El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos y casi siempre los cantantes de las bandas de rock se hacen solistas. Iván Noble construyó un nombre como voz y líder de los Caballeros de la Quema, pero ya tiene más años despuntando el vicio de cantautor taciturno que como agitador de aquella exitosa banda de rock barrial. El tiempo pasa –una de sus obsesiones– y su voz menos áspera y cada vez más familiar se anima a grabar temas popularizados por Chavela Vargas, de Shakira y de Rosana, entre otros. Ya tiene ocho discos solistas, dos libros, el berretín de ser un polemista incisivo en Twitter –el macrismo en particular y el neoliberalismo en general son sus víctimas recurrentes– y el respeto de los trabajadores de prensa por haber tocado en un festival contra los despidos en el diario Clarín. El tiempo pasa –insistirá más tarde Noble– y, con mañas viejas y alguna nueva, seguirá construyendo un camino a su manera.
Su flamante álbum se llama Mujer & Ego, un curioso juego de palabras que propone la descomposición del término mujeriego. No se trata de un disco más. Por primera vez Noble se aparta completamente de su faceta de compositor y se entrega a interpretar un repertorio de once canciones ajenas, compuestas o popularizadas por mujeres. En ese marco aparecen «Canción de caminantes» (María Elena Walsh), “Para qué sufrir” (Natalia Lafourcade), “Me voy” (Julieta Venegas), “Si tú no estás aquí” (Rosana), “Moscas en la casa” (Shakira) y “Que te vaya bonito” (de José Alfredo Jiménez, pero popularizada por Chavela Vargas), entre otras. La tapa del disco refuerza la idea de acercarse al universo femenino con fotos de su madre, sus abuelas y sus bisabuelas.
Noble presentará oficialmente Mujer & Ego este sábado en el Teatro Ópera. Pocos días antes se encontró con Tiempo Argentino para hablar de su presente y las expectativas por lo que viene.
–¿Cómo surgió la idea de grabar un disco con composiciones realizadas o popularizadas por mujeres?
–Se fue dando naturalmente. Lo que tenía claro y venía pensando desde hace un par de años era que quería hacer un disco con temas de otros. Necesitaba parar un poco la pelota y descansar de mí; de mi música y de mis letras. Llega un momento para un tipo que compone que se siente un poco asqueado de lo que viene haciendo. Y a esta altura de mis huesos no siento ninguna obligación de grabar temas míos por grabarlos. En los primeros demos había canciones de hombres y de mujeres, pero me di cuenta que versionar a Sabina o Los Rodríguez –por citar un par de ejemplos– me resultaba mucho más sencillo que ponerme en la piel y el tono de una mujer, aunque invariablemente esto último iba a tener que bajarlo por cuestiones técnicas. La dificultad me entusiasmó más y decidí hacer todos temas de mujeres. No es un homenaje, pero seguramente influyó el clima de época, donde la cuestión de la mujer está arriba de la mesa todo el tiempo. Tampoco es un disco feminista ni político: simplemente son canciones compuestas por mujeres que me hubiera encantado que se me ocurrieran a mí.
–¿Cuáles fueron las primeras canciones que empezaste a trabajar y dispararon el concepto final del disco?
–La primera que grabé en los demos fue «Canción de caminantes», de María Elena Walsh. Después le tocó a «Moscas en la casa», de Shakira. Esta última es una canción que daba vueltas en mi vida desde hace mucho tiempo. Cuando estaba casado con Julieta (Ortega) era como una banda de sonido porque ella y sus amigas la escuchaban muchísimo. Para mí es casi un registro de época.
–¿Pero la canción te gustaba o buscaste resignificar un recuerdo?
–Me gustaba y me gusta. Todas las canciones del disco son temas que me hubiera encantado haber escrito. A mí no me interesa el consumo irónico de música. Después de esas dos canciones iniciales se fueron sumando otras. Algunas que tenían mucho que ver con mi adolescencia, como «Una canción diferente”, de Celeste Carballo que en el disco tiene a Soledad como invitada; y otras que me propusieron y me gustaron mucho, como “Qué mal que estoy” (Ile) o chicas más nuevas y muy talentosas como Loli Molina, de quien grabé “Las cosas que se quedan en vos”. Con los años le escapo cada vez más a los prejuicios. Siempre hay un canon y dentro del canon gente más condecorada que otra. Pero hay artistas que me gustan muchísimo y tienen algunas canciones horribles y viceversa. Este disco está por fuera de cualquier prejuicio.
–Siempre compusiste mucho. ¿Cómo te sentiste en el rol de intérprete?
–Lo disfruté mucho. Al no ser temas propios pude ser más puntilloso en el laburo de cantar e interpretar. La idea de apropiarte por un rato de un tema de otro es muy interesante. Buscar darle una impronta personal sin tergiversarlo es un desafío. Cuando grabo mis temas, quizás inconscientemente, jerarquizo la composición a mi faceta como cantante. Este disco me permitió centrar todo en mi laburo como cantante.
Grabado en Los Ángeles
Mujer & Ego fue grabado en el estudio Igloo Music de Los Ángeles (EE UU) con la participación de sesionistas locales como Aaron Sterlin en batería (John Mayer, Fiona Apple), Mark Goldenberg en bajo (Bob Dylan, Bonnie Raitt), David Levita en guitarras (Lana del Rey, Morrissey), y Jon Gilutin en teclados (Kenny Rodgers, James Taylor). Esa amalgama de músicos le dio al disco un telón de fondo más cercano al rock, folk y blues, aunque con la voz y las melodías en primerísimo plano. «Estos sesionistas son tipos muy capos. Quería que las canciones las tocara gente que no las conocía para darles una impronta más fresca. Un sesionista es un tipo que cuando suena la campana se va para la casa y ya no le importa nada. Pero mientras está con vos tiene muchos recursos y, como son muy profesionales, le ponen ganas para que salga de la mejor manera. Es una forma muy práctica de trabajar para un solista», destaca Noble.
