No se apuró, no se dejó ganar por la ansiedad de seguir grabando canciones tras canciones sino era algo natural. Salió a la luz con Arbola, su elogiado debut discográfico, al que tocó en vivo cuando pudo, pero luego vino la introspección. Fueron meses de silencio hasta que Melina Moguilevsky volvió a experimentar el hambre, la necesidad, que la llevó de nuevo al estudio para registrar Mudar, su segundo álbum que este sábado a las 21 hs. presenta en Caras y Caretas (Sarmiento 2037).
– ¿Cómo fue el proceso compositivo de Mudar?
– El disco está conformado por 14 canciones que se fueron gestando luego de un largo período de no componer. Vino la necesidad de dejar de tocar y meterme un poco para adentro. Hasta que, después de un viaje, sentí cómo volvió ese hambre, esa necesidad, cómo empezaban a aparecer nuevas palabras, nuevas ideas… y salió una tanda de más de 20 temas. El proceso de cada canción fue muy particular. Algunos salieron de sentarme en el piano y encontrar unos acordes, unos ostinatos y cantar melodías encima, con o sin letra, otros de cantar con un tambor. En otros casos se me vino la letra toda junta y luego apareció la música… cada tema nació de un lugar bien diferente.
– En este álbum le diste un lugar de mayor preponderancia a la palabra ¿fue un resultado buscado o se dio en el desarrollo?
– Creo que las dos cosas. Por un lado, esas palabras se me aparecieron con mayor contundencia y claridad, y por otro lado, también me empezó a interesar más ese modo de decir más directo, sin «velos» e intenté plasmar de esa forma mi decir.
– ¿Cómo describirías el trabajo de exploración y experimentación que hacés con tu voz en cada composición?
– Intento siempre buscar libertad, tanto en la paleta tímbrica como en los giros melódicos y en la forma de decir la letra. Liberarme yo misma de mis lugares comunes, y no quedarme pegada a algo que ya me «funcionó» antes. Intento desviarme de esas zonas de confort para experimentar y ver qué me pasa en los lugares que me son novedosos. Eso me da vértigo y me llena de interés por seguir buscando. Y, a la vez, busco que la expresión de la voz salga siempre de un lugar franco, que me represente y sea genuino.
– ¿Cómo te preparás para el concierto del sábado?
Será un desafío enorme. No sólo por animarme a un teatro grande como el Caras y Caretas, sino también por plantear el desafío de llevar un disco con tanta producción a sonar en vivo. La idea es dar a conocer el disco, mostrar en vivo todos los arreglos como fueron grabados, lo más fiel posible a lo que suena en el disco. Por eso, además de la banda (Tomás Fares en piano y coros, Lucio Baludini en guitarra, Ezequiel Dutil en contrabajo, Martín Rur en vientos y coros y Mario Gusso en batería y percusión) hay 10 músicos invitados y una puesta de visuales.
– Vas a formar parte del ciclo «Octubre García», homenaje a Charly en el CCK ¿En qué consiste tu participación? ¿Cuál es el vínculo con su obra?
– A mí me tocó interpretar la segunda mitad del disco Peperina, compartiendo esa fecha con Darío Jalfin, quien interpreta la primera mitad de ese disco y con quien compartiremos algún tema. Charly es parte de mi vida, me conecta con las primeras canciones que canté en alguna banda del secundario, con los primeros recitales de rock que fui de adolescente, y a la vez, cada vez que vuelvo a escuchar un tema de Charly, me vuelvo a emocionar. Lo siento parte de mi historia, como algo propio, y está buenísimo para mí poder homenajearlo desde mi lugar.