A veces cuesta entender cuando por fin se cumple un sueño. Eso es lo que le pasa en estas semanas a Fernán Mirás con el estreno de su ópera prima El peso de la ley.
El film, protagonizado por Paola Barrientos, María Onetto, Darío Grandinetti, Darío Barassi y con participación del mismo Mirás, es un thriller con aristas dramáticas en el que una abogada debe defender a un acusado de violación al que considera culpable. «Hace unos años, Roberto Gispert (el otro guionista y productor del film) recordó un expediente que él tenía guardado de cuando se había recibido de abogado. Me decía que era un compendio de todos los errores del sistema judicial en un solo expediente, esos casos que les arruinan la vida al acusado y a la víctima. Me gustaba la idea de escribir una película sobre abogados que fuera entretenida y que suceda en los pasillos de los tribunales que yo también conozco», comenta Mirás a Tiempo.
Crear el guión tuvo un trabajo previo de investigación basado en entrevistas. «Mi primera pregunta era ‘¿por qué estudiaste Derecho?’ y a ellos les sorprendía ir tan atrás, pero te diría que le 90% te decía ‘bueno, yo era muy ingenuo'», agrega. «Como guionista, la duda clave fue qué hace que te vuelvas más cínico y te olvides de que por detrás de cada caso también hay personas».
-¿Por qué introducirte en un mundo que no conocías
-Cuando alguien habla de la Justicia siento mi ingenuidad y mi idealización ante lo que se dice. Una de las primeras cosas que te enseñan en Abogacía, antes de dar el examen, es que la justicia no existe. Que lo único que existe es lo que se puede probar, y que lo que no está en el expediente no está en el mundo. Como yo no pertenezco a ese mundo, sentía que escribiendo el guión, tenía la ingenuidad del espectador y el otro guionista que conocía de adentro toda la cocina se sorprendía de que yo me sorprendiera. A él fue al primero que le escuché decir ese tipo va a ir preso por portación de abogada, porque la abogada es una inútil, son frases comunes en ese ámbito.
Mirás está feliz. Habla de su trabajo y de repente pareciera pensar ¿yo hice eso?. Hace diez años, le habían ofrecido dirigir pero no se sentía preparado. Pero en ese entonces, ya estaba escribiendo guiones, algo que también le cambió la perspectiva creativa. Comenzó su carrera cuando era adolescente, y de esa generación de actores, está entre los primeros que se anima a dirigir.
-¿Cómo fue el encuentro con esta nueva vocación?
– Dirigir es una droga, entrás y ya casi no podés salir. Ahora estoy en un problema y es que quiero escribir guiones, quiero dirigir y quiero actuar. En mi caso, decidí rodearme de gente que sabe más que yo. A veces, en una ópera prima, por miedo a perder el control de la película no querés que nadie sepa más que vos, lo he visto en algunas ocasiones y no llegás a un buen resultado. Mi background como actor hizo que en un set yo entendiera más cosas, y las que no las entendía, las preguntaba. Desde los 17 años estoy en un estudio preguntándole todo a todos y pensé que era mera curiosidad o mi fascinación por el cine. Cuando logré dirigir, me di cuenta que en realidad, estaba preparándome para esto.
-¿Cómo fue el primer día de rodaje?
– Tenía mucho miedo un día antes de filmar pero a los dos días sentí que siempre había querido hacerlo pero no me daba cuenta o no me animaba porque es un rol que siempre respeté mucho. Yo pensé si pienso que voy a ser el director de una película voy a tener un ACV. Hace un mes me mandaron unas fotos para la página de la película y cuando la vi me di cuenta que había sido el director. Creo que siendo actor uno desarrolla una capacidad de negación. Por ejemplo, si voy a estrenar teatro no me acuerdo quién va a ir al estreno, trabajar como actor implica abstraerte mucho en un set donde hay problemas o concentrarte mucho en un estreno de teatro sin que te importe quién está en la sala, así desarrollás cierta negación. De alguna manera me fui dando cuenta que eso me protegió. Nunca pensé que estaba dirigiendo una película, pero me preocupé en dirigirla.
-¿Te costó convocar el elenco?
-Pensé en estos actores cuando tenía el guión, pero a la vez pensé que no podía pedirle a ellos que estén, no me animaba. Faltaba poco para que la película tenga luz verde y yo seguía dando vueltas para hablar con ellos, si no, tenía que pensar otras opciones. En ese mes, Onetto me invitó a ver un ensayo, y alguien dijo Che Fernán va a filmar una película y ella inmediatamente me preguntó si necesitaba algo. Con Grandinetti me pasó lo mismo estábamos en un asado y alguien me preguntó algo de la película y él se ofreció para algo. Yo le dije que no. Así fue cinco veces hasta que al último le dije que había pensando en él para un papel y que no me animaba, entonces me pidió que le mande guión. Al otro día, él viajaba a España ¡a filmar con Almodóvar! Me mandó un mensaje diciéndome que le había encantado. Lo recuerdo y lloro, me emociona. Fue como un regalo que me hicieron ellos de tenerme fe, de ponerle el hombro a alguien que está intentando algo nuevo. Sabían de mis ganas desde hace mucho y que hacerlo implica un riesgo. Para ellos también, es poner el cuerpo, tu nombre, tu tiempo y por otro lado no fue gente que vino a hacer esto de taquito, laburaron como si estuviesen con el mejor director del mundo. Para mí ellos son Paola, María y Darío porque son mis compañeros. Pero, el primer día estaba poniendo la cámara y mirando por el monitor y entró Darío pasando letra en el despacho del juez, me quedé un rato pensando en que Grandinetti estaba trabajando en mi primera película. Disfruté mucho de dirigirlos, trabajé con ellos y he visto a otro directores y por primera vez entendí el placer de tenerlos en el elenco, porque en las primeras tomas ya está la escena entonces lo que se puede trabajar después tiene un nivel de sutileza gigante.
