Pocos días antes de que se cerrara una de las etapas más oscuras de nuestro país y en medio de un clima de euforia y de una inédita sensación de libertad, Los Twist se alzó como una de las expresiones que representó de manera más cabal este cambio de época dentro del rock argentino cuando en la simbólica fecha del 17 de octubre de 1983 hizo su debut discográfico con La dicha en movimiento.
A partir de canciones redondas y pegadizas que sin ambages se movían entre el rockabilly, el ska, la new wave, el twist y el boogie woogie; y desenfadadas letras que no esquivaban temáticas álgidas pero encaradas desde lo paródico, el álbum se desmarcaba de las características que habían definido al movimiento vernáculo desde su concepción y, a la vez, daba cuenta de las nuevas formas que se venían cocinando en el circuito under porteño.
Así lo demostró la gran cantidad de clásicos que dejó esa placa, entre los que destacan «Jugando hulla-hulla», «25 estrellas de oro», «S.O.S. sos una rica banana», «Pensé que se trataba de cieguitos», «Cleopatra, la reina del twist», «El primero te lo regalan, el segundo te lo venden» y «Jabones flotadores», por citar apenas algunos.
Grabado en apenas tres días -las famosas 29 horas y media que ya son toda una leyenda-, bajo la producción de Charly García, La dicha en movimiento ubicó al combo que presentaba como principal cuarteto visible a Pipo Cipolatti, Daniel Melingo, Fabiana Cantilo y Gonzo Palacios, y que completaban el bajista Eduardo Cano y el experimentado baterista Polo Corbella, como punta de lanza de un sinfín de nuevas expresiones que iban marcar un antes y un después en el rock argentino.
«Recuerdo el afán de ser parte representativa de esa actualidad y de cómo veíamos el panorama argentino por entonces. De alguna manera, éramos una radiografía de lo que se cocía por entonces en las entrañas de la sociedad», dijo Melingo al ser consultado sobre su primera impresión cuando se evoca ese disco.
«Las canciones a las cuales referíamos la temática, y el desenfado al abordarlos, hizo un mensaje contundente y único, diferenciándonos sin buscarlo, al resto de las propuestas musicales de entonces», añadió.
El saxofonista Gonzo Palacios, por su parte, consideró: «Fuimos un catalizador de lo que hacían muchos en el underground. Nos sentíamos el mascarón de proa de ese movimiento. Abrimos la puerta de la modernidad, cosa que no pudo hacer Virus, (Daniel) Melero o Los Helicópteros, que tenían discazos pero no vendían. Les había faltado ese clic que hiciera que la gente los viera, se enganchara. Lo tuvimos nosotros. No sé si fue el desenfado, Charly o un poquito de todo».
La realidad es que Los Twist manejaba un concepto musical y estético que había elaborado desde que comenzó a tomar forma en el Ring Club, una suerte de colectivo que presentaba espectáculos performáticos del que fueron parte Melingo, Gonzo, Miguel Zavaleta, Miguel Abuelo y Las Bay-Biscuits -con Fabiana Cantilo-, entre otros, y que terminó de definirse a medida que se fueron sumando integrantes.
En tal sentido, Melingo confirmó que «Los Twist era una propuesta estética que se venía barajando desde antes de conocerlo a Pipo» y que «ya en el Ring Club» comenzaron a aparecer muchas de las canciones que luego iban a ser parte de La dicha en movimiento.
«Haberlo conocido a Pipo posteriormente al último Ring Club redondeó perfectamente la propuesta que veníamos barajando con Fabi y El Gonzo en Los Chacarita Twist. Fue la pieza fundamental para darle forma a ese manifiesto», reconoció.
«Los Twist se fue desarrollando, no es que un día alguien vino con una idea. Tuvo una evolución de una cosa que empezó en el Ring Club. Para cuando nos vio Charly, ya teníamos un repertorio grande y muy bien ensayado», puntualizó El Gonzo.
Y completó: «Estábamos hechos, cocinados. Lo que hizo Charly, y lo que muestra que es un gran productor, fue hacer una foto fija. Por eso quiso grabarnos como si fuera un show, que no quisiéramos hacer más de lo que podíamos hacer».
