Nacida en Boedo, pero criada en La Paternal y Villa Luro, Julieta Laso es una intérprete con estilo propio. Se mueve entre el tango, el folklore, suma pinceladas de rock y mucho más. Fue la cantante de la Orquesta Típica Fernández Fierro durante cuatro años, hasta que decidió irse a vivir a Salta, junto a su pareja, la cineasta Lucrecia Martel. Lanzó su último trabajo solista a finales del año pasado, se llama Pata de perra e incluye la participación de Macha y el Bloque Depresivo, la mítica banda chilena. El 15 y 29 de febrero se presentará acompañada de los guitarristas Juan Otero, Germán Montaldo y Leandro Ángeli en el Centro Cultural Torquato Tasso, Defensa 1575.
-¿Qué buscás en las canciones que elegís interpretar?
-Algo que sienta que va conmigo. Me importa lo que se dice y si mi voz puede darle un color interesante. Hay mucho material, de grandes escritores, pero no siempre es fácil encontrar lo que uno busca. Es un proceso largo que requiere paciencia.
-¿Cómo fue el comienzo de tu carrera como cantante?
-Yo hacía teatro desde los nueve años. Me gustaba, pero estaba un poco frustrada porque no podía asentarme en esa faceta. Hasta que en una obra había que cantar y el director musical era Alejandro Balbis. Fue el primero que me dijo que tenía que cantar. Fui a la milonga Orsay, estaban los de la Fierro, Palo Pandolfo y me animé. Con Julián Peralta hablamos y él me propuso grabar y desde ahí comencé a cantar acompañada por Juan, Germán y Leandro, que ya eran tremendos guitarristas. Estuvimos tocando de antro en antro sin ver un peso, pero mi maestra Beatriz Muñoz me ayudó a decidir que esto era lo mío. Después, ya con la Fierro todo cambió, crecí profesionalmente.
-¿Por qué creés que encontraste en el tango tu lenguaje?
-Si no era tango no hubiese empezado a cantar. Recién hace poco, me animé a otros géneros. Había algo ahí que vibraba fuerte, que calaba hondo. Mis padres no eran tangueros, escuchaban música popular, pero bueno. Yo en una época descubrí a Tita Merello y me hice su fan para siempre. Quizás por ese lado vino. Pero de chica ya me gustaba el tango.
-¿Cómo eras en el colegio?
-De no estudiar. Lo único que quería era estar con mis amigos y amigas: me interesaban más en las relaciones sociales que lo académico, digamos (risas). Era medio un desastre, pero me gustaba. En la secundaria ya estaba muy metida con el teatro y era casi lo único que me interesaba. Quería ser actriz. Era mi mundo.
-¿La veta artística como nació?
-Mi familia ayudó. Mi mamá me llevaba mucho al cine y todos los viernes íbamos a ver obras al teatro. A mi hermano también le gustaba e íbamos a teatro juntos. Mi viejo me recitaba letras de Cafrune, Larralde y Atahualpa. Todos ellos me alentaban y me apoyaban.
-¿Qué actividad cotidiana sentís que también te nutre para la creatividad?
-Me gusta mucho la jardinería. Todo lo que sea plantas, me apasiona. Meter las manos en la tierra, plantar, cuidarlas es algo que me tiene en buena sintonía. También cuidar a mis perros y cocinar también. Sigo yendo mucho al teatro, cada vez que puedo.
-¿Qué plato no te falla?
-Soy buena para hacer caldos, sopas, guisos. No soy nada gourmet, hago comida diaria. Me sale rica la sopa, porque me gusta. Tengo la paciencia para que salga bien.
-¿Qué es lo mejor de viajar?
-Si lo hacés por trabajo es mostrar lo tuyo. Pero también te amplía la mirada. Viajar dentro de mi país o por Latinoamérica me hace sentir bien. Salir de Buenos Aires me despabila, me cachetea. Me ha enriquecido mucho. Ojalá lo pueda seguir haciendo toda la vida.
-¿Cómo te llevás con el futuro?
-Soy bastante pesimista. Le pongo garra. Pero me cuesta. ¡Imaginate cuando sea más vieja! Pero bueno. Me gusta hacer, cambiar, probar cosas diferentes, pero si me preguntan cómo veo el futuro, soy pesimista.
-¿El contexto actual no ayuda?
-Y no. Es triste, estoy enojada. Preocupada. Fui al Congreso para demostrar mi postura en contra de la ley ómnibus. Creo que es momento de movilizarse. No entiendo esa teoría que dice que hay que esperar. No hay que legitimar el ajuste, el estado de sitio y la represión que estamos viviendo. Nos estamos deshumanizando, hay que reaccionar.
-¿Qué te preocupa más?
-Veo que van pasando los gobiernos y la pobreza no para de crecer. Por eso llegamos a lo que nos pasa ahora, por no reaccionar, por seguir soportándolo. Ahora no queda otra que resistir a este gobierno demoníaco desde la calle, poner el cuerpo, no se puede esperar más.
-¿Crees que el contexto mundial colaboró en esto?
-Si, todo influye, y el gobierno anterior también tiene su responsabilidad, pero sobre todo es algo que todos deberíamos oponernos. La pobreza no puede crecer, la comida no puede faltar, no podemos seguir sin ver a los que sufren. El ajuste no es el camino.
-¿Pero no era sólo la casta la que iban a ajustar?
-Qué verso, ¿no? Ajustan jubilados, clase trabajadora, pobres, chicos, medianos… No queda otra que estar ahí, gritando basta. Ojalá hubiese otras maneras. Pero no me va eso de esperar, es muy «panza llena».
-Te manifestaste sobre la situación palestina en varias ocasiones. ¿Qué pensás sobre ese conflicto?
-Es desesperante. Me tiene particularmente angustiada ese tema. Me parece que es la mejor muestra que como humanidad fallamos por completo. Estamos viviendo un genocidio en HD y en tiempo real y el mundo, nada. A cada hora del día asesinan niños y niñas palestinos inocentes y a casi nadie le importa. Me atormenta como los grandes medios no dicen nada y el silencio de la sociedad.