Dicen que la historia la escriben los que ganan, pero –afortunadamente– no siempre es así. El proyecto de Ley de Aborto Seguro, Legal y Gratuito fue rechazado por el Senado en la madrugada del 9 de agosto de 2018. Pero la problemática sigue más vigente que nunca y la consciencia por la necesidad de una normativa que proteja a las mujeres se hizo todavía más visible y contundente. Sí, esta lucha está haciendo historia.
El cineasta Juan Solanas (hijo de Pino, nacido en Francia y radicado en Uruguay hace 6 años) quedó conmovido por la precariedad que padecen las mujeres argentinas y maravillado por la masiva militancia feminista que impulsó el debate del proyecto de ley. Por eso decidió testimoniar ese compromiso en las calles y frente al Congreso que marcó el 2018, y que hoy sigue más vivo que nunca.
«Siempre trabajé el cine desde la ficción. Viví casi toda mi vida en Francia y desde hace 6 años lo hago en Uruguay. Cuando me enteré que en la Argentina y en gran parte de Latinoamérica el aborto era clandestino, no lo podía creer. Hacer esta película me nació de las tripas. De las ganas de acompañar una lucha necesaria y urgente. Por eso puse todos mis proyectos en pausa y me vine a Buenos Aires a filmar durante aquellos agitados días del Congreso», explica Solanas.
«Que sea ley» se estrena hoy en la Argentina, pero ya recibió una ovación en Cannes y ganó en la categoría «Otra Mirada» en el Festival de Cine de San Sebastián.
–Trabajaste con una producción mínima.
–Totalmente. Mi cámara, el micrófono de la cámara, tres remeras y poco más. Con eso me vine a Buenos Aires. Después tuve que ir a buscar más ropa porque la cosa se extendía (risas). Esta es una película que hice en total libertad, fue un enorme placer no tener que hacer ninguna concesión con nada ni nadie. El cine suele ser una seguidilla de concesiones y uno a veces se termina preguntando si la película finalmente no perdió el alma en el proceso. «Que sea ley» es 100 por ciento lo que quiero. Hice casi todo con mi cámara al hombre. Fue una especie de dogma que me dio gran plasticidad para retratar muchos momentos únicos y conseguir testimonios espeluznantes.
–¿Sentís que el documental es una forma de multiplicar la lucha por el aborto seguro, legal y gratuito?
–Sí. La hace más visible. Aunque me propuse no bajar línea. Yo soy argentino nacido en Francia, un país donde el aborto es legal desde el año 74, y soy cineasta, desde ahí hice la película. No soy un especialista del feminismo, en Francia me crié en un ambiente casi igualitario. Pero no podía permanecer indiferente a todo lo que sucede en la Argentina. Lo que se vive en la Argentina con el aborto clandestino es macabro. Muere una mujer por semana en la Argentina, víctima de abortos clandestinos. En Latianoamérica la situación se multiplica a niveles diarios. Esto funciona casi como un reloj de muerte. Es inexorable. La película se plantea no bajar línea. Es información y cada uno podrá evaluar con ella.
–¿La parte más dura del documental fueron los testimonios?
–Sí, son historias muy crudas, de mucho abandono y soledad. Te dan una impotencia terrible. Son mujeres muy postergadas, con muy pocas herramientas económicas y culturales, libradas a su suerte. Incluso existe un tabú que impacta en chicas con mayores posibilidades. Como el caso de una militante que se quiso hacer un aborto con un perejil y sufrió una infección terrible. Por eso es necesaria la ley, lo más rápido posible, pero también la educación. Yo creo que, más tarde o más temprano, la ley va a salir. Porque el feminismo argentino es un movimiento muy fuerte que genera impacto y admiración global. Pero cada día sin ley gesta más muertes de mujeres inocentes.
Que sea ley. Guión, dirección y producción: Juan Solanas. Estreno: 3 de octubre de 2019.