Antes de que el mundo entero se viera obligado a ensayar una nueva normalidad, 2019 fue para Julieta Díaz otro año de trabajo y estrenos en las pantallas. Una de las actrices referente y más convocadas de la industria local, protagonizaba en cine éxitos de taquilla y producciones independientes (No soy tu mami, de Marcos Carnevale, y La forma de las horas, de Paula de Luque) y volvía a Telefe con una propuesta audaz: la de encarnar a una de cuatro mujeres que deciden compartir su maternidad, en la historia que Daniel Burman y Erika Halvorsen imaginaron como Pequeña Victoria.
Pandemia e incertidumbre de por medio, este lunes a las 23:45 llegará a la pantalla de Telefe la segunda temporada de la tira, rebautizada –en plural– Pequeñas Victorias, la cual ya está disponible en Amazon Prime Video. Los nuevos capítulos cuentan con la dirección de Juan Taratuto y constituyen no solo una buena noticia para el público, sino también para el medio televisivo, escaso en producciones locales desde incluso antes de la irrupción del Covid-19.
“Fue una de las primeras series de Telefe que se realizó en pandemia”, cuenta Díaz. “Filmamos en marzo de este año con un protocolo muy cuidado, nos sentimos muy bien. Fue difícil por momentos, pero una se adapta. Además, teníamos mucha felicidad de volver a trabajar, no solo por el hecho de reencontrarnos con los compañeros y las compañeras, que siempre es hermoso, sino también porque una necesita trabajar”, sintetiza la actriz. Y, casi inmediatamente, desarrolla: “También es muy interesante retomar una historia que ya arrancó. Eso acá no es tan común. Además, hacer diez capítulos siempre es más placentero que filmar muchos, porque tenés más tiempo para todo”.
–Más allá del salto en el tiempo que plantea el guión, ¿qué cambió sustancialmente para las tres mamás en esta temporada de Pequeñas Victorias?
–La serie las encuentra totalmente desunidas, el personaje de Selva ya no está (y ya van a ver por qué) y eso influyó seguramente, así como diferentes situaciones que cada una, con las distintas personalidades y vínculos, fue viviendo en esos años. Están muy desconectadas y eso las tiene mal, porque no conectar con tu hija o con tu compañero, compañera o compañere de crianza te pone mal. Y además, aunque son amigas, lo son en circunstancias raras. Jazmín, mi personaje, contrató a Barbi (Natalie Pérez) para la subrogación de vientre y luego consiguió una donación de esperma anónima. Creó un vínculo con Barbi, que finalmente quiso ser mamá y se quedó. Y cuando por un tema de salud tuvieron que buscar al donante de esperma, apareció una mujer trans, Emma (Mariana Genesio), que también quiso ejercer su maternidad y ahí empezó la historia. Pero después de todo eso conectaron con el corazón y las ganas, y se convirtieron en amigas. Pero algo pasa ahora, un desencuentro, que también tiene que ver con que Victoria (Lola Loyacono) creció, va a la escuela y los problemas son otros. Además, en esta familia no hay pareja, ellas no viven juntas, son tres y tienen que coordinar toda una logística y una forma de vida muy diferente a la que lleva cada una individualmente. En el caso de Jazmín, mi personaje, está queriendo reinsertarse en el trabajo luego del shock de la maternidad y no le resulta fácil, también porque es de otra generación. Es una mina de 40 y pico en un mundo que avanza y a veces es difícil, sobre todo para las mujeres, las mujeres que son madres en particular y las que ya no tienen ni 20 ni 30…
–¿Cuánto de Jazmín hay en Julieta y qué desafíos trajo para vos la maternidad?
–Hay algo de Jazmín que tiene que ver con la exigencia, el detalle, en lo que yo me encuentro parecida a ella. En otras cosas, no. Ella es superorganizada y se termina haciendo cargo de todo. Emma está más borrada con sus mambos y Barbi está más presente, pero de una manera intermitente. En mi caso, yo tengo un compañero de crianza que es mi exmarido, el padre de Elena, mi hija, que está superpresente. Tengo mucha suerte de que la maternidad y la paternidad puedan repartirse, como debe ser, y en este caso en el que no vivimos juntos. También, tal vez porque fui mamá a los 37 años, siento que hay algo más introspectivo. Algo de la maternidad que intensificó el trabajo conmigo misma. Una piensa que logró un montón de cosas pero al final nunca, nunca termina el trabajo con los hijos y las hijas. Si bien puede sucederle a cualquiera y a cualquier edad, cuando sos madre o padre y existe una persona que es más importante que vos, la situación te obliga sí o sí a mirar lo que pasa y a ser mejor persona, no solamente por vos o por los demás en general, sino porque realmente sentís que para la vitalidad de tu hijo o hija es crucial que estés mejor. Esa responsabilidad es intensa y también tiene, como todo lo que aparece entre las grietas, mucha luz. De todas formas, la tormenta es la tormenta…
Debajo de escena
Desde que saltó a la fama con su participación en Campeones, uno de los sucesos televisivos de Polka, Julieta Díaz nunca temió al compromiso con algunos de los temas más relevantes de la agenda pública. Hoy, entre otras causas y como muchas de sus colegas, la actriz a la que suelen convocar para encarnar a esas llamadas “mujeres fuertes”, defiende las reivindicaciones que los feminismos impulsan y renuevan.
–¿Qué sentís que cambió en la opinión pública con respecto a los temas que plantea Pequeñas Victorias?
