La productora de Martin Scorsese, reconocido por haber dirigido Casino y Taxi Driver, compró los derechos de la Trilogía de la pasión de la escritora argentina Ariana Harwicz y, con el papel protagónico a cargo de Jennifer Lawrence, realizará la adaptación de Matate, amor, la novela en la que la maternidad se cruza con la locura en un pueblo de la Francia rural.
La productora de Scorsese adquirió los derechos de las otras dos obras que completan la Trilogía de la pasión: La débil mental y Precoz. La adaptación de Matate, amor (que llegará al cine con el título de la traducción al inglés, Die, my love, editada por el sello Charco Press) será dirigida por la escocesa Lynne Ramsay, realizadora de We need to talk about Kevin y You were never really here, su último trabajo. Además, se confirmó que la protagonista será Jennifer Lawrence, conocida por su rol en la exitosa saga Los juegos del hambre y por haber ganado un Oscar con El lado luminoso de la vida en 2012. «Se lee como Sylvia Plath, especialmente porque se trata de una mujer que sufre de posparto y se vuelve loca. Y Martin Scorsese está produciendo», confirmó la actriz durante una entrevista que concedió al New York Times esta semana.
Por su parte, la escritora argentina publicó en su cuenta de Instagram que siente «una gran felicidad» por la producción. Aunque no participará de la escritura del guión, Harwicz podrá tener acceso al proyecto que liderará Scorsese, que se suma a otras adaptaciones de su obra a distintos formatos. La novela La débil mental, que publicó en 2014 y que gira en torno al deseo femenino, la maternidad no deseada, la relación madre-hija y los sinsabores del “amor romántico”, se representó en teatro este año con la dirección y adaptación de la actriz Cristina Banegas.
Matate, amor, su primera novela y candidata al prestigioso Premio Man Booker y en la que narra de manera descarnada la experiencia violenta de reformular los vínculos familiares y el amor, ha generado además polémica en las redes. En 2021, Twitter bloqueó la cuenta de la escritora argentina alegando que promovía el suicidio, lo que la autora -quien suele pronunciarse en contra de los mecanismos simplificadores de la cancelación que hoy influyen en muchos ámbitos de la cultura- catalogó como «un mecanismo de coerción ideológica, con las pautas y coordenadas propias del liberalismo y del capitalismo».