El viernes abrió sus puertas la versión 2019 del Lollapalooza Argentina. Fue la primera de las tres jornadas que se desarrollarán en el Hipódromo de San Isidro. Se espera un total de 300 mil espectadores en todo el megafestival. Esta vez la suerte jugó a favor y no asomó ninguna lluvia que amenacé con arruinar la fiesta. Un cielo despejado y el calor veraniego ahuyentaron los fantasmas de la edición pasada, en la que se debió suspender la tercera jornada debido a una lluvia torrencial.
Sobre un césped de un verde intenso, impecable, cuatro escenarios y el Kidzapalooza ya listos, arrancó a todo volumen la jornada del viernes. Chicas y chicos deambulaban por el predio exhibiendo sus looks: esta vez fue muy popular el glitter en la cara, aportándole un toque glam, y por supuesto tampoco faltaron pañuelos verdes flameando en las muñecas y mochilas.
Con el sol iluminando la tarde y mientras el grueso del público ingresaba al predio, sobre el escenario principal se presentó Bring me the Horizon, la banda oriunda de Sheffield (Inglaterra) llegó para presentar el disco «amo» (2019). Sus guitarras de naturaleza pesada hicieron encender los motores y entusiasmar a los curiosos. El pogo se hizo inevitable y todos quedaron contentos. Al mismo tiempo, la experiencia de show simultáneos es parte del Lollapalooza, en el escenario alternativo otros miles de fans disfrutaban de Rosalía, que coronó la tarde trayendo desde España toda la tradición del flamenco y reinventándolo a través del trap, el pop y de su voz profunda. Presentó El Mal Querer, su último disco. Todo el campo vibró y disfrutó de su frescura y simpleza, que la convierten en una artista de un magnetismo inusual.
La tarde iba cayendo, el sol empezaba a despedirse y la melancolía de Jorge Drexler pareció encontrar su momento ideal. Tocó temas de su último disco de estudio, “El Salvavidas de Hielo”, y repasó lo mejor de su carrera.
Al caer la noche llegaron los esperados platos fuertes del día. Primero le tocó a los neoyorkinos de Interpol, que dieron un show parejo y potente, que encontró sus puntos más altos en las versiones de “Say Hello to the Angels”, “Slow Hands”, “The Heinrich Maneuver” y “Lights”.
Después llegarían Post Malone, Twenty One Pilots y Steve Aoki: el combo perfecto de rap, pop-rock y electrónica para culminar el día a pura fiesta, baile y confirmando que el futuro ya les pertenece a los centennials. Sin dudas Twenty One Pilots ganó los momentos más intensos de la jornada. El dúo de Ohio (EE.UU.), formado por Nick Thomas (voz y guitarra) y Josh Dun (batería), es un éxito global de la mano de temas como «Stressed out» y «Heathens», entre otros. Pasan de un género al otro sin complejos –hip-hop, pop, rock y hasta algo de reggae–, tienen el feeling de los tiempos que corren y saben manejarse en un escenario grande. En el Hipódromo de San Isidro mantuvieron a todo el público encendido durante casi una hora y media de show que, en muchos casos, seguro corrió a escucharlos en su sistema de streaming favorito.
El futuro ya llegó.