Tras sacudir al mundo en apenas tres años con su revolucionario estilo, actuaciones memorables y un puñado de brillantes discos, moría hace medio siglo Jimi Hendrix, el más grande guitarrista de rock, que definió para siempre el sonido de este instrumento en el género a partir de una soberbia e inigualable destreza reñida con la ortodoxia y el carácter expresivo de su toque.
Su velocidad para ejecutar solos, su indescifrable técnica, su capacidad para combinar distintos efectos como distorsiones o el uso del pedal wah-wah y sus acrobáticas y pirotécnicas presentaciones, perfiló a este artista, nacido en Seattle y fallecido a los 27 años en Londres, como un modelo a seguir por todos sus colegas.
Pero además de destacarse como la quintaesencia del guitarrista de rock, este músico también dejó su sello como autor con clásicos como «Little Wing», «Purple Haze», «Voodoo Chile» y «Crosstown Traffic», entre otros.
Al frente del trío que completaban el bajista Noel Redding y el baterista Mitch Mitchell, con el nombre The Jimi Hendrix Experience, grabó tres revolucionarios discos –»Are You Experienced», «Axis: Bold as Love» y «Electric Ladyland»-, y encabezó tres shows icónicos: el del Festival en Monterrey, de 1967, que marcó su estruendosa aparición; el de la Isla de Wight, en 1968; y el emblemático Woodstock, de 1969, en donde inmortalizó una incendiaria versión de «The Star Spangled Banner», el himno estadounidense.
Más allá de impactantes performances como la de quemar su guitarra a manera de un sacrificio, su asombrosa destreza, con acrobacias como tocar con los dientes o con la guitarra en la espalda, no solo cautivó a miles de personas, sino también a estrellas como Paul McCartney y Bob Dylan; aunque también provocó celos en indiscutibles de la época como Eric Clapton y Pete Townshend, de The Who.
Claudio Gabis, uno de los primeros héroes de la guitarra local, definió a la música de Hendrix como «el cubismo del rock» y comparó su obra con la realizada en el plano de la pintura por Pablo Picasso.
El exManal puntualizó que la música popular hasta ese momento, aunque «muy buena», era «como el cine en blanco y negro» y «en tres dimensiones»; y a partir de la aparición de Hendrix «todo se escuchaba en colores, ahora todo tenía cuatro dimensiones».
«Hasta allí, los temas hablaban de amor juvenil, tenían armonías y melodías fáciles y la guitarra eléctrica era un elemento importante en el sonido y la imagen de los grupos, aunque su labor musical no superara al solo de una vuelta emulando la melodía principal, con un tono agradable o agresivo, según se considerara conveniente», recordó.
Del mismo modo que para Gabis, el contacto iniciático con este artista también fue determinante para sus colegas Baltasar Comotto, reconocido por su labor con el Indio Solari, Andrés Calamaro y Luis Alberto Spinetta, entre otros; y Tito Fargo, ex Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y actual Gran Martell.
«Para todo los guitarristas de mi generación, querer tener un Marshall y una Strato surgió a partir de incorporar esa locura que Jimi Hendrix nos dio. Un tipo de los pocos que ha podido hacer de su instrumento una prolongación de su cuerpo. Algo muy difícil de lograr. Un tipo hipercreativo en todos los aspectos. Para mí, el inventor de la guitarra de rock», definió Fargo.
Por su parte, Comotto graficó que se trata de un guitarrista «futurista, eléctrico, psicodélico y súper expresivo», algo que ejemplificó al citar «Machine Gun», la canción que afirma que le «partió la cabeza» al escucharla por primera vez «a los 11 o 12 años».
«Ese solo colgando esa nota, ese acople de más de diez segundos era una cosa que no lo podía creer. Reflejaba con la música cosas que otros violeros por ahí no lo conseguían. En este caso, con el sonido de la guitarra pintaba un paisaje de guerra que se estaba viviendo en Vietnam en esa época. Eso es muy difícil», puntualizó el músico de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
Precisamente, a partir de esta misma percepción, Gabis se atrevió a comparar el trabajo realizado en «Machine Gun» con el famoso «Guernica», de Picasso, inspirado en los bombardeos de aviones alemanes en esa ciudad.
«Es uno de los más acabados equivalentes musicales del cuadro `Guernica´, una de las mas desgarradoras evocaciones artísticas del horror bélico. He pasado horas contemplando en vivo, o virtualmente, el cuadro de Picasso, y lo mismo hice escuchando `Machine Gun´. Ambas son para mí obras indefectiblemente vinculadas que manifiestan el mismo sentimiento», dijo Gabis al argumentar el carácter cubista de Hendrix.
Comotto opinó que «no se ha mejorado el sonido de la guitarra» después de este artista, en coincidencia con Fargo, quien admitió que «otros guitarristas aplicaron esas técnicas pero no lograron mover tanto» como en este caso.
Mientras, Gabis intentó dar detalles sobre el particular estilo que define a Hendrix como único. «Tarde meses en entender, poco a poco, su forma de tocar. Sus climas, sus intenciones y el sentido de sus solos me parecían música extraterrestre. Hoy entiendo que el estilo de Hendrix se desarrollo a partir del error y la libertad de expresión. Consiguió, con mucha voluntad, estudio y osadía, convertir pifies e imperfección en belleza y exotismo, haciendo su forma de tocar inimitable. Me atrevo a decir que, en el jazz, Miles consiguió algo parecido, pero no me pidan que lo justifique», aseguró.
La mañana del 18 de septiembre de 1970 Jimi Hendrix fue hallado inconsciente, en un departamento que habitaba en la zona londinense de Notting Hill, a raíz de un accidente producido por el consumo de alcohol y barbitúricos. Tras los fallidos intentos de reanimación, el genial guitarrista pasó a ser miembro selecto del morboso «Club de los 27» pero, fundamentalmente, inauguró una leyenda imposible de igualar.