El dueño de una funeraria de una pequeña localidad le enseña el oficio a su hijo, quien le dice a su novia que solo está ahí para ayudarlo y no para hacerse de un futuro. Un día reciben el cadáver de una mujer, encontrada entre otras víctimas de un misterioso crimen: una bella joven que no tiene causa aparente de muerte. El misterio comienza y crece a buen ritmo e intriga, con un pulso que por lo general no suelen tener las películas de terror.
Eso hasta cerca de la hora de duración, cuando cae en uno de esos errores del género que con tanta habilidad hasta ese momento había evitado: le pone cara al misterio. Y así empieza a caer sin remedio hasta poco antes del final, cuando la lucha contra el mal empareja todo en una meseta, no de mucha altura, pero que al menos evita la caída libre.
Nada más para un film bien de género y bien ideado desde sus características de producción (resolver en una sola locación sin recurrir a «la chica perseguida por el asesino»), pero que en un momento pisa el palito. Queda la amenaza (y esperanza) de secuela y un toque de venganza femenina que le puede ofrecer un techo mucho más alto.
La morgue (The Autopsy of Jane Doe. Reino Unido, 2016). Dirección: André Øvredal. Guión: Ian B. Goldberg, Richard Naing. Con: Emile Hirsch, Brian Cox, Michael McElhatton. 99 minutos.