Acaso en algunos años Luis Caruana recuerde el 2020 como el año de su gran transformación. Una pandemia trajo una cuarentena que a punto de anunciarse lo encontró en el Delta del Río de la Plata, y el famoso el momento indicado en el lugar preciso lo llevó a tomar la decisión de quedarse esos días en los humedales del Delta, que a su vez lo llevó a quedarse a vivir allí, que a su vez lo llevó a crear la hermosa Suite del agua.
“Para mí es lo más especial que escribí. Es muy muy especial en mi carrera, le puse mucha dedicación, muchísimas horas de trabajo, todo está puesto, todo lo que sé; lo que me gusta, el tiempo, todo. Sí, es muy trascendente, es como un hito, me transformó. No por el género, sino una transformación interna en cuanto a la expresión, la honestidad: no importa si soy del litoral, cuál es la moda, cuál la tendencia, es hacer lo que sale. Y quería hacerlo en forma honesta: quiero que la gente lo escuche; yo no gané un mango con esto (ríe). A mí me hizo bien, y entonces me gustaría que lo escuche la mayor cantidad de gente posible.”
Belleza no le falta a la suite del bandoneonista, se puede afirmar sin la mínima timidez. Encima cada una de sus piezas tiene una introducción a cargo de Teresa Parodi, que escribió y leyó breves poemas inspirados en la música recibida por parte de Caruana. “La suite estaba terminada, compuesta, los títulos tal como aparecen en el disco, en ese orden. Y lo que le propuse es si podía prologar con poemas escritos para la ocasión, cada número. Y le agregué algún comentario sobre que me había inspirado a mí. Lo que ella hace es una maravilla, muestra manejo de lo escrito, la palabra, y su palabra interactúa de una manera rítmica. No nos conocíamos, es más, todavía no nos conocemos personalmente –ella tampoco me conocía musicalmente–, lo hicimos con esto particular de la pandemia y todo fue vía WhatsApp.”
La suite está compuesta por ocho piezas con “música referente a la naturaleza, algo que nunca había hecho”. No se trata de música “del litoral”, sino de un lugar muy preciso: los humedales. “Venía haciendo música de ciudad, de tango, más urbana, y al estar en contacto con el lugar me empezó a surgir, empezaron a salir melodías en consonancia con el lugar. Y a partir de ahí fui a comulgando y dándole forma, que la encontré en la suite.” Cada pieza “tiene un factor descriptivo y una relación con el paisaje, con lo que va ocurriendo con distintos movimientos del río, que en este caso, al ser un delta, está continuamente en movimiento”. No quiere decir que el río no lo esté, sino que en los humedales se percibe de inmediato, y sin necesidad de conocimiento previo. “Sobre el río en general se ha hecho bastante, pero no que se focalice en esa cuestión del humedal, y me pareció que podía ser una excusa poética”.
“Quedaron un montón de cosas afuera -dice ante el comentario sobre la solidez del disco-. Lo que más me costó fue hacer que en cada pieza entrara esa impronta que va a tener cada tema. Por ejemplo, me había salido una chamarrita en un momento, y no lo encontraba perteneciente a la región, tal vez más a Entre Ríos, pero no al delta, y más el cercano a Buenos Aires.” Así la suite también tiene una reconocida marca tanguera: “Vengo atravesado por eso también, entonces no lo puedo dejar. Quedaron cuatro, cinco temas completos afuera, porque creo que en un momento hay que cortar; me gustan pero no forman parte de este discurso.”
En ese potencial recuerdo, por ahí también aparece que su relación con los humedales tiene una previa. «Me formé musicalmente en Rosario, entonces estoy muy en contacto, siempre tengo una oreja parada a lo que está pasando ahí. Y estuve en Rosario con incendios en las islas en otros años, pero no la última vez, que fue tremenda la magnitud de los incendios. Siempre se sospecha que hay cuestiones de especulación, no se sabe muy bien cuáles, pero seguramente alguna especie de emprendimiento. A mí me enamoró esa pulsación que el río tiene ahí, esa situación del ecosistema, que la verdad tendría que ser intocable de alguna manera.”