Para la mayoría de los mortales sería el año de sus vidas. Sólo unos pocos pueden disfrutar de una gira de estadios por buena parte de Latinoamérica, EE UU y España. O conquistar el récord del show con más gente en la historia de México, cuando 300 mil almas –hasta el momento no pudo comprobarse si alguno de los presentes la había vendido o permutado con anterioridad– se agolparon en El Zócalo en junio pasado para ver a Los Fabulosos Cadillacs y dejaron chiquitas las presentaciones de Paul McCartney y Roger Waters, entre otros. Ese enorme periplo de millas y estribillos a voz en cuello tendrá su gran cierre el 2 de diciembre en el estadio de Ferro. Pero Sergio Rotman vive el momento con su reconocida combinación de entusiasmo, naturalidad y escepticismo.

En cada segundo que le deja libre su agenda de las grandes ligas, practica con fervor un foquismo rock incansable: agite punk/post-punk/reggae-ska y más. Rotman disfruta de las multitudes y las grandes luces con los Cadillacs –es miembro histórico, compositor, saxofonista–, pero su versión maldita se desarrolla a escalas más humanas, como en Strummer Bar. Allí sigue extendiendo su leyenda misántropa –esa que le valió registrar algunos de los mejores discos de las últimas décadas con Cienfuegos y El Siempreterno– que hoy continúa desafiando la moral, las buenas costumbres y los algoritmos con su proyecto Rotman y ese espacio de celebración colectiva llamado Dub Clash Orquesta.

Rotman con los Cadillcs.
Foto: @agustindusserre

“Con los Cadillacs vivimos un gran momento –explica–. Estamos grandes, ya no nos enroscamos con boludeces y tenemos mucha música para dar. Hoy la cultura rock está deformada por los grandes festivales, los sponsors, los featurings… Son casi todos iguales. Sin embargo, cuando salimos a tocar se nota que los Cadillacs somos algo real. Casi los únicos (risas). Eso me da un poco de esperanza, aunque la raza humana esté perdida. La gira es buenísima, pero a mí también me gustaría grabar un disco con temas nuevos. No estoy tan seguro si los demás chicos del grupo quieren lo mismo, pero todos los días hago lobby (más risas).”

Dicen que las razones de Dios son misteriosas, pero las del Satánico Dr. Rotman suelen serlo todavía más. El compositor, cantante, saxofonista y ocasional guitarrista se las viene arreglando desde hace más de cuatro décadas para dejar una impronta más o menos visible, pero siempre necesaria e indeleble en el under porteño. En los últimos años su actividad se multiplicó todavía más. La banda que lleva su apellido, la continuidad con Mimi Maura, Los Sedantes, su rol de DJ y colaboraciones varias le dieron más volumen a una obra siempre expansiva. “Cuando uno deja de tomar cocaína se tiene que dedicar a algo con obstinación para no aburrirse. Energía y ganas no me faltan. Es cuestión de enfocarlas”, señala risueño.

La última aventura discográfica de Rotman es el EP Fantasmas, el cual sigue presentando con esmero y dedicación. Se trata de otro festival del capricho artístico bien entendido. ¿Qué le propondría/suplicaría hasta el más inexperto de los productores a Rotman? Que haga un disco repleto de featurings –colegas de alto perfil, locales e internacionales, amigos no le faltan– y grabe covers de sus temas en los Cadillacs o grandes éxitos de lo que sea. Además de músico, Rotman es coleccionista y un melómano empedernido. Pero no. Decidió editar un homenaje de cuatro temas a Valió la Pena, un quinteto de post-punk que solía tocar en el Parakultural durante la segunda mitad de los ‘80. Más allá de su aporte creativo, la banda no dejó ningún registro grabado y muy pocos los recuerdan. Así las cosas, acompañado por Gabriel Muscio (batería), Álvaro Sánchez (bajo) y Saúl Díaz de Vivar (guitarra), Rotman interpreta a Valió la Pena y suena tan actual como siempre: le canta a la esperanza que se evapora, el desencanto, el amor fallido, la locura, el paso de los años y a todo lo que la humanidad sigue sin poder resolver y/o asumir.

Rotman, eterno niño hereje y líder de múltiples proyectos.


-¿Retomar el repertorio de una banda casi olvidada de los ’80 es desafiar al paso del tiempo y el algoritmo?

-Es una interpretación válida. La decrepitud es lo peor que hay. Pero esto salió más por otro lado, de casualidad, te diría. En vivo tocamos las canciones de Rotman (2019) y Odio (2021). Pero nos gusta variar, alternar, tener sorpresas. Buscando nuevo repertorio para los shows me acordé de esas canciones. Es una forma de reivindicar a Valió la Pena y ese tiempo. Sin nostalgias. No quiero decir que antes la música era mejor, pero obviamente lo era (risas). Sumarlas le hizo muy bien a nuestro vivo y decidimos grabarlo porque nos gustan y porque nos divierte hacer cosas por fuera de lo que la mayoría pueda imaginar.


El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos, ¿y el futuro? “Ya llegó. O no, vaya a saber (risas). Pero seguro que va a ser peor. Siempre es peor. Yo disfruto con la música. De acá a diciembre voy  a dar un show por mes como Rotman y otro con la Dub Clash Orquesta, siempre en Strummer. Voy a ‘disjokear’ con Mimi Maura y vamos a agitar el ciclo de grupos emergentes Basura Post-Punk. En noviembre la idea es volver a grabar con la banda, ya tenemos las canciones, pero probablemente lo editemos el año que viene. La vida sigue, hasta que se termina. Así de simple. Mejor no dejarse estar demasiado.” «


¿Cuándo?

Rotman: 15/9 en Strummer Bar.

Dub Clash Orquesta: 16/9 en Strummer Bar.

Los Fabulosos Cadillacs: 2/12 en el Estadio Ferro Carril Oeste.