A lo largo de más un de año medio, entre 2000 y 2001, la ya desaparecida revista de rock La García publicó tres entrevistas a Los Redondos, representados por el Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli. La saga abarcó, en términos de hitos ricoteros, los shows de River, la salida de Momo Sampler y el recital del Chateau Carreras de Córdoba, en agosto de 2001, que finalmente sería el último que ofreció el grupo. La noche del 30 de octubre de aquel mismo año, en el Bar Onduras de Palermo, los periodistas Humphrey Inzillo, Martín Correa y Pablo Marchetti encararon el tercer reportaje en cuestión, esta vez como antesala de un concierto que jamás existió, y que estaba planeado para el 8 de diciembre en el estadio Unión de Santa Fe. Con algo de sino tanguero, ese encuentro de más de tres horas de grabación y otras tantas de celebración informal significó muchas despedidas. Fue la última entrevista que dieron Los Redondos y sobre todo, fue literalmente la antesala de la pelea que marcaría el final de la banda.
En el libro La última noche de Patricio Rey. Entrevista con el Indio, Skay y Poli (Gourmet musical, 2021), Inzillo, Correa y Marchetti recogen esa conversación crucial, esta vez ofrecida como desgrabación completa, y otros testimonios que, en las décadas transcurridas, resultan esenciales para dar cuenta no sólo del fenómeno ricotero sino también de toda una época. En diálogo con Tiempo, Inzillo y Correa reflexionan acerca del proyecto.
–La última noche de Patricio Rey. Entrevista con el Indio, Skay y Poli, funciona en varios niveles: no sólo como registro de la historia de Los Redondos, sino también como postal de un momento determinado del rock y hasta del periodismo.
Martín Correa: – Claro. Sólo en esa época pudo darse una revista como La García, y sólo en esa época pudo darse que una banda como Los Redondos nos diera una nota. Fue un trabajo sostenido y analógico el que hicimos como periodistas, de presentarnos, hacernos conocer, ir a los bares que frecuentaba el grupo, entrevistar o reseñar los proyectos de otros protagonistas circundantes de la banda. Fue ir acercándonos durante meses antes de poder entrevistarlos. No había, como sería ahora, una persona de prensa o un mensaje en Instagram en el que pedir la nota. En el libro rescatamos esa última entrevista tal cual fue, de punta a punta. Y fue la tercera, ya habíamos hecho dos después de todo ese trabajo fino. Ellos confiaron en nosotros y nuestra manera de hacer periodismo, y eso era noticia, porque Los Redondos estaban peleados con el 90% del periodismo argentino y desconfiaban de todos: nosotros éramos muy transparentes y nos jactábamos de ser una revista partidaria, es decir, a favor del artista, del género que fuere. Y eso nos daba una impunidad para preguntar y decir lo que quisiéramos, si había habido algún quilombo en un show, se los decíamos.
Humphrey Inzillo: – Un detalle no menor era la extensión de las notas. Las notas que daban Los Redondos eran más o menos todas iguales: con Poli, una gran anfitriona, siempre sabías que ibas a beber y a comer bien. Y el Indio siempre se explayaba muchísimo. Una de las cosas de las que se quejaba, justamente él, fanático de la edición, era de que él podía hablar tres horas, pero después armaban una nota de dos páginas, por lo general en algún diario. Entonces, encontrarse con un medio que le dedicaba una gran cantidad de páginas y que hacía una transcripción textual, que no intervenía su discurso, les resultó algo interesante. La idea era hacer un periodismo directo donde lo importante era la voz del artista y por supuesto, también investigar y preguntar desde un lugar profesional, pero no con la intención de interpretar lo que decían los artistas, sino de ser un puente entre el artista y el lector. Yo creo que eso especialmente lo valoraba mucho el Indio y de hecho nos lo dijo en la segunda entrevista, en que nos elogió una edición previa y acaso exagerada de 28 páginas. Pero tanto como periodistas y fans, eso era oro en polvo.
MC: – Así también descubrimos, trasladando entrevistas completas, el discurso del Indio. Su método, su forma de contestar, cómo romper con la estampita y el personaje, por que él mismo decía: “Acá vino el Indio Solari, Carlitos se quedó en su casa tomando un Martini”. Pero después se terminaba contradiciendo, porque al tener tiempo y dejarlo explayarse sobre lo que él quisiera, sobre lo que se sentía cómodo hablando, uno podía finalmente preguntar lo que había ido realmente a preguntar. Y ahí aparece el Indio contando un montón de cosas que nadie había contado, o que nadie había transcripto.
– En esa última entrevista es muy notorio en qué momentos, para tratar qué tópicos, aparece Skay. Por ejemplo, en la discusión de las nuevas herramientas que usaban para grabar, o sobre cómo estaban tocando en vivo.
MC: – Si no le preguntábamos a Skay específicamente algo, él intervenía muy poco. Es una persona que te contesta corto, es tímido, pero era muy certero. Con el diario del lunes hoy podemos ver para dónde fue cada uno en su vida artística y musical, en sus opiniones políticas y del país: y esos contrapuntos entre ellos era lo que hacía a la riqueza de Los Redondos.
