Noche en el Abasto. Toca Madball y Uniclub está estallado. No cabe un alfiler en el boliche anclado en la callecita Guardia Vieja. Hay promesa de gran fiesta gran hardcore vieja escuela por la visita de Freddy Cricien y sus secuaces. Oíd mortales, a 30 años del lanzamiento de su clásico de clásicos Set It Off, el ruido y la furia regresan a Buenos Aires. Van a sangrar los tímpanos.

Un poco de historia antes de la bacanal: Madball se formó a finales de los años ochenta, tiempos violentos, en esa isla del vicio y la perdición que era Nueva York. Junto a los míticos Agnostic Front y Sick Of It All, fueron pilares del hardcore pesado neoyorquino. Comparten historia familiar con el frente agnóstico: el vocalista Freddy es el hermano menor de Roger Miret.

La banda nació después de que Roger dejara al pequeño Freddy aullar en los shows de Agnostic Front. Tras una breve disolución del frente en 1992, Madball se convirtió en el proyecto principal de algunos miembros germinales. De madre cubana y padre colombiano, Freddy y su garganta poderosa pintan escenas furiosas sobre los barrios bajos, la hermandad del hardcore y el poder latino.

El show de Madball

Los neoyorquinos salen al ruedo pasadas las nueve y media. Entonces, descendemos a un infierno encantador. La hinchada se prende fuego. La escena parece sacada de uno de esos cuadros hiperrealistas de Dan Witz. Pogo, mosh y slam. Los cuerpos se apretujan, saltan desde el escenario, surfean en el mar de brazos. Pasan “Set It Off”, Smell The Bacon”, “Face to Face” y mil perlas negras más.

Con 48 pirulos sobre el lomo, Freddy está hecho un pibe. El gigante salta como desquiciado sobre el escenario, tira patadas voladoras y sube a los valientes a las tablas. Lo escoltan sus fieles escuderos Mike Gurnari en la guitarra filosa y Mile Justian masacrando la batería.

De repente, un cross a la mandíbula te tira contra Droppin’ Many Suckers, EP cumbre de 1992. La nostalgia te lleva de cabeza a la primera visita de los pibes, allá en los años duros del menemato. La hinchada delira con “Get Out”, “Down By Law” y “New York City”. El dancefloor es un sauna y el grandote tatuado hasta la médula te da un abrazo y te lleva en andas al escenario mientras suena “It’s My Life”. El hardcore es amor.

Hora y media al palo. En el cierre se canta en español: “100%”, amigos y amigas. Todos sobre el escenario. Freddy recita sus poemas hasta el final: “Con todo corazón canto esto para ti / Mis raíces nunca se me olvidaron”. Ni olvido ni perdón.