–Editaste un disco con canciones de mujeres en plena ola verde. ¿Cómo ves este presente con un feminismo tan movilizado y peleando por sus derechos?
–Lo vivo como un espectador y trato de ser oyente, de aprender. Hay dos o tres principios básicos y urgentes en los que, imagino, todo ser humano de bien está de acuerdo: la violencia que padecen las mujeres debe cesar, el aborto es un derecho y la igualdad laboral es impostergable. Eso es básico. Son luchas del colectivo feminista y uno apoya desde un costado porque ese también es un tema de discusión: el rol de los hombres en este contexto no debe buscar protagonismos desmedidos. No me gusta la sobreactuación masculina en favor del feminismo, eso de aliados me genera sospechas. Soy un tipo de 51 años, reviso mis conductas y trato de ser un poco menos torpe y sacarme de encima ciertas costumbres. Me parece que los varones –y las mujeres también– estamos salpicados en una cultura machista. Somos hijos de (Alberto) Olmedo y no lo digo peyorativamente. Pero lo que nos parecía interesantísimo cuando teníamos 20 años hoy ya no lo es. Combato algunas cosas que uno tiene impregnadas y trabajo para que mi hijo sea mucho mejor. Pero no me gusta sobreactuar que no vengo de donde vengo. Con respecto a las voces del feminismo, como en todo gran movimiento, me identifico más con algunas que con otras. Es normal. Me interesa mucho el pensamiento de Graciana Peñafort, por ejemplo.
–Sos muy activo en Twitter y criticaste mucho al gobierno de Macri. ¿Qué balance podés hacer de estos cuatro años?
–Lo mejor del macrismo es que deja el poder en unos pocos días. La verdad que me cuesta muchísimo encontrar algo positivo que hayan hecho… Quizás que por fin se constituyó una opción de derecha que juega en la arena política y llegó al poder por el voto. En términos de brocha gorda, es una derecha que siempre estuvo ahí, pero que ahora encontró un partido o una alianza. Aunque no creo que todo el que votó al PRO sea un garca. Hay que analizar con más profundidad. Espero que estos cuatro años terribles hayan sido lo suficientemente esclarecedores para ellos.
–No parece. Juntos por el Cambio sacó más del 40% de los votos en las elecciones presidenciales.
–Es verdad. Hay un antiperonismo muy arraigado. Una cosa de desconfiar de los gobiernos y movimientos populares muy fuerte. Está la grieta… Pero en el fondo siempre es lo mismo: son dos modelos de país, uno inclusivo y otro que deja mucha gente afuera. Todo eso más allá que en el peronismo, como en todo movimiento de masas, hay contradicciones y tensiones de todo tipo. Pero yo siempre apuesto a un modelo de país inclusivo. «
¿Cuándo?
Iván Noble presenta Mujer & Ego. Sábado 7 de diciembre a las 21, en el Teatro Ópera, Av. Corrientes 860.
Caballeros, cada tanto
Al comando de Los Caballeros de la Quema, Noble editó seis discos de estudio y pateó escenarios durante casi 14 años. Su hit plenipotenciario fue «Avanti morocha». Tras la separación de 2002, recién se permitieron el reencuentro en 2017, pero siempre en vivo y en circunstancias muy ocasionales. Dentro de poco volverán a los escenarios para sumarse al line-up de Cosquín Rock 2020.
–Los regresos cíclicos de las bandas de rock son un fenómeno muy extendido en todo el mundo. Nosotros nos lo permitimos recién hace dos años, para un show en La Plata. Lo hicimos con entusiasmo, pero también con muchas dudas sobre cómo iba a salir musicalmente. La pasamos bien, nos dimos un abrazo y no nos volvimos a ver hasta el próximo recital, que creo que fue en Mar del Plata. Tampoco nos volvimos a ver después del show en el Estadio Malvinas Argentinas y creo que es una gran fórmula para que esto se sostenga. Hacemos reuniones intensivas para ensayar y tocar, recordamos anécdotas, nos reímos un poco y después volvemos a la nuestra. Tenía ciertos pruritos de los resultados de la vuelta de la banda, pero puedo decir con toda convicción que sonamos mucho mejor que antes. Nuestros reencuentros están funcionando de esta manera, lo que me permitió recuperar cierto entusiasmo y agradezco mucho. Pero no podría volver a ser parte de una banda. El modelo reencuentro fugaz y después «taza, taza, cada uno a su casa» está funcionando muy bien. Y equipo que gana no se toca.
Los años, la vida y el rock
El tema del paso del tiempo se coló en forma recurrente durante la entrevista. Evidentemente, es un asunto que a Noble le preocupa, más allá de que parezca llevarlo con holgada elegancia. «En la cultura rock original no estaba contemplado envejecer. Prevalecía esa idea tonta de morir joven y dejar un cadáver presentable. Pero pasaron las décadas y se hizo inexorable. De la negación del paso del tiempo surgieron muchas caricaturas. No se puede ser lo que uno ya no es: ¿cómo hacés para parecerte a cuando tenías 21 años? Más allá de eso, muchas bandas y solistas suman años y siguen siendo muy interesantes. Pero yo me corrí del rock y tengo mucha más libertad. Me fui retirando muy de a poco del mandato del género. Si tengo que cantar con anteojos porque me cuesta hacer foco no pasa absolutamente nada. En ese punto llevo el tema de los años con tranquilidad. No hay que complicarse con esas cosas. Los asuntos de los jóvenes hay que dejárselos a los pibes de las nuevas olas», asegura el cantante y compositor.
«