Apenas unos minutos después de las 21 del lunes y ante una congregación de fans que rondaban los 40 años, Killing Joke pisó el escenario de un The Roxy Live repleto y la máquina comenzó a sonar. La banda de culto nacida hace 40 años en Londres no se hizo esperar ante un público ansioso de escucharla y repasó lo mejor de su carrera en un show sin baches que se extendió por casi dos horas.
El tema con el que arrancaron la noche fue el clásico “Love Like Blood”, perteneciente al álbum “Night Time” (1985). Apenas sonaron sus primeros acordes todo el suelo de The Roxy Live tembló. El cantante y frontman Jaz Coleman, Geordie Walker en guitarra, Martin Glover Youth en el bajo y Paul Ferguson en la batería, más el tecladista invitado Reza Uhdin, sonaban sólidos, potentes y ajustados.
Con su carisma electrizante y vestido completamente de un negro profundo, Coleman no dejó de arengar al público, hasta incluso hacerlo imitar el sonido de un aullido, cantando con las manos en alto y abriendo bien los ojos al mejor estilo de Alice Cooper y Ozzy Osbourne.
Ver a Killing Joke es como estar dentro de un buen motor: su sonido envolvente hace vibrar mientras atraviesa diferentes estilos. Suenan heavy pero también lento y sus melodías dance resultan siempre irresistibles.
Estas leyendas vivientes se formaron en 1978 y tendieron un puente entre el postpunk, la new wave y la música industrial, influenciando posteriormente a muchas bandas, como Nine Inch Nails, Metallica y Nirvana.
Fueron casi dos horas de show intenso. Quince canciones, de las cuales sólo dos pertenecen a su último trabajo de estudio, “Pylon” (2015): “Autonomous Zone” y la escalofriante “New Cold War”, que Coleman presentó repitiendo, casi como un mantra: “El mundo nuevo no funciona, no funciona”.
El resto del repertorio fueron los clásicos que todos querían escuchar. Entre ellos brilló “Follow the Leaders”, donde Coleman presentó el tema diciendo que su ídolo es Simón Bolivar. A esa altura, The Roxy Live era una caldera sónica.
El grupo se fue despidiendo con un agradecimiento fraternal al público y Coleman también expresó su gratitud al resto de banda por todos los años juntos arriba del escenario. Los bises fueron “SO33”, “Death & resurrection show”, “Wardance” y “Pandemonium”.
Una suerte de éxtasis quedó flotando en el ambiente, la grata sensación después de un muy buen show que amenaza con ser único.