-¿Sentís que podés hacer las dos cosas?
-En ningún momento se me cruzó hacer una cosa por otra. Cuando empecé a actuar era un actor que opinaba bastante. Lo cual está muy bien, porque los actores tienen opinión y es bueno escucharla. Dirigiendo lo primero que quiero saber es qué piensa el actor del personaje antes de decir qué pienso yo para ir encontrando entre los dos algo en común. Pero con los años aprendí a no hablar tanto, porque vos podés tener opiniones e ideas y eso puede interferir y no es para lo que te llaman. Lo vi en otros compañeros, gente con más años a veces opina menos. Yo empecé la película y empecé a actuar al toque y era un placer enorme que la responsabilidad sea sólo actuar. Desde que dejé la película, jamás me puse a pensar en la puesta que estaban haciendo, me encantaba sentir que me había sacado esa presión y que el responsable era otro y que la responsabilidad que yo tenía era la de toda la vida. Me resultó curioso es que el director me había quedado en la película no es que venía conmigo al otro set.
-¿Cómo se transita un personaje como actor y cuál es el recorrido que hace como director?
-Trabajar en un personaje es comprender y volver lógico para vos el punto de vista de una persona. Comprender cómo piensa esa persona, como actor me atrae cuando tiene una línea de pensamiento que me cuesta entender, pero que intuyo que tiene una lógica. En el caso del director, tenés que ver todas esas miradas y cómo funcionan en conflicto, es decir tenés que ver todo el partido de afuera. En el caso del guión, hay además que tratar de que no sea un partido aburrido y ver qué cosas descubre el personaje confrontando ese conflicto. El guión es entregar trama tema y personaje, y ahí hay algo muy personal. En la actuación es hacer propio algo que el otro imaginó y construyó. Lo que era curioso para mí era que después de empezar a escribir guiones cuando yo actuaba era más consciente de que eso era imaginación del autor. Cuando sos actor el texto es la biblia, viene de algún lado y vos creés que es algo concreto. Pero cuando empezás a escribir sentís que eso no era concreto y que sale todo de tu imaginación, eso te allana el camino a la hora de actuar y te hermana con la imaginación a la hora de dirigir.
-¿Tuviste que resolver muchas cosas en lo técnico?
-Descubrí que tenía un sentido práctico que no sabía. Uno tiene que decidir todo el tiempo y tiene que tomar la mejor decisión. El rodaje fue duro pero no tuvo mayores inconvenientes. El equipo de esta película ha hecho un esfuerzo sobrehumano para saltar ciertas dificultades que hubo y uno queda agradecido de por vida. Yo quería dirigir de una vez porque siento que es una profesión que la aprendés haciéndola. Quería meter las manos en el barro y quería saber si lo lograba y no lo lograba. Hoy vi un tráiler en un programa de televisión y casi me largo a llorar, me estoy pegando varios viajes.
-¿Cómo es ahora que ya la podés ver a la película?
-Hay algo muy increíble y es que con el coguionista hace dos años estábamos en un bar tirando ideas, el momento más placentero porque estás divagando pensando el guión y ver todo ese proceso de que viene un equipo y te habla del vestuario Hay todo un montón de gente que sobre esa misma idea te aportan un montón de otras. Es un laburo eminentemente grupal que tiene que tener una unidad y por eso decide una persona que es un director. Esa es su responsabilidad y es también su riesgo. Hoy siento algo raro, la sensación de que teníamos una historia en el aire y que eso cobró forma y está terminado. Voy a caer en un par de semanas de que la película existe. «
Loco por vos, de regreso
Mientras promociona la película, Mirás está grabando la segunda temporada de Loco por vos (Telefe) la sitcom protagonizada por Juan Minujín y Julieta Zylberberg donde él interpreta a «Tincho». «Es un género que siempre me interesó mucho. Hay un tono de actuación que me da curiosidad, lograr ese tono justo entre qué tan ridículo y qué tan verosímil es. Estos libros funcionan con un chiste cada dos frases también», afirma.
El cine, el teatro y la televisión en épocas difíciles
Observador de lo que pasa en el país, Mirás comenta lo que ve desde sus profesiones. Lo que hay es una crisis enorme en todos los aspectos, la televisión está en crisis económicamente. Se vivió enseguida al mes del cambio de gobierno, se vivió que las políticas económicas en todos los sectores. El arte es lo primero que recortás porque es un bien suntuoso. El teatro está muy mal. En la estructura de la televisión se siente el sacudón. Desde que lo vi, en el caso del cine, cuando comenzamos a armar el equipo técnico era difícil porque estaban todos los técnicos trabajando en miniseries o en películas y ahora eso está reducido, mucha gente que perdió sus contratos o que fueron separados de sus trabajos. En el cine y en la tevé la cantidad de técnicos que hay en una película siempre es mucho más grande que la de actores. Vos tenés cuarenta personas que trabajan y que viven de esa salida laboral y tenés siete actores, de los cuales uno o dos filmaron esa película. Pero en términos de equipos… Un termómetro que siento es que gente que era microfonista en tal película, diez años después, tenía un equipo de sonido, el que era editor, también. Y eso fue porque hubo muchísimo trabajo y se le dio mucha importancia a la cultura.