Dispuesto a dedicar sus últimos años a ser recordado como cree que merece, Francis Ford Coppola se puso a montar nuevamente su extraordinaria «Apocalypse Now. Y armó una versión que se llama Apocalypse Now: Final Cut. La poca información que circula sobre este nuevo corte del director (hubo otro en 2001) indican que la variaciones con el film estrenado en 1979 no son considerables, y que incluso algunas implican un reconocimiento tácito de que el corte original que habían hecho los productores tan malo no era, porque pese a las diferencias que hubo su momento, ahora Coppola las respetó.
Esta nueva edición a 40 años de su estreno sin dudas es una gran oportunidad para que las nuevas generaciones accedan en una versión acordes a sus exigencias de calidad (será lanzada en 4k), a uno de los films emblemáticos de la modernidad más reciente; uno que en buena medida inauguró -junto a Alien y un poco más tarde E.T.- el trípode sobre el que se basaría el entretenimiento fílmico en las décadas siguientes, a la vez que ofreció una visión totalmente novedosa de lo que puede ser la guerra.
En su extensión, además -y paradójicamente-, se condensan buena parte de los problemas por venir: lo que Coppola pensó y empezó a filmar en 1976 como una crítica y denuncia de lo que Estados Unidos había hecho con el mundo -en especial con el subdesarrollado-, terminó en 1979 como un anuncio de la vida que vendría: cínica, despiadada, lejos de las ideologías y bien cerca del lucro; incluso hasta en el valor que puede cobrar la identidad cuando no se consigue éxito en ninguno de esos “rubros” que el sistema comenzaba a aplaudir y premiar con gusto. Puede decirse que es un film casi 100 por ciento foucaultiano.
Coppola nunca fue reconocido como por este film. Lo había sido por El Padrino y Hollywood, en 1979, ya estaba para respaldar otras cosas: premió como mejor película a la pobre y en muchos casos retrógrada Kramer vs. Kramer; todo un anuncio del mundo que promocionaría y propiciaría Ronald Reagan desde 1981.
Coppola podrá ser reconocido por los millenials y cententenialls que hay reventado taquillas con films totalmente distintos. Los viejos recordarán las buenas películas que solían hacerse. En ambos casos tendrán nuevas respuestas (y dudas) sobre una pregunta que hoy carcome al mundo: ¿cómo llegamos hasta aquí?