Hoy se cumplen 50 años del lanzamiento de Letit be, último disco de The Beatles, una de las agrupaciones artísticas más relevantes de la historia moderna. Grabado antes pero publicado después de Abbey Road, Letit be no fue recibido con beneplácito por la crítica (algo que no era nada nuevo para los cuatro fabulosos de Liverpool), pero cuenta con canciones fundamentales como «Across the Universe», «I me mine», «Let it be» y «Get back», sólo por mencionar algunas, que nos recuerdan que un disco no destacado como “el mejor” de una gran banda, siempre puede ser un gran disco de todas formas.
El material mostró la voluntad de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr de volver a las bases, a un sonido despojado de ciertos recursos necesarios para incursionar en la psicodelia que los habían alejado -entre otros factores- de las presentaciones en vivo convirtiéndolos en una banda exclusivamente de estudios. Vale tener en cuenta esta lucidez premonitoria cuando reflexionemos sobre el posterior pasaje de la psicodelia al progresivo que abrazaron otros grupos de la escena, pero especialmente sobre el ocaso de la parafernalia insostenible del prog frente al estallido punk.
Volviendo a Let it be, el larga duración fue la banda de sonido de la película homónima, un documental dirigido por Michael Lindsay-Hoggsobre las jornadas de grabación, además de representar el germen del último e icónico concierto del grupo en la terraza de los estudios Apple Corps. en los que finalizaron el registro del material, luego del infructuoso comienzo en los Twickenham Film Studios. Con estas tomas, el material fílmico se convirtió en uno de los registros audiovisuales más relevantes de la cultura pop, ganando un Oscar en 1970 en la categoría “mejor banda sonora”.
Let it be, además, demostró la capacidad de The Beatles de trabajar como colectivo a pesar de que el vínculo entre sus miembros era prácticamente insostenible:quizás a excepción de Paul (quien, paradójicamente, sería el de mayor éxito en su posterior carrera solista), el resto estaba más enfocado en sus producciones individuales, además de los problemas que se venían acumulando tales como la creciente adicción a las drogas duras de John, la exigencia de mayor reconocimiento por parte de George, la introducción del exitoso, brillante, desquiciado y criminal productor Phil Spector (quien actualmente cumple una condena por femicidio). En fin, un combo que para cualquier grupo humano hubiera sido insostenible. Para ellos lo fue al poco tiempo, pero antes lograron concretar otro hito en su prolífica trayectoria.
El disco, como casi toda la producción de The Beatles, es el centro de un universo transmedia inagotable, en el que confluyen desde la reedición del material en 2003 por parte de Paul sin los arreglos de Spector bajo el título Letit be… naked, hasta el capítulo Homer’s barber shop cuartet de The Simpsons que homenajea al proceso de grabación del disco incluyendo al concierto en la azotea, emitido una década antes que el Naked. Además, el director Peter Jackson estrenará otro documental sobre el disco a partir de las grabaciones de la época durante este 2020 que, pandemia de por medio, pareciera necesitar más que nunca los aires de un mundo distinto, un mundo beatle.