La bailarina inglesa Joan Jara– viuda del cantautor chileno Víctor Jara-, quien dedicó gran parte de su vida a la lucha por los derechos humanos y a la búsqueda de justicia por la desaparición y muerte de su marido, murió ayer en Santiago de Chile a los 96 años, por causas que no fueron reveladas.
«Lamentamos informar que nuestra querida y amada Joan Jara a sus 96 años falleció hoy 12 de noviembre a las 17.30 horas», publicó en redes sociales la Fundación Victor Jara, organización que ella misma había creado en 1990, poco después de regresar a Chile de su exilio en Londres, a causa de la genocida dictadura de Augusto Pinochet.
Nacida en el Reino Unido bajo el nombre de Joan Alison Turner Roberts, la bailarina se había nacionalizado chilena, país al que había llegado en 1954; y había unido su vida a la de Víctor Jara en 1960, luego del fracaso de su primer matrimonio con el bailarín Patricio Bunster.
Joan Jara debió abandonar el país pocos días después del Golpe de Estado de septiembre de 1973 que desalojó del poder al socialista Salvador Allende y dio inicio a una feroz dictadura comandada por PInochet.
Tras el secuestro y asesinato de Víctor Jara, Joan partió a Europa con sus hijas Manuela Bunster, de su primer matrimonio, y Amanda Jara; y recién pudo regresar en los `80, cuando la dictadura iniciaba su retirada. A lo largo de los años, Joan buscó justicia por el asesinato de Víctor y recién a finales de agosto pasado la Corte Suprema condenó a siete exmilitares del Ejército como autores del secuestro y homicidio.
En tanto, en dos semanas más Estados Unidos extraditará al exteniente de Ejército Pedro Barrientos Núñez, procesado por la justicia chilena hace más de una década como autor del asesinato de Jara y del director de prisiones del Gobierno de Salvador Allende, Littré Quiroga.
Autora del libro «Un canto truncado», una biografía de Víctor Jara, Joan también recibió el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile en 2021.
Los restos de la bailarina serán velados desde este mediodía en la Compañía de Danza Espiral, la academia que abrió a mediados de los `80 en el centro de la capital.