Sin embargo, respecto al rol del gran astro del rock argentino como productor, Melingo sostuvo que «el sonido de Los Twist era muchísimo más salvaje y fuera del contexto donde lo ubicó Charly al darle un tratamiento más digerible para el gran público».
Esa «foto fija» que daba cuenta de un concepto muy claro y definido para cuando se grabó ese disco debut se basaba en dos ejes distintivos muy claros, que a la vez diferenciaba al grupo de las propuestas que había ofrecido el mainstream del rock argentino hasta entonces: un estilo musical directo que incitaba al baile y letras plagadas de humor capaces de abordar temas dramáticos o tabú, como el consumo recreativo de drogas y la represión policial; las cuales operaban también como una radiografía del «ser argentino».
«El concepto era un grupo new wave pero de parodia de los 60, capaz de hacer lo que nosotros llamábamos ‘tocar estilos’, lo más parecido al estilo original. La música estaba entre el twist, el ska, la new wave, el rocanrol. Yo tenía una impronta muy boogie woogie. Se fue haciendo a partir de ciertos conceptos claros, como que éramos un grupo que dentro de todo era una parodia», detalló El Gonzo.
«Siempre y desde un comienzo el concepto iba antepuesto a las canciones. Diseñábamos los limites donde jugar, como un corralito. Poníamos el título de la canción muchas veces antes y luego dábamos forma a las canciones y al repertorio. Un concepto costumbrista y desenfrenado a la vez daba la característica a la banda. El estilo era propiamente nuestro y singular. Los ritmos variaban. El norte prácticamente era siempre el mismo», acotó Melingo.
En cuanto a las letras, el otro gran punto disruptivo que trajo Los Twist, y su disco debut en especial, El Gonzo subrayó que «tenían muchas capas de significado y se hacían con mucho humor, desde la ironía, pero también desde un idioma muy argentino que no se usaba».
«Era el reconocimiento de una cultura que se trataba de negar pero estaba, de la cosa televisiva. Era como decir: ‘Somos un grupo argentino y somos lo que somos. Aunque no todo sea lindo, te lo vamos a mostrar y nos vamos a reír de eso. Lo estoy criticando pero es lo que somos'», definió.
Por supuesto que allí radicó una gran diferencia con la tradición que el rock argentino arrastraba desde su etapa inicial a finales de los ’60 y eso también provocó que desde algunos sectores más canónicos se mirara a Los Twist de reojo.
«Hubo un primer choque con el mainstream porque el rock tenía que ser serio, con letra panfletaria, triste, surrealista o mística. Había una sobrevaloración del bajón. Salvo Manal y alguno que otro, nunca había habido una acuarela de lo que nos rodeaba. Se buscaba más lo que se quería ser o lo que se debía ser. Había toda una juventud que no había tenido la oportunidad de tener una juventud», expresó El Gonzo.
Y amplió: «Bailar estaba como prohibido, por eso en las primeras letras de Los Twist aparecía mucho la palabra movimiento. Había mucho de sacarse la doble loza: la de la dictadura y la de nuestro hermanos mayores que eran muy serios».
La gran síntesis conceptual de todo lo que Los Twist planteaba en este primer disco podía encontrarse en su título, una frase tomada del Manual de Toxicología de la Policía Federal Argentina que solía portar Pipo -se puede ver una imagen de ello en un cameo en el filme «Buenos Aires Rock (1983)»-, con el que se definía a la cocaína.
Por todo ese cúmulo de elementos, La dicha en movimiento fue un parteaguas en la historia del rock argentino y se ubica como un álbum clave que marcó para siempre a Los Twist y a sus integrantes de manera individual.
«Ocupa un lugar muy especial y principal diría en mi carrera. La dicha en movimiento, Tangos bajos y Psicofonías de Lions in Love me parecen los tres hitos en mi larga trayectoria», expresó Melingo.
«Sin dudas, es el disco más trascendente que grabé y el que me proveyó de cierto status. Posiblemente, el que más me gusta y con el que me siento plenamente identificado», postuló El Gonzo.
* Télam