Hasta que no se puso a componer su disco Desafío Guerrero (entre 2015 y 2018), Luna Sujatovich (sí, familiar de todos los músicos que llevan el mismo apellido), nunca había compuesto un tema. “Venía más del palo de la música instrumental y nunca había escrito una canción”, dice sin hesitarse, como si su apellido fuera otro. “Como música siempre me dediqué al piano hasta los 24 años, más o menos, más que nada a la música académica, sobre todo en el estudio. La música popular la estudié con algunos maestros pero es más autodidacta, y en un momento crucé los mundos de la voz con los de la música porque me di cuenta de que necesitaba tener mi propio proyecto. No me alcanzaba con cantar música de otros y me metí en un taller de canciones y me puse a componer.”
El resultado fue un sorprendente Desafío Guerrero, que conquistó dos premios Gardel: Mejor álbum canción de autor y Mejor álbum instrumental/fusión/world music. Cantante, compositora, pianista y porteña, desde chiquita la música le entró por los oídos, la piel y pronto por las manos, ya que comenzó a estudiar piano, composición y con ello a formar parte de proyectos relacionados a la música, al teatro y al cine dirigidos por su padre Leo Sujatovich. Estuvo en Canciones para aliens, de Fito Páez, formó por más de una década parte de la banda de Coti Sorokin y es miembro permanente del ensamble latinoamericano La Colmena.
Pandemia mediante, aunque no fue lo único ni fundamental, luego de Desafío Guerrero aparecieron “varias cosas” que Luna Sujatovich atribuye más que nada a la pasión que la ocupa: “Siento que también hay algo medio natural de los artistas, que además también somos personas. El tiempo nos cambia y nos genera otras búsquedas, otras curiosidades, también otras necesidades”. De ese conjunto que también es relación entre todo lo que nombra y con el exterior que lo contiene, surgió Ese fuego, un disco de una potencia -«una adrenalina», diría ella-, que pega más, o tal vez lo hace con más precisión en la sensibilidad del que escucha.
Para Luna esa potencia está más en la subjetividad del oyente que en las canciones de Ese fuego, pero eso se explica más adelante. “Me parece que este disco justamente viene como a seguir construyendo un repertorio en lo que es mi música, a seguir construyendo desde sonoridades que no estaban, sonoridades que no habían aparecido, curiosidades que por algún motivo no aparecieron en Desafío Guerrero”. Dice que en Desafío Guerrero se puso a componer “desde el piano”, lo que lo hace “un disco muy pianístico, bastante más latinoamericano y mucho menos rockero que Ese Fuego. Tiene improntas más introspectivas”, define.
Al escuchar su primer disco a continuación del último, la sensación es que ahora hay más soltura, una liviandad, cierta certeza que en el primero no percibe. “Son desarrollos personales. Me parece que tiene que ver con búsquedas artísticas y estéticas. Y también intereses. Cuando hice Desafío Guerrero no me interesaba el rock en sí, no me interesaba lo adrenalínico. Me interesaba toda esa parte más difícil y virtuosa que tiene ese disco, y quería hacer un disco realmente distinto a lo que yo conocía a mi alrededor”.
Como la vida siempre es para delante, después de ese disco dijo: “Ok, esto ya lo hice”. Y sin necesidad de preguntarse y ahora qué, se puso a hurgar en sus necesidades. “Lo que fui a buscar con Ese Fuego es la adrenalina, el divertirme, el hablar de cosas más propias como de vínculos, sacar mi costado más erótico, más sensual. A mi me pasa en el escenario con Coti (con el que toco hace 12 años), y hay algo de esa adrenalina y eso divertido que estaba queriendo llevar a mis shows. El contraste es que empecé a necesitar estas otras músicas y despegarme del piano: no tengo ganas de estar tocando cosas difíciles, quiero despegarme, agarrar el micrófono, cantar más libremente”.
Pero a no confundir esta búsqueda con la identidad. “Se puede hablar de una identidad siempre en retrospectiva: no sabés qué va a quedar de eso, y menos sabés qué vas a hacer. Solo una vez que mirás para atrás, decís: ok, mi identidad estaría haciendo esta. Lo que puedo decir ahora con estos dos álbumes y un EP (Como callan los tractores, cuatro piezas compuestas para piano que combinan el lenguaje del jazz, el folklore argentino y la música contemporánea lanzado en 2022) es que soy muy ecléctica y voy permitiéndome jugar con los ritmos y los sonidos que me atraen en el presente en el que estoy. No me considero parte de un colectivo estético muy cerrado, pero sí del colectivo de los cantautores y los músicos de la canción. Y un poco del lado académico, otro del lado latinoamericano, y así”.
No hay identidad a definir, pero si, como suelen decir los artistas, un álbum es una foto, hay un momento que describir. “El de un artista que ya rompió el hielo, que dio sus primeros pasos como solista». «Mi recorrido como artista solista en su momento fue algo soñado y medio platónico: no me imaginaba que lo iba a lograr porque me costó un montón tomar la iniciativa y la continuidad porque no entendía para dónde quería ir, qué quería hacer. Me tomó mucho tiempo ponerle fichas a la música de canciones. Como mi información siempre fue muy abierta sentía que tenía muchas posibilidades y tuve que elegir en un momento dónde hacer foco y dónde profundizar. No me fue siempre evidente que iba a hacer canciones como mi proyecto. Todo me gusta (ríe). Era difícil qué resignar, porque podría haberme dedicado a componer música para orquesta y estar escribiendo todo el día eso”.
Quienes gustamos más de la canción, agradecidos. Habrá que ver si algún día la música para orquesta se lo reclama. Mientras, a disfrutar del disco, a “hacerlo circular”, como desea Luna. Este jueves 21 de noviembre a las 21.30 hs estará presentando un adelanto en el marco del ciclo «¿Qué pasa con la música popular hoy?» en Hasta Trilce (Maza 177), pero la presentación oficial será en abril próximo.
«Ese fuego» (2024), de Luna Sujatovich
Todas los temas compuestos por Luna Sujatovich, excepto «Tu enemiga», junto a Mariana Michi (Miau Trío, Mugre), «Dueña de mis días», junto a Chechi de Marcos, y «Tu armadura», junto a Raly Barrionuevo. Músicos invitados: Facundo Guevara, Tomás Fraga, Rocío Alí, Guille Salort, Mateo Sujatovich, Sergio Wagner, Matías Scheines, Demir Lugia, Karmen Rencsar y Hector Gareca. Producido por Juan Belvis y Luciano Vitale en Estudio Belcebú. El arte de tapa de Lucila Taba.