Lucio Mantel sacó nuevo disco después de cinco años. Es el sexto en su historia y se llama Los ancestros. “Cada disco que hago me abre artísticamente un espacio nuevo y distinto. Siempre sentí que cada uno es diferente a los anteriores, y este disco tiene esa diferencia. Y también establece ciertos puentes con los anteriores: hay algunas canciones que podrían estar en otros discos. Me gusta la figura de barajar y dar de nuevo cada vez que hago un disco. Es lo que motoriza la tarea. Cada vez que me pongo a hacer un disco necesito sentir que estoy haciendo algo nuevo. En los lugares que me siento muy cómodo y tengo pleno dominio de lo que estoy haciendo no encuentro una motivación”. 

Los ancestros tiene un sentido y una dirección clara y precisa del camino que quiere andar y hacia dónde quiere ir. Y eso, precisamente, lo hace ir a contramano de lo que hoy es audible musicalmente en la Argentina. “Creo que apareció un hilo que reunía a las canciones y a todas las cosas que iban pasando, no sólo letrísticas sino compositivas y sonoras, que terminó ordenando todo. Cuando apareció ese hilo, fue bastante fácil. El disco fue lo que me acompañó en el duelo por la muerte de mi viejo y muchas canciones tenían las palabras colocadas pero no tenían el sentido, entonces se terminaron de componer con un sentido que fue mucho más claro. Es un disco complejo y siempre lo pensé como que va a contramano de este tiempo, por lo menos en lo conceptual. Estamos en un tiempo en que parece que todo condujera a querer borrar las historias que nos preceden, y la idea que tengo es reconstruir esas historias”. 

La foto de tapa es la de sus bisabuelos, tomada en Turquía, de donde vinieron a la Argentina, y a los que Lucio conoció por verlos desde siempre en una de las paredes de la casa de sus padres. “Si uno no lo conoce en algún momento el pasado va a volver para hacer algo con uno. Para mí negar el pasado propio es una manera de negar nuestras identidades”, asegura.

El padre de Lucio murió hace tres años de un cáncer que “descubrieron apenas dos semanas antes de su fallecimiento”. Antes, en 2008, se fue Luis Alberto Spinetta, de quien dijo años después haber sido uno de sus hijos artísticos. “Siento que tengo varios padres y madres artísticos. Aprendí a tocar la guitarra escuchando discos de Spinetta y de otros. A la vez después escuché música muy distinta y en mis discos creo que se encuentra esa diversidad. Pero siempre es muy difícil determinar por qué las cosas que uno hace las hace por herencia de algunos artistas. Los disfruto mucho y me cuesta encontrar rastros de esa música en mis canciones”.

“En algunas hay marcas más grandes y en otras no se encuentran. Cuando se escucha la huella de un artista en otro raramente se habla de los contornos melódicos. Y eso para un compositor que empieza desde la melodía es algo más intangible. La melodía tiene una raíz muy distinta y difícil de delimitar. Escuché mucho a Björk y para mí fue fundamental su escucha, y no hago música electrónica ni nada, pero siento que en su manera de concebir la melodía encuentro una huella en común”, afirma.

“No quiero lamentar las otras sendas por tomar porque prefiero amar lo que he elegido”, declama a la manera de una sentencia en la canción “Cenital”. “Esa frase me la canto a mí. Si pudiera, estaría en más de un lugar a la vez. Tengo una matriz psicológica que me hace lamentar los lugares donde podría estar pero no estoy porque elegí otras cosas. Si no domino ese pensamiento, me domina a mí: me pido a mí mismo amar lo que elegí”.

«Cenital», dice, “habla un poco del camino vital de cada uno, de cómo uno se mueve motorizado por la ilusión de alcanzar algunas cosas -encontrarse con alguien, lo que sea- y cómo la vida te presenta otras cosas y ahí tenés que elegir; esas cosas que uno elige marcan un camino más verdadero”. «Cenital», ese plano tan de estos días por eso de los drones, “permite ver el recorrido que uno trae; la siento como la continuación de ‘Todas las formas de estar’, que es el leitmotiv del disco anterior”.

“Tengo la fantasía de juntar a todos los públicos de mis distintos discos”, comparte el sueño para la presentación del próximo 20 de noviembre en el ND Teatro, un teatro en el que por primera vez se presentará solo (la vez anterior fue compartido en el marco del ciclo Hay otra canción), así que pondrá “todo en ese concierto: será la única presentación, y probablemente el año que viene hagamos otras presentaciones en otros lugares del país”.

La fantasía tiene su raíz en que Mantel está convencido de que su “público está casado con discos distintos” y por eso varía “según el disco con el que se engancharon: el de Nictógrafo (2008) es distinto al de Unas horas (2013), y así”. El trabajo ya está en marcha hace un mes para ese show en el que no sólo tocará Los ancestros sino que habrá “toda una retrospectiva.” Acaso ese día el duelo llegue a su fin. Por el momento, lo que hay es un disco que “dialoga” con el que ya no está, pero también “con los que quedamos vivos”.

“Fue la manera de atravesar el duelo, y tal vez sea el disco más luminoso de todos los que hice. El duelo para mí es estar más sensible a la belleza: ves la luz del sol atravesando las hojas de un árbol y hay algo ahí que te produce un amor muy hermoso por lo que estás viviendo en ese momento. Y el disco para mí es eso. Todas las canciones nombran al sol. Interpreto que inconscientemente estaba nombrando la figura solar que tenía mi papá para mí, pero también es una manera de dialogar entre ese estado de ánimo y cómo uno percibe la fuerza vital más importante con la que tenemos relación que es el sol. No es un regocijo en un estado de ánimo sino encontrar todas los aspectos de esa curva que se describe entre la pérdida y la vida diaria”, concluye.

“Los ancestros”, de Lucio Mantel

Presenta el disco el miércoles 20 de noviembre, a las 21 hs, en el ND Teatro, Paraguay 918, CABA.