Casi como si evocara el gag de alguna comedia –la descripción precisa, el tono indicado, la pausa exacta para crear suspenso– Lalo Mir relata asombrado anécdotas que le sucedieron desde que se convirtió en el alma máter de uno de los programas culturales argentinos más emblemáticos: “Estoy tomando sombra en Playa Tamarindo, en Costa Rica, y se me acerca una persona con acento caribeño y me dice (imita el acento): ‘¿Tú eres el presentador de Encuentro en el estudio?’. O en Iquitos, en el Amazonas, alojado en el medio de la selva, y aparece un limeño con sus anteojos de sol y me encara: ‘¡Lalo Mir!’”. Las situaciones se sucedieron, casi idénticas, en México, Nicaragua y hasta en Roma o París, aunque, aclara el locutor, siempre con gente de habla hispana.
Sobre la repercusión que consiguió el envío que en 2022 estrena su octava temporada por la pantalla de Encuentro, Lalo Mir, el locutor de voz inconfundible, animal de radio y entretenedor todoterreno, contesta con la austeridad de quien transitó más de la mitad de su vida dedicado a un mismo metier: “Me cuesta analizar por qué trasciende, porque estoy adentro. Pero Encuentro en el estudio es un programa sincero”.
Este año, después del impasse de la pandemia y de algunas temporadas de Encuentro en la cúpula, un sucedáneo del formato que, con variantes, llevó la idea original a los escenarios del Centro Cultural Kirchner, músicos e intérpretes vuelven a darse cita en los estudios Ion. Allí muestran lo suyo guiados por el célebre Jorge “Portugués” Da Silva en la ingeniería de sonido y en el mano a mano que entablan con el conductor. “Hacer un programa lleva horas. Llegan los plomos, arman, después vienen los músicos, prueban sonido, después llego yo… Y mientras todo eso sucede, se charla, se toma mate, se discute el partido de la noche anterior. Hay mucha camaradería: es la vida transcurriendo. Y por momentos se enciende la cámara y se graba. Hay un fluir entre estas dos cuestiones de la vida doméstica adentro del estudio y la grabación en sí. Y se contaminan, de alguna manera. Entonces, estás grabando y parece que estás como en tu casa, y eso le da un viso de realidad. Es un programa que sigue siendo muy artesanal”, analiza el presentador.
Desde sus primeras emisiones a fines de 2009, por Encuentro en el estudio pasaron las y los representantes más destacados de la música popular argentina y latinoamericana, en todos sus géneros. David Lebón, Fito Páez, Jairo, Pablo Lescano o la cubana Yusa son apenas algunos de ellos. “La primera temporada y la segunda, hasta que uno incorporó unos elementos que después son como el flujo sanguíneo (porque te olvidás de que están circulando), había un poco más de adrenalina, de nervios. Y sucede igual cuando viene alguien que no conozco ‘en carne y hueso’. No es lo mismo hacer un programa con Fito, Kevin Johansen o Divididos, por ejemplo, que grabarlo con un artista que no traté personalmente. Pero eso, es así hasta que la cosa empieza a fluir, y después me siento como pez en el agua”.
La alquimia responde a la vieja máxima: el todo es mucho más que la suma de las partes. No son solo los nombres, no son solo las canciones, ni tampoco se trata únicamente de asomarse a la intimidad de la profesión de los protagonistas. Sino que es el cruce de las variables lo que vuelve a Encuentro en el estudio una propuesta reconocible y valorada. “Lo que sucede en los primeros 15 minutos o la primera media hora depende de con quién esté hablando, vuelve a aparecer como tema por otro lado. Es que estoy aflojando y esperando que haya emoción. Cuando veo brillo en los ojos, ahí empieza la entrevista real. Todo lo que te cuento, editado, da esto. No hay mucha magia, es oficio puro”.
La vida desde el éter
Lalo Mir llegó a Buenos Aires en 1974 para sumarse (luego de algunas experiencias en San Pedro, su ciudad natal) como locutor a Radio Splendid y Radio Rivadavia. Este año, aclara, se cumple un aniversario muy especial: los 40 años de su primer programa “importante”, el histórico 9 PM, que condujo por Radio del Plata junto a Elizabeth Vernaci. “Empezó el 14 de marzo y la guerra de Malvinas fue el 2 de abril”, explica sobre ese otro hecho que, por varios motivos, influyó de manera determinante en el proyecto (ver recuadro). “Fue una locura total”, recuerda sobre el advenimiento del conflicto armado. “Yo siempre fui bastante escéptico. Todo el mundo estaba fascinado con la recuperación de las Malvinas y yo me agarraba la cabeza. Yo tenía un receptor de radio de banda, que capta desde la FM y la AM todas las ondas cortas. Salíamos de Del Plata y nos íbamos a casa y sintonizábamos la BBC, La voz de las Américas, Radio Madrid, Radio Moscú, y teníamos una fuente de información que, si bien todo el mundo podía escuchar, no iba con la argentinidad al palo, que prefería seguir el relato oficial”.
–Como comunicador y figura popular, cercana a la gente: ¿cómo se atraviesan esas situaciones sociales tan densas?
