Hacer «una lista de todas las cosas maravillosas que hay en el mundo. Todo aquello por lo que vale la pena vivir» es la misión que se impone el personaje protagonista de la historia. La lista –que tiene la pretensión de llegar al millón– está dirigida a su madre con el objetivo último de ayudarla a salir de la depresión.
Este es el punto de partida de Las cosas maravillosas, la obra de teatro de Duncan MacMillan y Jonny Donahoe, estrenada a escala mundial, que destaca por su tratamiento diferente, luminoso y creativo de un tema generalmente silenciado en el «mundo feliz» que quieren vender las sociedades capitalistas occidentales: los problemas de salud mental. En 2022, la obra tuvo como protagonista a Peter Lanzani, bajo la dirección de Dalia Elnecavé. En esta segunda etapa cuenta con un elenco rotativo de actrices y actores que harán temporadas limitadas de entre seis y 12 semanas cada uno para aportar diferentes colores y miradas al unipersonal que cosechó éxito de público y crítica el año pasado, todas bajo la dirección de Mey Scápola, la actriz de larga trayectoria que conquistó su lugar en la cultura popular en series como Graduados y Educando a Nina.
La primera profesional que aceptó encarnar este desafío fue Lali González, la actriz oriunda de Paraguay que se hizo famosa en la Argentina a partir de la película 7 cajas y luego con su protagónico en la 1-5/18.
–¿Qué representa para ustedes este proyecto?
Lali González:–Para mí, la obra significa una oportunidad de poder mostrar la faceta de mí actriz que estaba dormida. Significa volver a las tablas, al teatro y en ese sentido regresar al lugar del que yo vine, al volver a la actuación en vivo. Personalmente me siento como cuando te subís al último piso y tenés vértigo y pensás ¿cómo me bajo? Pero, a su vez, decís, «ahí estamos y voy a tirarme y espero que haya paracaídas». En este caso, mi paracaídas es Mey. Es una obra donde no paran las emociones, con mucho sentido del humor y que no tiene nada de monótona ni lineal.
Mey Scápola:–Es un desafío enorme dirigir un unipersonal porque ponés toda la carne al asador. También dirigir una obra que ya fue hecha en algún momento y brindarle a la gente la experiencia de que sea una nueva obra. No es reemplazo, ni una segunda versión. Es un proyecto que continúa con diferentes intérpretes y cada uno va a tener su color y su manera de contar. Es una obra que, pese a que habla de la salud mental es muy esperanzadora. Ese tema aparece corrido de su espacio más recurrente que es la vergüenza y el prejuicio. La obra pide momentos de mucha profundidad, muy llenos de luz y otros de silencio absoluto, de micrófono con música. La obra tiene subidas y bajadas como los tiene la mamá a la que se le dedica la mentada lista.
–¿Qué les parece que aporta el hecho de que esta vez encabecen el proyecto dos mujeres?
M.S.:–Hay algo del cuento que no cambia el hecho de que sea un narrador o una narradora. Pero que lo interprete una mujer y que lo dirija una mujer me parece hermoso para arrancar esta etapa. Claramente no es lo mismo. Tengo un hijo varón, pero tengo una madre mujer. No es lo mismo contar que tu madre no te acompañaba porque tenía problemas de salud mental. Ni mejor ni peor, pero es distinto. Las dos somos mamás. Y surge con otra intensidad la pregunta ¿qué es esto de no hacerle la vianda a tu hijito porque no podés? Es doloroso. Porque uno intenta siempre que la madre sea ese lugar luminoso y maravilloso para sus hijos.
L.G.:–A mí también me tocó mucho desde la maternidad. Te traslada a ciertos lugares como hija, como hermana, como amiga de… A esas situaciones que dejamos pasar en la vida y no disfrutamos porque no nos enfocamos. La obra advierte que las cosas maravillosas están en los detalles. Como mujer me movilizó bastante y produjo una metamorfosis en mi forma de ver la vida, un antes y un después. Después de interpretarla me siento más fuerte y despertó fibras llamativas en mi profesión, en mi oficio.
–¿Cuáles son los desafíos y dificultades que se les presentan como actriz y directora?
L.G.:–Yo que vengo de años de hacer televisión, tengo que volver a las letras de las cuales no puedo correrme ni una coma, a proyecciones de voces, a disociaciones de ritmos, háblame de locura (risas). Yo creo que el público va a salir maravillosamente loco de esta reunión. Lo más difícil es tener que dibujar escenas, dibujar como narradora, como narrar y dibujar escenas en una obra y que la gente no se quede dormida.
M.S.:–De las dificultades más grandes que tiene el texto es que no es un personaje. No es Laly, no es el actor, no tiene nombre. De hecho, el nombre es narrador o narradora. Es la que cuenta la historia. No es un personaje que tenga un comportamiento en particular. Está muy puesto en la palabra, en la profundidad, en la emoción, en la rima, en la risa. Es una persona que nos quiere contar todo el tiempo que la vida puede ser maravillosa, aunque tenga esos lugares tremendamente dolorosos. Ese es el personaje. Es alguien que después de mucho tiempo se anima a pedir ayuda, que siente que poder contar lo que le pasa está bueno y que pese a ese montón de dolores y angustias que la vida tiene puede ser feliz. El cuento es muy divertido, la obra es muy luminosa, el público es parte de la obra. No es teatro participativo ni mucho menos pero el público está abajo y arriba del escenario, así como la actriz está arriba y abajo del escenario.
–La pregunta es ineludible. ¿Cuáles son las cosas que listarían para dar cuenta de que vale la pena vivir?
L.G.:–Encontrar a la persona que te hace reír. El hecho de que alguien te haga reír es lo que más se puede disfrutar y te hacen tener más ganas de vivir.
M.S.:–Encontrarse con gente, con una mujer, con una amiga y con un par y sentir tanto amor y generosidad para compartir este proceso juntas es algo maravilloso. En este momento en que la gente labura sola, mira su ombligo, que impera el sálvese quien pueda. Acompañarla de la mano como si fuera una hija, pero que está arriba del escenario, es una cosa maravillosa. Es lo que listaría en este momento de mi profesión. «
Las cosas maravillosas
De Duncan Macmillan y Jonny Donahoe. Traducción y versión: Pablo Gershanik. Dirección: Mey Scapola. Actúa: Lali González. Lunes y martes a las 20, en el Multiteatro Comafi, Av. Corrientes 1283.
Rubén Francisco Macrí | Socio
8 May 2023 - 12:47
Imprescindible que el arte la ciencia y la política se articulen para promover la salud mental.