Héctor “Pomo” Lorenzo conoció a Luis Alberto Spinetta en el despegue de Almendra, y desde entonces fue amigo y colaborador del músico en distintas etapas. “Fui parte de Spinettalandia y sus amigos, allá por el ’71, pero yo lo había conocido a Luis un tiempo antes. Después de un viaje a París él armó Pescado Rabioso y yo me sumé a Pappo’s Blues con Machi (Rufino). Al Flaco le encantaba cómo sonábamos y así se fue gestando Invisible, una experiencia extraordinaria”, explica Pomo a Tiempo.
—¿Cuál era la búsqueda de ese momento, con Invisible, qué lo distinguió?
—La idea era hacer algo absolutamente abierto, nada convencional. Nos encerramos en una quinta a sacar sonidos inesperados a los instrumentos. Por eso tiene características únicas Invisible. Antes del viaje a Europa escuchábamos música todo el día y nos influenciamos de muchos sonidos, pero en esta etapa queríamos crear algo nuevo. Rock, pero con partes acústicas, ritmos muy irregulares y sin tratar de encajar en ningún lado. No fue fácil.
—Hablanos de los discos que grabaron.
—Los temas de difusión no podían tener más de tres minutos, y nosotros hacíamos temas de 8 o 9 minutos para que no los pasen en la radio. Fue una época en la que Luis se despersonalizó como compositor, teníamos un formato de trabajo en el cual todos dejábamos volar la imaginación para encontrar el sonido que buscábamos. Invisible fue un constante laboratorio de sonidos para Luis, una vía de escape de lo comercial. Tuvimos éxito pero no lo buscamos. El primer disco, Invisible, es más conceptual. Durazno Sangrando tiene es espíritu de experimentación pero con otro tipo de canciones, fábulas digeribles y entretenidas. El Jardín de los presentes es otra cosa, ya no éramos un trío, hay bandoneones y más instrumentos, es la antesala de Jade.
—¿Qué vivencias te dejó ese momento?
—Era una época de libertad creativa, no dejábamos que nada nos la coartara. En lo profesional fue una consagración, pero mi relación con Luis va más allá de lo que hicimos como músicos. Nos cruzamos de chicos y no nos separamos más. Luego lo acompañé en Jade, pero para mí era lo mismo, otro paso más. «