Este viernes 8 de abril se estrena Pacífico, la nueva obra de Laura Fernández que tiene como protagonista y coautora a Daniela Salerno. “Daniela quería actuar, yo tenía ganas de dirigir, y las dos teníamos ganas de crear algo”, resume Fernández sobre esta sociedad creativa, como las que últimamente acostumbra emprender. “No sabíamos que, efectivamente, la obra iría adquiriendo la forma de unipersonal, simplemente se fue confirmando. Nos interesamos en ver qué surgía. Una trabaja desde la investigación en el teatro, y puede ser con peor o mejor suerte, pero si no investigamos y probamos, tampoco tenemos lugar en este mundo.”
Es ahí donde donde Pacífico encuentra el único -y también profundo- vínculo con la consagratoria Petróleo, la pieza que tuvo una dramaturgia y dirección coral y de las que Fernández fue parte. Se trata de una forma de la que aún no quiere alejarse, pero que tampoco por eso abraza como una verdad divina. “Hay algo de lo colectivo en la creación que a mí me interesa mucho. Donde la voz como concepto general esté mezclada con la piel. Siempre decimos: tenemos una obra y no sabemos quién escribió cada tramo; sentir que tu voz está fundida en otras voces, que a una le cuesta encontrar su propio rastro en el texto, las zonas profundas nunca son las propias: me interesa mucho trabajar en escena esa zona difusa entre la voz y la piel. Sobre todo, porque tenemos una historia de textos muy bien escritos pero que quedan más en el orden de lo textual, y cuando hay algo que se produce por fuera de la misma escritura, una voz, la improvisación, el espacio, la circunstancia; todo eso también forma parte de un texto y no solo el trabajo en soledad.”
Acaso aflojar un poco con el propio discurso y entregarse al lugar más auténtico. “El dramaturgo, la dramaturga es hablado no solo por las voces de la cultura, sino también por el otro y la otra que está trabajando: estás incorporando una cadencia, una forma, un registro para esa pausa, para ese cuerpo; eso es lindo. Cuando la escritura se va mezclando no sólo con el trabajo intelectual, sino que está atravesada por el trabajo espacial, y por espacial me refiero a todo lo que sucede en un aquí y ahora. Eso es tan difícil de encontrarlo, que no se puede pensar en forma escrita eso que quiero decir.”
Y a ese proceso se entregaron con Salerno. Todo comenzó con un gesto, que finalmente quedó muy lejos. “Empezamos con cartas de una actriz con su padre exiliado en Suecia en plena dictadura. Que como no se podía hablar de nada muy profundo, eran muy superficiales, pero sabiendo todo el trasfondo que conllevaban: la dictadura, el exilio, etcétera. Ese gesto nos interesaba mucho, pero no teníamos ganas de meternos con algo del biodrama, queríamos algo de la ficción”.
Lo que quedó fue una llamada telefónica “de más de una hora,” que pudiera mantener ese gesto inicial, aunque en otro contexto. Explica Fernández: “Se nos ocurrió que la protagonista podía ser una inspectora de migraciones, así que entrevistamos a trabajadoras y trabajadores de migraciones que nos fueron contando cómo es esto de irse tres días y quedar en un lugar difuso, muy a expensas del clima. Empezamos a pensar algo del exilio, pero más en términos de un trabajo formal, alguien que dice: yo me iría a viajar, rompería mi rutina, pero necesito un sueldo todos los meses. Y la narración empezó a tejerse ahí.”
Pero este unipersonal que parece tomar la forma de un soliloquio tiene, también, “un largo camino sinuoso: trabajando la sensación de estar ahí sola en la Patagonia, con el viento y sin nada, ver qué empieza a emerger, cómo se empieza a hiperbolizar lo que sucede a partir de un clima hostil, una casilla de dos por dos en una extensión de tierra sin fin”.
Un lugar que en cierta forma se puede imaginar como la desolación que dejan las ausencias poderosas, que en este caso, tocó de cerca a las creadoras: “Nuestros papás murieron en el proceso de trabajo de esta obra; creo que también hay algo de lo emocional ahí, de lo que tampoco se habla demasiado, pero está para nosotras”.
Autora y directora de numerosas puestas, Petróleo, estrenada hace cuatro años y que tendrá su última función en los próximos días, parece ser aquella que, en el tiempo, marque un antes y un después en la trayectoria de Laura Fernández: “La obra tiene aún el mismo germen de arrojo inicial”, asegura. “El arrojo de las pelucas, los bigotes y copiar al varón; ese arrojo está intacto, la obra sigue teniendo ese espíritu de cuándo nació. Sí hay algo de la mirada con la que fue vista, que la fue ampliando. Hay algo del movimiento feminista que hace que la obra tenga otro posicionamiento, si se quiere. Algo del diálogo con lo que va pasando que nos hace reflexionar más, pero hay algo de lo deportivo de ir a actuarla que es lo mismo. No hay nada que haya solemnizado la obra”.
Pacífico
De Daniela Salerno y Laura Fernández. Con: Daniela Salerno. Escenografía: Nicolás Botte. Realización: Nicolás Botte, Jerónimo Tedeschi, Manu Tedeschi, Emiliano Szumczuk. Estreno viernes 8 de abril a las 20.30 en El portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034.