Javier Malosetti fue uno de los grandes bajistas que pasaron por las eclécticas formaciones de las bandas de Luis Alberto Spinetta. Con poco más de 20 años, Malosetti reemplazó a Machi Rufino durante la época de Tester de violencia (uno de los discos más emblemáticos del Flaco lanzado en 1988) aportando una participación activa y extensa en varios de los álbumes siguientes de la discografía spinetteana.
–¿Cómo era tu vida antes de tocar con el Flaco?
-Yo estaba tratando de tocar jazz antes de entrar a la banda de Luis, esa es la verdad. En esa época era muy chico, tocaba con el Mono Fontana y Jota Morelli en un grupo que teníamos en el ’87 más o menos, pero ellos ya tocaban con Spinetta, así que les decía que me moría por tocar con Luis. Al mismo tiempo, iba a sus ensayos invitado por el Mono En algún momento Machi se va, Luis me invitó a una zapada el 1° de enero de 1989, y después de tocar muchos temas de Los niños que escriben en el cielo, me anotó una lista de 25 temas para que me los aprendiera para un primer show que sería el de muchos más que vendrían. No lo olvido más porque Luis era mi ídolo.
–¿Y qué fuiste aprendiendo a su lado?
-Con él arranqué grabando Don Lucero en 1989, y también conocí a las multitudes en los conciertos, algo que me llamaba la atención porque yo tocaba para poca gente como la del jazz. Saltar de ese espacio al volumen de popularidad que movía Luis era toda una experiencia increíble. Junto a él aprendí cosas inéditas que me impresionaban, y sobre todo me sorprendía su manejo del todo.
–¿Cuán difícil fue dejar de tocar con él años más tarde?
-En un momento tuve que irme porque mi carrera solista estaba creciendo. Cuando pensé de qué manera iba a decírselo luego de faltar a unos ensayos lo llamé, pero me primereó al decirme que ya había probado a una chica que tocaba muy bien y que se llamaba Nerina Nicotra. Creo que él sabiamente había intuido mi jugada. Pero quedamos como amigos, incluso más que antes de mi partida como miembro de su banda.
–Compartiste varias etapas junto a Spinetta. ¿Recordás algo especial de esos años?
–Pasé mucho tiempo con él, pero lo que más recuerdo es que era un tipo siempre dispuesto a divertir al otro, muy chistoso siempre. Sin embargo, su halo de héroe no lo perdía. Para mí, él siempre midió como cinco metros de alto. «