“Creo que hasta hace algunos años lo urbano estaba posicionado en un lugar muy banal y superficial, y con el tiempo se fue haciendo una búsqueda de más recursos: ya quedó viejo eso de un chabón con dos culos moviéndose”, ríe Melanie Anton Defelippis en charla con Tiempo, quien con la impronta que le dio a numerosos videoclips desde la dirección de arte y la dirección de videoclips fue parte fundamental de ese cambio de tono y de tiempo. A sus 27, ya trabajó con Duki, Cazzu, Tini, Paulo Londra, Bizarrap, Maria Becerra, Nicky Nicole, L-Gante, C.Tangana, Rauw Alejandro, Ovy on the drums, Danny Ocean, Jimena Barón, Abel Pintos, Nathy Peluso, Chano, El Polaco, Agapornis, Marama… y sigue la lista.
Anton hizo el camino de otras chicas: universidad (estudió Diseño de Imagen y Sonido de la UBA), primeras búsquedas laborales, colaboraciones y el cruce con una circunstancia que permite dar un giro que tal vez no se soñaba de esa manera, pero que se deseaba desde hacía tiempo: la dirección del videoclip de Solita, de Mechi Pieretti. “Fue uno de los primeros videos que hice como directora general, no sólo como directora de arte, y habla de la masturbación femenina, que es un tema por ahí muy tabú y no se tocaba en videos musicales. Hay un montón de chicas en ropa interior pero justamente desde una mirada de empoderamiento, y no sexista o machista. Todo lo contrario. Y a partir de esa experiencia nació BEBAS (2020), la productora que tengo con Sol Schostik (Productora ejecutiva y Jefa de producción). Queríamos hacer una diferencia a nivel equipo. Nos dimos cuenta de que por nuestra cuenta podíamos, no necesitábamos una entidad, u otro hombre por encima. Había muchos videos cosificando mujeres y en Solita, Mechi no quería eso, que hubiera chicas en ropa interior pero que fuera todo lo contrario a la cosificación y nadie se sintiera incómodo grabándolo. Ahí surgió lo de formar un equipo, no que fuera de mujeres, pero sí que tuviera más mujeres que las que suele haber en equipos de rodaje. Y la verdad es que se generó algo tan lindo, estábamos muy felices, la cantante estaba muy feliz.”
De esa alegría quedó como premisa, aunque no lo fuera en forma manifiesta, la idea de igualdad: “Que se ocupen más roles, que sea más equitativo el reparto. Creo que eso se transmite en la pieza que se va hacer. Es mucho más difícil que el resultado sea uno en el que se está cosificando a una mujer. Y en parte eso ayuda a que cambie un poco el discurso y que eso que alguna vez vimos deje de ocurrir. Es nuestro granito de arena a esta lucha por la posicionamiento en la producción audiovisual, como en el discurso y las temáticas que se adoptan”, cuenta Anton.
Y con ese horizonte se genera toda la creatividad y las ideas de los videos, que “pueden salir de muchos lugares. Hay artistas que se involucran más que otros. A mi particularmente me encanta cuando el artista se mete en esa parte, pero no siempre sucede”. Y a veces pasa “como en los géneros musicales, que pega uno y muchos se pasan a eso que pega”, dice. “Y una tiene que entrar en ese rol de proponerle al artista ir por otro lado. Es una satisfacción enorme cuando propusiste algo que iba por un lado contrario y te lo aprueban”, ríe. Y ahí introduce en el relato a Agustín Jáuregui, novio, diseñador industrial y socio en DAJAUS (2019), y también el tema de que hay muchos artistas argentinos que “la están pegando afuera: Duki, Tini, Cazu, Nicki Nicole, María Becerra, Tiago. Para mí es algo hermoso, y para nosotros un montón de trabajo”.
-¿Te empiezan a convocar internacionalmente?
-Hace poquito Rauw Alejandro, un artista urbano de Miami que la está pegando mucho, muy zarpado -es el novio de Rosalía-, nos pidió a mí y a Agus que dibujemos todo lo que fue el diseño de los sets, el pantone de color, dejarlo 100 por ciento armado, y la realización la hizo otra persona. Fue muy loco eso de empezar a trabajar para afuera diseñando espacios para artistas que no son argentinos. Y la semana que viene nos vamos con Agustín a Madrid para la presentación de la película de Eduardo Casanova, que nos llamó para hacer la dirección de arte de La piedad, que la rodamos allá en Madrid el año pasado.
-A nivel generacional, la música de tus padres tanto por género como por cultura, fue el rock. ¿Creés que la música urbana hoy ocupa ese lugar?
-Creo que vino para quedarse. De hecho, cuando yo tenía 12, 13 ya escuchaba Daddy Yankee, Don Omar, que hasta hoy en día siguen. Como género está para quedarse, pero como temas en sí, creo que no. Lo siento muchas veces por mi viejo, que toda la vida me hizo escuchar Queen, los Beatles, esa cosa de fanatizarte con una banda durante muchos años y saberte todos los temas. Creo que hay algo que tiene que ver más con la era que estamos viviendo, en la que los contenidos son muy efímeros y las cosas aparecen y se van muy rápido, como que los artistas sacan una canción y a los dos segundos sacan otra y a los dos otra, y hay algo que para la gente que se dedica al mundo audiovisual está buenísimo, porque es un montón de contenido para hacer, pero por otro lado hace que no perdure en el tiempo. De hecho, en parte yo me quise meter en el cine para correrme hacia un lugar de piezas audiovisuales que perduren más, que alguien la pueda ver este año y después también. Aunque eso también ocurre ahora con las pelis y con las series, que cada vez son más y se ven en dos días y la gente quiere más… El género urbano a nivel general, las canciones en sí, los artistas en sí, es muy difñicil que perduren a lo largo de los años.