Harta de ser la madre que esperan que sea, Elvira decide inventarse un cáncer de mama para que la familia le dé el trato que cree merecer. Sus tres hijos y su marido pasan a darle la atención que le negaban hasta ayer nomás; incluso su jefe, más bien despótico, le dispensa otro trato. Pero el efecto no dura mucho: a poco de disfrutar del dulce sabor de la amabilidad, se descubre que el médico que ella dice que le ha detectado un cáncer, murió hace casi un año.
Así comienza Mytho (o Mitomanía), la serie francesa de seis capítulos de Netflix que despertó cierto debate en relación a la mentira, y en relación al feminismo. Creada por Anne Berest y Fabrice Gobert, escrita por la novelista Anne Berest y protagonizada por Marina Hands, Mathieu Demy, Marie Drion, Jérémy Gillet y Zélie Rixhon, es lo suficientemente sagaz como para no caer en las trampas -propias- a las que la tienta su planteo original.
Es que luego de la decepción que produce en su familia el descubrimiento de la verdad, entra en juego hasta dónde se puede mantener una mentira, al mismo tiempo que cómo ciertas prácticas vedadas a los “ciudadanos comunes”, es legítima para los que se ven sojuzgados por tanto tiempo (en este caso, una mujer, con todo el riesgo que eso conlleva). De hecho la opinión a partir de los avances de las serie o sólo de ver su primer capítulo (ya un hábito en un sector de los fans de series) ha llevado al juicio -y la sentencia- fácil.
Pero la salida del drama para imponer toques de comedia y del absurdo la llevan por otros caminos al esperable, y eso es lo que permite la reflexión acerca de los tópicos que propone en tiempos de mucha fake news y mucho (pero aún no suficiente) feminismo. La segunda temporada -aún no confirmada aunque con fuertes versiones, en especial a partir de artículos que hablan de ella- puede develar hasta dónde Mytho se convertirá en tal en el micromundo serial o quedará como un producto más de relleno.