, la madre de Malala (Graciela Stefani).
En 2012 fue declarada como Embajadora de la Cultura Popular Argentina, a través de un decreto presidencial que la consideraba como «una verdadera representante de la cultura nacional tanto por sus dotes de actriz cinematográfica, como por estar considerada un ícono popular de su época y una figura emblemática del cine argentino».
El texto del decreto, añadía que la actriz se destacaba además su generosidad y honestidad, «de lo que ha hecho un culto a lo largo de su trayectoria».
El último trabajo cinematográfico de Beatriz Sarli.