“Quería ver qué se puede hacer para que no te amargue la coyuntura. Cómo salir del letargo, y accionar de alguna manera sobre la realidad, si eso fuera posible». Con esa premisa, la autora, directora y actriz Mariana Chaud encaró su nueva obra, que está presentando en la sala Nün de Villa Crespo. En Marcela contra la máquina, un actor y una actriz se encuentran con una dramaturga y se juntan a ensayar, pero llega la hija de una de ellas y critica todo lo que hacen. La obra intenta pensar estos tiempos de Inteligencia Artificial, contando los sueños de los personajes a través de una extraña hipótesis, que es la típica manera de acercarse a los temas de la autora y directora: los sueños se han deteriorado con el tiempo, como la alimentación, el aire y el agua, como la imaginación.
“Esta es una obra que nació por varias puntas diferentes que me interesaron: fue construida en varios planos. Estaba en una investigación sobre una obra que hable de los sueños y anhelos, propios y ajenos, otra sobre Sor Juana Inés de la Cruz, y, por el otro lado, una de maestras que bailaban flamenco. También quería indagar en lo que es la Inteligencia Artificial y cómo nos afecta. Junté eso y arme una especie de ensayo que terminó siendo la obra en sí misma”, cuenta Chaud, que quería salir de este presente angustiante con algo que nos haga reflexionar pero sin deprimirnos. Su habilidad para la comedia es conocida y esta no es la excepción.
La autora se puso a trabajar. “Quería una ficción que desde nuestro quehacer piense la realidad actual. Esto que está sucediendo nos tiene a todos alerta, y Marcela contra la máquina es una respuesta posible contra todas esas cosas que vemos a diario”. Chaud intenta articular la ficción y la realidad, con una historia dentro de la historia, y con sueños que invaden la escena, entre otros recursos expresivos a los que tiene acostumbrado al público. “La exploración siempre es algo que me interesa. Todo lo que expreso con esta obra obvio que es una hipótesis totalmente irresponsable, pero hay una chance de que sea lo que pasa: todo se ha ido degradando al tener todo más fácil y rápido”.
“Estudié la mirada desde diferentes culturas y cosmovisiones, y en muchas hay algo sagrado y divino en el soñar, conectando con mundos que uno no puede explicar. Sucede algo en el cerebro mientras uno duerme y te dice algo o te da otra mirada de las cosas. Llevado a la actualidad, parece que estamos tan estimulados que no te deja liberar todo tu potencial creativo quizá. Las computadoras y las pantallas cambian la dinámica del pensamiento, las horas de descanso, y generan adicción de la que todos somos presos, achatando todo; más allá de toda la productividad y la facilidad que nos da para muchas cosas, tiene un costado que nos está haciendo perder”, admite la artista.
Su trayectoria muestra una variedad de temáticas que es muy interesante. “Cada vez que aparece una obra nueva, o el germen de algo, la pregunta es cómo contarlo. Me gusta buscar la manera que la vuelva inevitablemente teatral, usando diferentes vías”, explica. “Hay historias que aceptan estar en diferente formatos o lenguajes, pero hay algunas que solamente, siento, pueden hacerse en teatro. Esa es mi búsqueda desde que empecé. Pensar cómo forzar la narración para contar mil cosas al mismo tiempo: con el cuerpo, con el texto, con la puesta. Es un trabajo artesanal sobre el quehacer de contar una historia”.
A sus actores para esta obra (Ximena Banús, Violeta Brener, Nicolás Levín y Luciana Lifschitz) les pidió que aporten también su mirada sobre el texto. “Son excelentes actores y personas, entonces hubo un intercambio constante. Lo que plantea la obra invitaba al debate y fuimos encontrando juntos la mejor forma de llevarla adelante. Me gusta que sus ideas vayan siendo el alimento para terminar la obra”. Para Chaud, “es una comedia, para pasarla bien, pero también pensando en lo que nos pasa». «No quería que sea algo solemne, sino que haya algo que invite a relajarse. Es una experiencia íntima, al estar en una sala chica, y la escenografía también da la idea de qué es lo que pasa. Todo es muy teatral, muy independiente, desde la estética. Con ese espíritu que hoy nos domina: deprimámonos, pero caguémonos de risa mientras tanto”.
Sobre el ataque a la cultura, Chaud tiene clara su postura. “Lo preocupante es que no solo se quiere discutir la financiación o las ayudas estatales, sino que el ataque es directamente sobre la actividad, desconociendo la importancia de lo cultural en una sociedad que quiere ser sana y fuerte para afrontar un contexto difícil del planeta. Es muy duro. Es un problema que se arrastra por el capital simbólico de la cultura y lo que representa. Lo que hacemos es fundamental para salir de situaciones de desigualdad, para enfrentar un creciente neofacismo. Desacreditar a quienes se dedican a la cultura es algo de manual para ciertos sectores. Tenemos que ser creativos para enfrentar las excusas y el ensañamiento que hay”.
“Creo que la capacidad de representación simbólica de una obra de teatro, por ejemplo, no es algo que no preocupa a los poderes, porque el cuestionamiento y el indagar en el misterio de las cosas, siempre es una invitación a pensar, y si pensás no podés aceptar tan fácilmente el rol que te quieren imponer. Siempre hay algo para despertar, para provocar algo en otros. El arte no tiene respuestas, pero aporta más capas al análisis, invita a trabajar el pensamiento de manera distinta, y que sea todo sea más espeso y más interesante para cuestionar el status quo”, añadió.
Los planes de Mariana Chaud para el 2025
Chaud también está preparando por estos días una sorpresa para la temporada próxima: está armando una obra con los Macocos para festejar los cuarenta años del grupo. “Voy a estar colaborando con ellos. Es un honor. Siempre fui fanática de sus obras, de su estilo, así que el año que viene estaré con eso”, aclara. Mientras, en enero, en el Metropolitan, en calle Corrientes, repone la obra escrita por Tamara Tenenbaum, Las moiras, una pieza atravesada por el judaísmo, que fue un éxito el año pasado.
Marcela contra la máquina
De Mariana Chaud. Con Ximena Banús, Violeta Brener, Nicolás Levín y Luciana Lifschitz. Los sábados a las 22:30 en Nün teatro bar, Juan Ramirez de Velasco 419, CABA.