El estreno en la Argentina de Guasón está presidido de casi todos los elementos que auguran un éxito masivo. Se trata de un personaje conocido y atractivo para múltiples generaciones, y la oportunidad de asomarse a la mutación del extraviado Arthur Fleck en uno de los villanos más insanos e impredecibles de la cultura popular estadounidense. Pero la ansiedad general se multiplicó con hechos poco usuales. La película recibió el León de Oro en el Festival de Venecia –con un jurado presidido por Lucrecia Martel– y se escuchan rumores cada vez más insistentes que auguran que Joaquin Phoenix podría ganar el Oscar a la mejor actuación en la próxima ceremonia de los Oscar. Si a esto le sumamos la polémica que aportaron ciertas voces al señalar que la violencia de la película podría inspirar actos criminales –casi todas provenientes del país donde se pueden comprar armas sin licencias y municiones en los supermercados– el éxito de la película de Todd Phillips parece garantizado. Este jueves Guasón se estrenará en nuestro país y, más allá de los números de boletería, pondrá en consideración una obra inquietante y perturbadora, hija de su tiempo y a la vez resuelta a eludir más de un canon imperante.

La industria del cine vive un momento singular. Desafiada por la comodidad y la gigantesca oferta que ofrecen las plataformas de streaming, Hollywood apuesta casi todas sus fichas a la globalización  más extrema, aquella donde la particularidad se diluye. Los espectadores adultos buscan ser aniñados –o reconectados con su infancia– y los niños y adolescentes empujados al –casi– monoalimento de los superhéroes y archivillanos. Hoy una película que no genere merchandising parece un sueño torpe y extemporáneo. Las lógicas del gran mercado imponen narrativas que incluyan películas, secuelas, remakes, precuelas, spin off y diversas producciones laterales que difuminan y multiplican éxitos. Sí, los grandes tanques tienden a desarrollarse en lógicas seriadas. Guasón es hija de estos tiempos, pero a su vez los elude con su estética setentista, su potente y minuciosa historia, la enorme caracterización psicológica de Phoenix y la ausencia de grandes explosiones y efectos especiales.

Guasón también es el primer protagónico en cine del hipervillano acostumbrado a vivir a la sombra de Batman y a esta altura –en virtud de las múltiples particularidades del personaje– cuesta entender cómo no conquistó ese espacio antes. La película de Phillips –menospreciado por films como Starsky y Hutch y la trilogía ¿Qué pasó ayer?– ofrece la irresistible tentación de asistir a la construcción de un monstruo. Porque el mayor atractivo de la historia es ver cómo Arthur llega a transformarse en el Guasón, más allá de los crímenes que lo definen y proyectarán hasta convertirse en el enemigo número uno de Ciudad Gótica.

La actuación de Heath Ledger en The Dark Knight (2008) había sido brillante y muchos la imaginaron insuperable. Pero mostraba a un Guasón consumado en su rol de villano plenipotenciario y extravagante. Phoenix va construyendo paso a paso, gesto a gesto, carcajada a carcajada, la insignificante vida de Arthur. Las olas de desamparo y maltrato que ahogaron su infancia, la pobreza, las alucinaciones, el bullying laboral y el abandono del Estado. Transmite la fragilidad de Arthur, su frustración, sus nervios alterados, sus lapsos de esperanza que naufragan rápidamente y su violencia atronadora, claro. En su camino sin retorno Arthur arrastrará –sin proponérselo– una revuelta callejera que también habla de una sociedad desigual y cruel.

«Durante toda mi vida no sabía ni siquiera si realmente existía, pero existo. Y la gente está empezando a darse cuenta», confiesa Arthur, poco antes de que se desencadene el clímax que lo transformará definitivamente de oruga a una mariposa deforme y brutal. Esta historia recién comienza. «

GUASÓN

Dirigida y coescrita por Todd Phillips. Elenco: Joaquin Phoenix, Robert De Niro,
Zazie Beetz y Glenn Fleshler, entre otros.
Estreno: 3 de octubre.