Decir que ¡Madre! son varias películas en una es correcto. Y sin embargo no llega a dar idea del film. Más que una estratagema de la posverdad, se trata de los propios juegos que permite el lenguaje: se puede decir algo sin falsedad, siquiera mentira abierta, y sin embargo no estar faltando a la verdad. El espectador seguramente guarda en su retina más de un film que dentro de sí tiene varios, y tal vez los recuerda con placer y cariño porque esa multiplicidad lo llevó a apreciar la complejidad de un tema, de una historia de vida, de un episodio de esos que rompen la rutina.
El caso de ¡Madre! es el inverso: son al menos tres películas en una, en las que la manipulación que toda película ejerce -y legítima en cualquier arte- tiene objetivos más cercanos a la estafa que a la intención de seducirlo para llevarlos por territorios que de haberlos planteado abiertamente probablemente no habría ido. Eso de la seducción -ese mimame que me gusta- sucede sólo en la primera parte, por demás interesante, donde una situación extraña instala un suspenso que promete crecer y estallar de la mejor manera. En esa hora se descubre que en una casa en el medio del campo, viven un prestigioso y popular escritor (Javier Bardem) y su esposa (Jennifer Lawrence); él tiene un bloqueo creativo, y ella está del todo jugada a desbloqueárselo haciendo de esa casa un paraíso. El paraíso de ellos.
Detrás de las paredes que Lawrence reconstruye con tanto amor parece habitar una o varias presencias, que ponen al film en contacto con otras películas de terror y suspenso clásico, como El bebé de Rosemary. La inesperada llegada a la casa de Ed Harris, veterano médico, y luego la de su mujer, la bebedora Michelle Pfeiffer, la acercan a El Inquilino. Hay ahí, en esa primera hora, una misoginia tan solapada como sofisticada que recae toda en la figura de Lawrence -por ahora muy mimetizada con ella misma antes que referenciada con sus personajes-, como si además de ser mujer se la quisiera someter por ser joven, linda, exitosa y aún estar en condiciones de procrear.
Luego la película se mete con la idea de que un escritor y cualquier otro artista pop tienen un costado mesiánico que los lleva a establecer una relación de ese tipo con su público. O sea, ellos serían una especie de Jesús, y su público una suerte de desprotegidos sociales que buscan en él su salvación.
Luego vira a cuestiones metafísicas que, al día de hoy, con todas las fábulas de la Biblia circulando en cientos de miles de formatos y soportes diferentes -esto es, desde las partes serias y no tanto de Internet, hasta los videojuegos-, cualquier estudiante a punto de terminar la primaria estaría en condiciones de esbozar: para el mundo adulto (o semi) son de Perogrullo.
La decepción del final recuerda mucho a la del final de Lost. Para el que no la vio, remite a la popular expresión: ¿¡Y esto era!?
¡Madre! (Mother!, Estados Unidos/2017). Guión y dirección: Darren Aronofsky. Elenco: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris, Michelle Pfeiffer, Brian Gleeson y Domhnall Gleeson. Fotografía: Matthew Libatique. Edición: Andrew Weisblum. Diseño de producción: Philip Messina. Distribuidora: UIP (Paramount). Duración: 121 minutos. Apta para mayores de 16 años con reservas.