–En ese sentido, recién cuando tratan el tema de Cuba se vuelve algo más parejo entre los tres. En un momento, incluso, le preguntan a Skay sobre qué nuevos guitarristas está escuchando y el Indio termina contestando por él…
MC: – En las tres entrevistas se notaba esta diferencia de vida de lo que podríamos llamar las dos partes. Pero de nuevo, creemos que esa era la riqueza de Los Redondos. A nivel analógico, era lo que hacía Skay, el rocanrol más crudo, con la guitarra como instrumento, y el Indio ya muy copado con lo digital, la edición y Nueva York. Juntos eran la banda, separados no fueron, ni el uno, ni el otro, Los Redondos. El Indio es el Indio, Skay es Skay. Por otro lado, esa noche el Indio le había llevado seis canciones nuevas a Skay para un próximo disco y tenían programado el show de Unión de Santa Fe.
El día después
Tal como el mismo Indio Solari señaló en 2009, a través de aquel mail enviado a la revista Rolling Stone para responder a las declaraciones que Skay había hecho en La Nación sobre la separación de la banda, la pelea que marcó el final de Los Redondos fue en la madrugada del 31 de octubre de 2001. El cantante se refirió a lo acontecido después de la entrevista con La García como “la noche definitiva”.
–Ya en ese famoso y último encuentro suyo con Los Redondos surge el tema del DVD y los registros en video. ¿Qué pensaron ustedes, entre aquella charla y este libro, sobre la pelea y la separación?
HI: –Yo me enteré antes de que lo hicieran público, que la pelea había sido aquella noche. Después vino, por un lado, el relato público del Indio en el que dio a conocer sus motivos sobre eso; y luego un relato bastante pormenorizado que dio a conocer en el libro de memorias de Marcelo Figueras. Más allá de eso, recién con la salida del libro empecé, en lo personal, a dimensionar algo que fue incluso más importante que el hecho periodístico, y haber sido testigo de un momento histórico, que fue la última noche en la que ellos estuvieron en armonía. Porque después de la nota, que fue larguísima, y como contamos en el libro, hubo tres horas más de bohemia, de reencuentro entre ellos, que ya no se veían todo el tiempo. El Indio contaba muy naturalmente que él ya no iba a los ensayos, por ejemplo.
MC: –A Poli, años después, le pregunté si se podían volver a juntar Los Redondos y me mandó a googlear qué era una Egrégora. Me dijo: “nosotros éramos una Egrégora, y ya no lo somos más: andá a fijarte qué ese eso”. Ella hacía referencia a un ente del ocultismo, una unión espiritual que cuando se rompe, no hay forma de rehacerla.
HI: En términos reales es muy difícil que se junten Los Redondos. Pero como un deseo personal, más por una cuestión conciliatoria, siento que una historia así se merece otro final, algo más parecido a lo que era el discurso público de Skay cuando decía que se debían un par de canciones con el Indio.
–¿Nada, entonces, resultó disonante?
HI: –No, nadie se enteró ahí. Poli llamó para explicar que se suspendía el show de Unión de Santa Fe y tenía toda la lógica del mundo que Los Redondos tocaran en diciembre de 2001. Hubiera sido un desastre, inviable. Si bien era raro que dos días después de hacer la nota se hubiesen dado cuenta de eso, sonaba más que razonable. Tampoco se habló mucho de ese show, hablamos bastante más de otros shows, incluso más del que habían dado en Montevideo que de aquel que terminó siendo el último en el Chateau de Córdoba.
–De entre todas las lecturas posibles, ¿por qué creen que Los Redondos son el fenómeno que son?
MC: –Para mí la clave está en los 90, cuando Los Redondos se hacen masivos y llenan estadio, sobre todo con la salida de La mosca y la sopa. Con el menemismo empieza a haber un descreimiento total de los liderazgos políticos, surge la crisis, y aparece una banda que tiene un líder, un pelado misterioso que casi no da entrevistas, no habla, que da vía libre para que la gente interprete las letras como quiera, que no baja línea sino que dice: “la información la tiene ustedes, hagan lo que quieran, la información está en los jóvenes, no en nosotros que somos unos viejos que ya fracasamos”. Ahí creo que se arma una pelota entre esa falta de liderazgo a nivel político y este tipo tan especial que, de una manera misteriosa, medio confusa, se transforma en un líder de un montón de gente, entre los que nos incluimos. De repente teníamos dónde mirarnos. Fijate que esta entrevista es de 2001, es decir, de cuando se terminan los ’90, donde ya primaba el “que se vayan todos”, incluso el Indio decía “que se vayan todos”.
HI: –Los Redondos son un fenómeno como el del peronismo. Del mismo modo que el peronismo no tiene parangón a nivel mundial con ningún otro partido o movimiento político, Los Redondos como fenómeno son intransferibles, y siguen teniendo un misterio y abriendo puertas de conversación y de análisis entre los fanáticos a partir de biografías, ensayos, análisis hasta filosóficos. En ese sentido exceden lo estrictamente musical. Es una banda que traza una parábola increíble, que un grupo que arrancó haciendo happenings en conciertos casi clandestinos en La Plata pase a ser la banda más convocante del rock argentino, es eso: increíble.
La última noche de Patricio Rey. Entrevista con el Indio, Skay y Poli
Un libro de Humphrey Inzillo, Martín Correa y Pablo Marchetti. Gourmet Musical ediciones, 2021.