Los debates en torno a una supuesta cultura ilustrada frente a la cultura popular son históricos en el campo de la crítica artística. Aunque ciertas corrientes de pensamiento conservadoras continúan alimentando esa brecha simbólica, afortunadamente, vivimos un tiempo en el que para muchos productores culturales esa discusión no sólo quedó sepultada en el pasado, sino que la consideran inconducente. La legitimidad que han obtenido ciertos lenguajes -primero- y géneros -después- en círculos conservadores, ha sido puesta en discusión y crisis por los movimientos artísticos disruptivos, vanguardistas. Y, probablemente, el vínculo entre la música clásica y el rock sea uno de lo que mejor demuestran dicho proceso.
Cuando la psicodelia dejó paso a la progresiva, el camino se estaba allanando para el surgimiento, popularización e inevitable caída del rock sinfónico, un género que se autoproclamó como la síntesis ideal entre la denominada “alta cultura” y el gusto de las mayorías. Sin embargo, y más allá de grandes grupos del género, lo que ha permanecido de forma más vívida en el inconsciente colectivo fueron aquellas experiencias de bandas de rock que podían encargarse por sí solas de brindar espectáculos memorables pero que, a su vez, decidieron incursionar en prácticas vinculadas con la música clásica.
Desde el histórico concierto de Deep Purple en 1969 en el Royal Albert Hall con la Orquesta Sinfónica de Londres, pasando por el CD“A Night at the Opera” publicado por Queen en 1975, hasta el show “Kiss Symphony: Alive IV” de Kiss con la Orquesta Sinfónica de Melbourne: ejemplos de lo que podríamos llamar “rock no-sinfónico” que se vinculó con la música clásica en vivo (Deep Purple, Kiss) o conceptualmente (Queen). A esta lista se sumó Metallica con su último lanzamiento discográfico, “S&M2”, que registra sus dos conciertos junto a la Sinfónica de San Francisco en octubre del año pasado en el Chase Center, nuevo estadio del equipo Golden State Warriors de la NBA.
El material de audio está a disposición en múltiples formatos: cuatro vinilos, dos CD y versión digital. Si se opta por el registro audiovisualse puede escoger entre DVD y Blu-ray, que cuentan con un trailer digno de una gran producción cinematográfica, con los testimonios de Michael Tilson Thomas y Edwin Outwater, directores musicales de la Sinfónica de San Francisco, y de los cuatro pilares de Metallica: James Hetfield (voz y guitarra), Kirk Hammett (guitarra), Robert Trujillo (bajo) y Lars Ulrich (batería). Centrándonos en el aspecto musical, el disco doble cuenta con un total de 22 tracks que no serán memorables para el gran público, pero los fanáticos de Metallica seguramente apreciarán como un gesto novedoso del grupo que se mantiene activo desde 1981 a pesar de peleas, ridículas demandas contra sus propios seguidores por descargar discos vía Napster, internaciones por adicciones y hasta el fallecimiento de uno de sus miembros más queridos, Cliff Burton.
El primer disco abre, al igual que todos los conciertos del grupo, con “TheEcstasyof Gold”, un fragmento de la banda de sonido compuesta por el genial Ennio Morricone para el spaghetti western “Ilbuono, ilbrutto, ilcattivo”, dirigido por Sergio Leone. El segundo CD le dedica los primero cuatro tracks a la presentación de obras clásicas, y luego a las respectivas ejecuciones: se trata de “Scythian suite, Op. 20 II: TheEnemyGod and the Dance oftheDarkSpirits” y “TheIronFoundry,Op. 19” de AleksandrMosólov y Serguéi Prokófiev respectivamente, dos artistas ucranianos fundamentales en la producción musical soviética.
El resto de las canciones se reparten entre clásicos de la banda que, a esta altura, son himnos del género, tales como “ForWhomthe Bell Tolls”, “TheMemoryRemains”, “TheUnforgiven III”, “One”, “Master ofPuppets”, “NothingElseMatters” y “EnterSandman”. Sin duda alguna, entre tanta parafernalia, el punto más alto del disco es su expresión más minimalista: la emocionante ejecución de “(Anesthesia) PullingTeeth” con un contrabajo eléctrico y un breve pasaje de batería, solos, en medio de la oscuridad que nunca deja de homenajear a la memoria de Burton.En síntesis, podemos decir que “S&M2” es una aceptable experiencia de diálogo entre los músicos de Metallica y sus colegas de la Sinfónica de San Francisco que, hay que decirlo, se vistieron para la ocasión: íntegramente de negro.