–Creo que hay algo que está cambiando, esto de llevar al prime time, a la mesa familiar, no solo a las plataformas, cuestiones como las que plantea la serie. Incluso antes, Cien días para enamorarse había mostrado cuestiones que no solían aparecer en esos espacios. Para mí, hoy en día, el tema central al que nos asomamos pasa por la inclusión, la aceptación de la diferencia del otro, los tiempos del otro, las formas del otro… La otredad, si se quiere. Acomodarse a ella. Hay algo ahí que tiene que ver con la ética del cuidado, como plantea, por ejemplo, el ecofeminismo. Esto de atender a que hay otra persona delante nuestro a la que hay que escuchar, respetar, y que debemos encontrar un término medio. Y si bien una novela no va a cambiar el mundo, hay algo nuevo que está pasando con la ficción y es muy bueno. Y también el surgimiento de movimientos como la marea verde, movimientos de un humanismo, de una verdad, una lucha y una búsqueda humana amorosa, comprensiva e inclusiva, que son muy potentes y cuyo objetivo son los derechos humanos, la justicia. Aunque del otro lado… Como dirían en La guerra de las galaxias, del otro lado está el lado oscuro. Creo que así como hay un resurgimiento de la sensibilidad, los feminismos, las nuevas masculinidades, también hay una maldad y violencia que crece a la par. Y eso es preocupante. Del otro lado del feminismo crece un fascismo feroz. También estoy muy preocupada por el colapso ambiental…
–Estás trabajando fuertemente contra el acuerdo porcino con China…
–La verdad es que yo no soy experta en el tema, pero sí me hago eco de cosas que me preocupan y que siento que son muy importantes. Hoy hay que prestarle atención al colapso ambiental, de una manera política pero apartidaria. Desde hace rato, a mi manera, sobre todo ofreciendo información a partir de mi visibilidad, vengo militando con algunas ONG contra la minería a cielo abierto: hace muchos años ya, junto a muchos actores, hemos estado muy activos en eso. Los desmontes ilegales, los incendios intencionales, los loteos de tierra, la megaminería, el fracking, las megafactorías de granjas de países que vienen a Latinoamérica a realizar un tipo de producción que ya no hacen en sus países y que llegan acá hablando de “rápido ingreso de divisas”. ¿A costo de qué? ¿De inutilizar la tierra? En la Argentina quieren poner megagranjas porcinas y utilizar millones de litros de agua en lugares donde la gente no tiene agua potable para tomar. Hoy se sabe que el colapso es irreversible y el ser humano ya no puede predecir lo que va a pasar con la naturaleza, pero si tomamos consciencia podemos desacelerar la sinergia de catástrofes. No importa el partido, los gobiernos siempre hacen lo mismo, aunque tienen la obligación de informar a las personas y consultar a la gente por el voto popular. Todo esto me lleva a pensar, como decía antes, en el ecofeminismo que une a la tierra con la mujer, y así como el patriarcado viola y mata a la mujer, el capitalismo feroz y sin consciencia ambiental viola y mata a la tierra, suena casi poético pero no lo es, es literal. «
Pequeñas Victorias
Idea: Erika Halvorsen y Daniel Burman. Dirección: Juan Taratuto. Elenco: Julieta Díaz, Natalie Pérez, Mariana Genesio, Facundo Arana, Alan Sabbagh, Juan Leyrado, Miriam Odorico, Lola Loyacono y Joaquín Rescigno. Desde mañana, de lunes a viernes a las 23:45, por Telefe. Disponible en Amazon Prime Video.
Un esperado regreso a las tablas
Por estos días, la protagonista de Pequeñas Victorias aguarda que se solucionen algunos temas de producción para poder estrenar en Dumont4040, tal como estaba previsto para este mes, la obra Precoz, donde se pone nuevamente en la piel de una madre, esta vez la que la escritora argentina radicada en Francia Ariana Harwicz imaginó en la novela homónima.
“Es un proyecto que me presentó Lorena Vega, directora de la obra. Yo tenía muchas ganas de hacer teatro, hacía ocho años que no me subía al escenario”, cuenta Díaz. “Me gustó mucho el texto, tiene mucha intensidad, mucha poesía. Es una obra fuerte y hermosa. Me sumé, empezamos a trabajar con Tommy Wicz (actor que completa el elenco e interpreta a su hijo) y con Intensa producciones. Estamos muy felices”. La actriz se asoció a la producción “porque está bueno aportar y tomar algunas decisiones en un proyecto hecho a pulmón”. En paralelo, Díaz tiene previsto filmar en noviembre y también en 2022 (adelanta que con Carla Peterson), año en que además de continuar con Precoz planea formar parte de otra obra, en este caso dirigida por Javier Daulte.
Un encuentro y seis canciones listas para escuchar
Quienes siguen su carrera ya saben que otra de las pasiones de Julieta Díaz es el canto. Tal vez, incluso, ya se hayan anoticiado de que la artista también se siente poeta. Este año, por fin, vio la luz su primer trabajo discográfico, El revés de la sombra, en el que junto con el músico uruguayo Diego Presa despliega las dos facetas. “Yo escuchaba mucho El Astillero, la banda de la que Diego formaba parte. Después lo seguí a él como solista y siempre me sentí muy cercana a su poesía, su música y su manera de interpretar”, cuenta la actriz. “Compartí sus canciones en mis redes, él escuchó algunas cosas que hice con Javier Montalto y Lito Vitale, le gustaba mi poesía, cómo cantaba yo, y entonces le propuse hacer algo suyo o de Gabo Ferro… Él me redobló la apuesta y me dijo ‘mandame poesías, las musicalizamos y a lo mejor hacemos una canción’”. En medio de la pandemia fueron y vinieron sonidos y palabras, y los artistas se cruzaron en Montevideo, en el último otoño, para grabar un EP de seis canciones, disponible en Spotify. Díaz espera acomodar su agenda para hacer presentaciones en uno y otro lado del Río de la Plata.