El reconocido cantante, actor y activista por los derechos civiles estadounidense Harry Belafonte, responsable de popularizar el estilo musical caribeño del calipso en el país del norte, falleció esta mañana a raíz de una insuficiencia cardíaca en la ciudad de Nueva York.

Según informó el sitio especializado The Hollywood Reporter, la noticia fue confirmada por su histórico vocero, Ken Sunshine, quien agregó que Harold George Belafonte Jr. -tal su nombre de nacimiento- murió en su casa de Manhattan mientras se encontraba en compañía de su esposa, Pamela.

Nacido en 1927 e hijo de padres jamaiquinos, Belafonte comenzó su carrera en la música en 1949, con una trayectoria que destacó por su capacidad de mezclar géneros como el pop y el jazz con sonidos del Caribe, con una treintena de álbumes publicados y que contó con éxitos como «The Banana Boat Song» y «Jamaica Farewell», ambos pertenecientes al disco «Calypso», que encabezó el ranking de Billboard durante 31 semanas y se transformó en el primer LP en vender un millón de copias en un solo año.

Con el objetivo de ingresar al mundo del entretenimiento, el artista se inscribió en el famoso Actors Studio y en el Taller de Actuación del director y productor teatral alemán Erwin Piscator, donde tuvo como colegas estudiantes a figuras como Tony Curtis, Bea Arthur, Marlon Brando y Sidney Poitier -el primer afroamericano en ganar un Oscar a Mejor actor-, con quien formó una duradera amistad gracias a su compartida lucha por hacerse un lugar en el rubro.



Tras interpretar con aplausos su canción «Recognition» como parte de sus estudios, Belafonte consideró dar un giro e incursionar en el ámbito de la música, consiguiendo un contrato como cantante de standards de jazz en distintos clubes nocturnos neyorquinos que luego devino en la adquisición de un bar propio, donde se inclinó hacia el género folk y aprovechó para combinar sus dotes actorales en cada presentación.

En ese recorrido, bajo el ala del sello RCA desde 1953 -con el que trabajó sostenidamente hasta mediados de los 70-, también lanzó otros hits como «Mama Look at Bubu» y una versión de «Hava Nagila», protagonizó el especial «Tonight with Belafonte», que le valió un Emmy; y grabó dos muy bien recibidos álbumes en vivo en el Carnegie Hall en 1959 y 1960.



De todos modos, nunca abandonó del todo su pasión original por la actuación y a principios de los 50 se introdujo en la pantalla grande con «Un brillante camino» (1953, junto a Dorothy Dandridge), al que le siguieron algunos papeles controversiales para la época que pudo adoptar gracias a su condición de estrella, como el del supuesto amante del personaje de Joan Fontaine en «Island in the Sun» (1957) o el de un ladrón asociado con un compañero racista en «Reto al destino» (1959).

Ya atravesado por la cuestión racial e insatisfecho con los roles que le ofrecían en películas de Hollywood, Belafonte decidió enfocarse en su música, aunque en los 70 volvió a aparecer en largometrajes como «Odio en las praderas» (1972) y «Uptown Saturday Night» (1974) -ambas coprotagonizadas por Poitier- y siguió a lo largo del tiempo con trabajos en «White Man’s Burden» (1995, junto a John Travolta), «Kansas City» (1996, de Robert Altman), «Bobby» (2006) y en la aclamada «El infiltrado del KKKlan» (2018), que sería su último paso por el cine.

Sus preocupaciones por los derechos civiles de sus compatriotas afroamericanos estuvieron presentes tanto en su labor musical como actoral, desde donde impulsó una mayor participación e integración, pero también tuvieron su reflejo en una militancia activa apoyada en su fama para atraer atención sobre el tema y que lo vinculó al sacerdote y activista Martin Luther King.

En ese sentido, Belafonte fue uno de los responsables de convocar a distintas celebridades para la memorable manifestación en Washington D.C. de 1963, en la que King pronunció su histórico discurso «Yo tengo un sueño», en defensa de la paz racial en el Monumento a Lincoln, y más tarde fue parte de la marcha desde Selma hasta Montgomery, en Alabama, donde la comunidad afro pidió por el derecho al voto en rechazo a la represión de las políticas segregacionistas.



Además, el artista fue uno de los principales impulsores -con Michael Jackson, Stevie Wonder, Lionel Richie y Bruce Springsteen- de la organización sin fines de lucro USA for Africa, dedicada a visibilizar y erradicar la hambruna y las enfermedades en ese continente, y más conocida por el sencillo «We Are the World», que Quincy Jones produjo en 1985.

Al aceptar el Premio Humanitario Jean Hersholt que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas estadounidense le otorgó en 2014, quien también estuvo detrás de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y por la liberación de Nelson Mandela aseguró: «Junto a este trofeo, hay otra capa que le da a este viaje esta especie de hermoso final hollywoodense. Ser reconocido por mis pares por mi trabajo por los derechos humanos y civiles y por la paz enmudece poderosamente el trueno del enemigo».