La serie Trotsky que emite la señal de streaming Netflix generó una impensada serie de críticas en torno a la figura del revolucionario ruso asesinado en 1940 en México. Una reciente declaración de Esteban Volkov (nieto de Trotsky) y el CEIP León Trotsky (un centro de estudios, investigaciones y publicaciones) reunió firmas de celebrados intelectuales de diversas partes del mundo denunciando un conjunto de falsificaciones existentes en el guión de la serie que se contraponen con la historia real del dirigente ruso.
El documento fue firmado por destacadas organizaciones políticas de Argentina, Latinoamérica, Europa, e intelectuales de todo el mundo como Nancy Fraser, Robert Brenner, Frederic Jameson, Mike Davis y Slajov Zizek. De nuestro país adhirieron Horacio González, Alejandro Horowicz, Elsa Drucaroff y Jorge Alemán, entre otros.
Antes de su llegada al streaming, la miniserie de ocho capítulos fue estrenada por Canal Uno, la señal más popular de la Federación Rusa en noviembre de 2017, en coincidencia con los cien años de la Revolución Rusa. “¿Cuál es el objetivo de Putin al realizar estas falsificaciones? ¿Por qué denigrar a los revolucionarios cuando Rusia avanzó en la restauración capitalista y nada parece oponerse a la nueva burguesía rusa ni a Putin, que gobierna hace 18 años? ¿Por qué Netflix que llega a millones de personas en el mundo reproduce esta serie?”, son algunas de las preguntas que hace el documento. Más adelante, señala: “Si bien los autores de esta producción afirman basarse en hechos reales, llevan a cabo todo tipo de falsificaciones para denigrar la figura de Trotsky y la de los principales dirigentes de la revolución rusa”, sostiene el documento.
En su tramo final, el texto que fue remitido a la prensa sostiene la existencia de “diez falsificaciones en la serie”, donde resulta una demasiado expuesta: “Contra toda evidencia histórica y contradiciendo la visión de la época, de sus allegados y no allegados, la personalidad de Trotsky se muestra como egocéntrica, mesiánica, autoritaria, inhumana, criminal, competitiva, lo que estaría ligado a su siempre recordado origen judío. En su vejez sufre alucinaciones, atormentado por el remordimiento de sus crímenes en la revolución”, finaliza el texto.