Palo Pandolfo habla a borbotones. Con un tono grave que en una misma oración puede subir o bajar, quebrarse, retumbar o hacerse poco menos que imperceptible. Casi como canta. Todo eso coronado con risas recurrentes que estallan como trueno y algunos ocasionales “Creo que me fui muy lejos. ¿Cuál era la pregunta?”. El ex Los Visitantes y Don Cornelio y la Zona navega entre análisis vigorosos y rándoms temáticos que pueden alternar rock, política, la tabla periódica, el espiritismo, la física cuántica y bastante más. Pero hoy el núcleo de su entusiasmo está en “Transformación”, su flamante disco, que adelantará este sábado en la Usina del Arte.

Este segundo álbum junto a La Hermandad eleva el octanaje rockero, estimula y sienta bien. En ese marco discurren doce canciones potentes y vitales, por donde se desarrollan obsesiones metafísicas en alta fidelidad. Hoy Palo es solista pero está muy lejos de estar solo. La nueva encarnación  de La Hermandad es mucho más que una banda de acompañamiento e incluye a Mariano Mieres (guitarras y coros), Carlos Fernández (batería y coros), Alito Spina (bajo y coros) y Gerardo Farez (teclados). “Transformación” también abre puertas a invitados como Ricardo Mollo (“Sonido Plateado” y “El Conquistador”), Hilda Lizarazu (“Morel”), Los Tipitos (en “Niña de Metal”), Alejandro Terán, Javier Casalla, Javier Weintraub, Lucas Argomedo (cuerdas en “Un Reflejo”) y Marcelo Garófalo (saxo barítono en “El juego”), entre otros.

–¿Pensaste el título del disco como un guiño a “Transformer” (Lou Reed)?
–Siempre busco que los nombres de los discos tengan varias interpretaciones. Escuchando programas de boleros, como el de (Eduardo) Aliverti, me di cuenta que todo el género trabaja con cierta ambigüedad. Los analistas explican que todo bolero podría ser cantado por un hombre y dedicado a una mujer, un hombre, un viejo, una vieja, un mono, una mona. O al revés. Me gusta relacionar mi disco con Lou Reed y su cara de loco en “Transformer”. El álbum tiene bastante de glitter. Es como retro vintage con un gran sonido. Pero hay más asociaciones con transformación, un concepto que se cuela en tres letras. La transformación como algo necesario y vital. Y también relaciono el título al concepto trans, un ícono que se hizo más fuerte en los últimos años con la sanción de las leyes de igualdad de género.

–Los cambios marcaron tu vida.
–Sí. La vida es un juego. Trato de ir por ese lado. Me interesa eso. Lo metafísico. Somos cuerpos conscientes y sensibles. Nuestra estructura de materia es casi no materia. Lo dice ahora la física cuántica, pero lo decían los sabios espiritistas hace miles de años. La sensibilidad por estos temas me vino por las enseñanzas chamánicas de mi madre, pero también por Miguel Grinberg y los Beatles. Todo está conectado con todo. Cada pensamiento que uno tiene interactúa con el universo. Somos parte de una gran red. Es curioso que la tabla de los elementos de Mendeleiev sólo tiene un electrón girando alrededor del núcleo… Lo que más quiero es transformarme. No tengo miedos. Lo hago hace 40 años, desde que toqué por primera vez en un acto del colegio. Sé que trabajo siempre con las mismas obsesiones, pero les doy diferentes enfoques.

–¿Es el disco más rockero de tu carrera?

–Seguramente. Fui a buscar eso como loco. Tengo una banda y eso es fundamental. Somos un grupo de glitter esencial y garaje rupturista. Creo… Con una banda uno se siente muy contenido. Somos un grupo humano maravilloso y pude consolidar la búsqueda que soñé antes del disco.

–El disco tiene muchos invitados.
–Sí. Parte de la necesidad que tuve de darle más belleza al audio. Ese diamante en bruto que es el quinteto funciona solo. Pero soy muy obsesivo en el estudio y quería más. Por eso vinieron Los Tipitos y aportan esa onda tan beatle; Mollo me ayudó muchísimo con las guitarras, grabó dos temas y lo que peló son verdaderas cumbres; e Hilda le da ese toque soul que necesitaba. Después están los vientos y las cuerdas que cada vez que aparecen suman nuevas dimensiones.    

–Tu obra tiene distintos momentos clave, pero con el tiempo te hiciste cada vez más influyente. ¿Notás eso?

–Sí. Los chicos del neo folk  como Pablo Dacal, Alfonso Barbieri y Onda Vaga, entre otros, me lo dicen y me hacen muy feliz. Desde Don Cornelio a mi carrera solista, pasando por Los Visitantes, construí estéticas muy diferentes y hasta contrapuestas. Y mucha gente disfruta alguna. Don Cornelio era algo desesperado, una libertad oscura. Con Los Visitantes teníamos un tono más celebratorio que encarnaba una resistencia cultural al menemismo.

–¿Sentís que el macrismo ya merece su resistencia cultural?
–Parecería ser que sí. Los actores se volvieron locos con Lopérfido  construyeron una resistencia importante y lograron algo. Son momentos complejos. Creo que el tema “El conquistador” expresa muy bien lo que pienso. Necesitamos que vuelva la política, la discusión de ideas y comprometernos. A mí me gusta la política de la calle, no la del curro. En su momento me acerqué al alfonsinismo desde Forja. Estamos impactados por fuerzas que están actuando en toda Latinoamérica y hay que hacer algo. Quiero aprovechar esta entrevista para también expresar mi total solidaridad con los trabajadores de Tiempo Argentino por el brutal atentado que recibieron hace pocos días en la redacción del diario. Fue un acto criminal que no puede quedar impune. No es inocente que hayan actuado contra una cooperativa y un diario con una posición clara. Me parece algo aberrante.

Palo Pandolfo & La Hermandad presentan «Transformación» este sábado a las 21.00 en la Usina del Arte (Caffarena 1, CABA). Las entradas son gratuitas y se retiran desde dos horas antes del comienzo del show.