En demasiados sentidos Marisa Vázquez es una mujer mucho más moderna de lo que aparece a primera vista. Por ejemplo la música es de su niñez: desde los cinco cuando empecé a tomar clases de guitarra”, El Derecho Penal, la profesión que le da sostén económico, aparece en la adolescencia: “Vengo de una familia muy humilde, de laburantes, y mi papá siempre me dijo que hay que estudiar algo para salir adelante, porque como pobres lo único que no nos podían sacar era una carrera”. Así Vázquez se hizo abogado ya siendo música y cantante, “sin pensar en un conservatorio por temor a que eso no fuera suficiente para salir de la pobreza”. Y abrazando fuerte el conocimiento que le daba la facultad: “Me enamoré de todo lo que era ciencia política, filosofía, sociología, era la primera camada del Ciclo Básico. Para mí fue un mundo fascinante”.
“En un momento fue algo muy álgido -recuerda esa dualidad que la acompaña casi desde siempre, que le da acceso a esa originalidad que se nota en su canto-. No sabía qué hacer: empiezo a cantar y a la tercera o cuarta vez canto con la orquesta de Juan De Dios Filiberto. Y con 26 años ya estaba recibida de abogada. Me debatí mucho porque no me parecía que podía hacer dos cosas bien, que uno se tenía que dedicar a una cosa porque si no se le iba la energía y qué se yo. Después entendí que es también un mandato eso de que tenés que hacer sólo una cosa. Y además que la mayoría de mis compañeros músicos para poder vivir tienen que dar clases sobre el instrumento que manejan -en mi caso de canto-, tiene que inventar talleres, todo el tiempo cosas, se le van los alumnos, ir a trabajar a casas para gringos poniéndose todos los días el mismo vestido, cantar lo mismo. Y en definitiva es lo mismo. Y a veces supongo que quedan más agotados que yo de estar todo el tiempo remándola: por lo menos tengo una entrada fija de dinero, una cobertura social y médica. Y aparte sigo enamorada del derecho penal. Me gustan las dos cosas. Es un poliamor.”
Esa modernidad -que no era algo que considerara como tal ni lo tuviera consciente-, la hizo también atrevida; encabezó el colectivo feminista de cantantes Tango Hembra, que empezó a contar la historia de esas mujeres siempre nombradas en el género, pero desde el punto de vista masculino. Claro que la modernidad la dispensa de problemas tan modernos como el estrés. “Hacía muchos años que no grababa, me pasaron muchas cosas personales, me agarraba estrés y dejaba. Entonces Edgardo González (34 Puñaladas), que es el productor del disco, agarra mi producción y me dice: son estos diez temas, y me explica por qué. Eso me dio mucha confianza. Es un disco con formato de cuarteto, que no tiene más pretensiones que su propio contenido. Quería hacer un disco zoológico con dos millones de invitados, era un quilombo de gente y Edgardo me dice: acá la estrella es la palabra y la composición, hagamos un formato sencillo, honesto, directo.” Y el resultado es el también bello Arde.
Que se llama así porque “tiene que ver con que es muy comprometido con el feminismo, los derechos sociales postergados. Arde el patriarcado, el fuego del feminismo creando y deconstruyendo, el país con esta política neoliberal que está devastando a los más humildes; es una mezcla de todos los fuegos. Quería poner un nombre neutro que no tuviera una connotación masculina y encontré arde”.
La presentación en el Caff el próximo 12 de octubre para Vázquez es “terminar de cerrar un concepto del tango nuevo, que es la posibilidad de contar esta época. En mi caso, la posibilidad de contar la historia de la mujer, que es algo que el tango no tiene. Hasta hace poco el tango en sus letras es un patrimonio masculino. ‘Yo soy’ es un manifiesto: no me casé, no tengo hijos, no te coso, no te plancho las camisas, no sé de todos esos mandatos, pero soy tu compañera; es un manifiesto redondo, Y después está todo lo demás que nos duele a todos por igual: el desamor, la violencia institucional”. Excepto la violencia, que se descarga sobre la mujer, como en el caso de El zarpazo: “Es la historia de mi vecina de verdad, la primera historia de violencia de género que escuché cuando iba con mi mamá de la mano”. Vacié tu reglamentaria diciendo que ni la toques, recita Vázquez en Arde y la emoción por el acto de justicia hiela la sangre. “Esa mujer sólo estuvo un año presa porque todo el barrio fue a testificar a su favor y entonces el juez la sacó”, relata con la misma emoción. “Muchas cosas que canto las vi. Y quiero contar la otra parte de la historia.”
Marisa Vázquez presenta Arde (Acqua Records) el sábado 12 de octubre en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764).