–Como puede cada uno. Somos un país espasmódico, pero nuestros espasmos son cortos. Es decir, tenemos una «espasmosidad» rápida, por decirlo de algún modo. Europa los tiene más lentos en el tiempo, pero igual fueron dos guerras mundiales, la Guerra Civil Española, ahora la guerra de Rusia-Ucrania… Es el ser humano, creo. Entonces, se trataría de cómo atraviesa el ser humano su vida. Somos argentinos. Y yo crecí así, entre golpes militares y Radio Colonia. Mi viejo escuchaba Radio Colonia para saber qué pasaba, porque la mayor parte de mi infancia y de mi adolescencia transcurrió con gobiernos militares. Tuve un poquito de Frondizi y un poquito de Illia, Perón y después Alfonsín. Mi papá, que era taxista, un tipo común y más o menos un seguidor de la política, leía el diario viejo porque no tenía plata para comprarlo. Agarraba el de dos días atrás y decía que era lo mismo, que había que hacer de cuenta que estábamos dos días atrasados, y tenía razón (risas)…
Esa primera oportunidad que le llegó hace cuatro décadas significó el comienzo de una carrera imparable. Ya a fines de los ‘80, Mir (que por estos días cumplió 70 años) y su impronta como speaker y entretenedor se volverían sinónimo de una de las radios más cruciales de la era democrática argentina: la Rock & Pop. Y aunque en esa casa supo hacer distintos programas y abrir camino a artistas como Fernando Peña (entre otros), el conductor dejó su marca tanto en otras emisoras como en diversos proyectos de televisión, además de atravesar todas las variantes que su profesión habilita. En la actualidad, mientras vive con un pie acá y otro allá (“cuando me aburro de San Pedro vuelvo a Buenos Aires, cuando me explota la cabeza, vuelvo a San Pedro”), representa con su voz a Radio Nacional y Radio Con Vos, y conduce el segmento Filo.Explica, por Filo News. También, a veces le “pinta” aparecer Instagram. El aire, dice, lo cansó un poco.
–Después de tantos años en la radio y en los medios: ¿cómo ves el oficio? ¿Es algo que aún se valore?
–La verdad es que todos hablamos. No puede ser orfebre cualquiera, porque no vendería ninguna pieza, ni cualquiera puede ser arquitecto, porque es una ciencia hacer un edificio. Pero hablar, hablamos todos. Entonces, digamos que se trata de un oficio que limita con las habilidades comunes de la humanidad. Es lo mismo que pasa en televisión, hoy muchos se paran frente a una cámara solo para decir boludeces (risas). Y sí, es cierto, se corrió el límite del oficio en este asunto de los medios.
–Vos nunca fuiste detractor de la tecnología y siempre te amoldaste a los nuevos códigos. Sin embargo, ¿creés que se está perdiendo el cariz más performático de la radio, aquello de crear una ilusión con lo que se ofrece?
–Todo cambia, las sociedades, los parámetros, los ejes de interés. Obviamente, la radio era más performática antes, era una radio de guión y de puesta en escena y hoy es una mesa de un café o el living de una casa, es más un reality. También están las redes sociales, que antes no estaban. Hoy cualquier persona se sienta frente a un micrófono y hace un programa, o algunos, incluso, con un micrófono o una cámara en Twitch, y tienen mil veces más audiencia que yo. Es un mundo totalmente diferente. «
Encuentro en el estudio
Octava temporada. Con la conducción de Lalo Mir. Jueves a las 22, por Canal Encuentro.
Todo se transforma, pero nada se pierde
Desde formatos hasta códigos, se podría decir que en su trayectoria Lalo Mir los abordó todos. Algunos, incluso, los inauguró. Quien pudo escuchar Aquí Radio Bangkok, el programa que desde 1987 y en la Rock & Pop llevó adelante junto con Bobby Flores y Douglas Vinci, recordará cuán disruptiva resultaba la experiencia. “Fue un fenómeno”, recuerda el conductor, que en abril celebró los 35 años de la primera emisión. “Rompimos un poco el molde, ¿no?”, ironiza. En esa emisora llevó adelante otros programas (entre ellos, Buenos Aires, una divina comedia y el emblemático Animal de radio), y fue él, también, quien descubrió a Fernando Peña, y una de las figuras que más apoyó el proyecto de radio La Colifata, del Hospital Borda. Pero Mir no vive de la nostalgia e intenta llevarse bien con el presente. “El podcast, como herramienta, es como la radio. ¿De dónde subo el volumen, de dónde sale el sonido? Del parlante y de los mismos botones que uso para la radio. Nada más que, en vez de venir de la antena, viene del teléfono. Como digo yo, un día nos van a poner un chip en el ojete y ya no va a haber más radio ni televisión, nos va a aparecer directamente todo en el cerebro (risas)”.
Vamos las bandas
La Guerra de Malvinas en 1982 vino a cambiar totalmente el panorama de Lalo Mir como conductor de 9 PM. “Era un programa que pasaba rock en castellano, inglés, lo que fuera. Al no poder pasar música en inglés debido a la guerra, se nos cortó una de las fuentes que alimentaba nuestra programación, y empezamos a pasar mucha música que todavía no se comercializaba: los famosos demos que los grupos nos mandaban”, explica el locutor. “El underground, sobre el final de la dictadura, estaba muy desarrollado, había muchos grupos, y muchos de ellos sonaron por primera vez en 9 PM”. Soda Stereo, Memphis la Blusera, Los Twist, Viudas e Hijas, La Torre, V8, Los Violadores, Dulces 16 y bandas españolas como Leño, Barón Rojo o Ariel Roth en su regreso al país tuvieron allí un espacio. “Había dos programas de rock: Cuero pesado, en Radio Continental, que pasaba heavy, y nosotros, que mandábamos un poco de todo. De repente, nuestro programa se transformó en el ‘Club del chico con el casete en la mano pidiendo que lo pasen’ (risas)”, redondea sobre aquellos tiempos.