El mundo del rock, las artes y el periodismo argentino está de luto con la pérdida de una de sus históricas figuras. En la tarde de hoy, la noticia de la muerte de Miguel Grinberg a los 84 años de edad sacudió fuerte, sobre todo porque con su personalidad supo protagonizar los inicios de la música joven a mediados de los años sesenta en la Argentina. Al mismo tiempo, logró erigirse como un genuino militante ecológico en tiempos donde la preocupación por el medio ambiente sencillamente no existía.

Grinberg nació el 18 de agosto de 1937. Era hijo de inmigrantes polacos, y con poco más de veinte años fundó una revista, la hoy mítica Eco Contemporáneo, donde comenzó a debatir la influencia del cine y los medios de comunicación en nuestra vida cotidiana, al punto de ser rápidamente identificado como un militante de la contracultura local.

Fue en esa década, la del sesenta, en que también tomó parte de varias publicaciones, pero fundamentalmente se empeñó en traducir del inglés al español a los autores de la literatura pertenecientes a la beat generation. Esa instancia le permitió conocer a Jack Kerouac o al realizador norteamericano Jonas Mekas, figura clave y central del cine experimental de ese país.

En paralelo, sus escritos y poemas abordaban situaciones de hondo calado existencialista, así como la problemática ecológica que amenazaba al mundo, por ese entonces observado como un tema de poca relevancia pero que hoy representa una patente realidad.

Más allá de sus trabajos periodísticos, Grinberg vivió en los Estados Unidos y conoció los inicios contraculturales que produjo el movimiento hippie, siendo testigo del choque social que significó para la sociedad norteamericana. En Buenos Aires, sus días como activista cultural nunca decayeron, encontrando su punto álgido en la década del sesenta. Por esos años, su espíritu inquieto lo llevó hasta La Cueva, el célebre espacio donde nació el rock argentino, y se codeó con Tanguito, Moris, Litto Nebbia y toda la crema rockera que años más tarde sería observada como la iniciadora de todo una revolución estética, musical y cultural para nuestro país.

Reconocido como uno de los pensadores más representativos de aquella movida, llegó a ser productor de rock en los años y en ese rol, estuvo a cargo de las presentaciones oficiales de Artaud, el célebre álbum que Luis Alberto Spinetta presentó en 1972 en el Teatro Astral. También ofició de guía intelectual para una escena joven que desbordaba genuina energía.

Como referente de esa movida cultural, Miguel Grinberg escribió el libro que más tarde sería considerado el primero en recopilar la historia del rock argentino. Editado en 1977, Cómo vino la mano es un trabajo vital, en el que el autor relató los albores de esas expresiones rockeras vernáculas. El libro fue reeditado en varias ocasiones y también ampliado y actualizado, y aún sirve de fuente para las investigaciones y producciones que se generan sobre el tema.

Grinberg fue un apasionado que puso todos los espacios periodísticos en los que trabajó al servicio del rock. De esa forma, el género encontró nuevos lugares para su difusión en emisoras como Radio Municipal y Radio Nacional. En gráfica replicó ese interés desde las redacciones de diarios y revistas como Canta Rock, Hurra, Rock Superstar y La Opinión. Fue premiado por su labor ecologista y en 2015, declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Recientemente el cine rindió tributo a su figura. Fue en 2020, cuando se estrenó la película Satori Sur, un documental que oficia de retrato íntimo de su actividad como escritor todo terreno y activista contracultural en nuestro país. Con la muerte de Miguel Grinberg el ambiente de la música, el periodismo y la cultura de Buenos Aires pierde a uno de sus más admirados y genuinos impulsores