Un cruce de géneros, un homenaje al teatro clásico y al cine de terror. Eso hizo Gustavo Pardi en Medea, la obra que dirige y que presenta los sábados en el Centro Cultural de la Cooperación. Pasan los siglos y la tragedia sigue siendo la misma. La obra de Eurípides, en versión de Irina Alonso, habla del erotismo del poder y muestra a una mujer sin opciones en un mundo violento dominado por hombres, quienes deciden su futuro y le arrebatan la posibilidad de decidir sobre ella misma. Entonces despierta su lado más salvaje y se castiga a sí misma y a quienes ama para saciar su sed de venganza.
“Está basada en el clásico, la historia original, pero la trajimos más al oído contemporáneo. Fuimos ensayando libremente, investigamos, charlamos mucho, para encontrar un tono dinámico. Ensayamos durante muchos meses. Es una obra compleja, con muchos personajes en escena. Pero siempre con la premisa de que suene actual, por más que tenga siglos. Además de estar actualizada por la dramaturga, queríamos que mantenga la crudeza y la crueldad de la original, así que trabajamos para equilibrar eso”, cuenta el director.
Pardi opina que la historia de abandono y maltrato masculino que sufre Medea es algo que ciertos sectores aún quieren replicar, y que eso le da una actualidad que engancha al público. “Nos parecía oportuno traerla a nuestros días y comprobar cómo resuena de la misma manera”. “A veces las mujeres tenemos que tomar decisiones horribles”, reza el subtítulo de la obra.
“Es una frase de la obra, de la tragedia original. Quisimos remarcar por la fuerza dramática que tiene. Es la historia de Medea, que, desterrada, toma la decisión de matar a sus hijos para vengarse de su marido. Eso era lo central pero en esta versión no se hace énfasis en eso, sino que es una manera de rememorar el personaje histórico pero usando la frase para hablar de multiplicidad de temas. Es una excusa, pero el foco está puesto en la palabra, en la literatura de la obra, con una puesta disruptiva, atemporal, mostrando todo el artefacto teatral”, explica Pardi.
Hay un uso del escenario, de las luces y la música para crear una experiencia distinta: “Queríamos algo visual, ágil. Dinámico, entretenido, pero para acompañar el contenido profundo de la palabra”. Actúan Antonella Fittipaldi, Marcelo Sánchez, Iván Díaz Benítez, Noelia Perea, Carolina Krivoruk, Lourdes Gómez, Adriano Barisone y la puesta cuenta con la voz en off de Ingrid Pelicori. Pardi trabajó mucho para dirigirlos y que entiendan el código que quería.
“La referencia central era el cine de terror de los años 80, y pinturas de artistas como Goya, Rembrandt, Caravaggio. Mucho claroscuro, para crear un ambiente que ponga a la platea en otro lugar. Es algo de género, un juego que nos divierte y me parece que le dio fuerza a la versión. Es un juego estético para el espectador de hoy”, admite.
El director también les remarcó a los actores que debían alejarse del realismo: “Me gustaba la idea de lo onírico, la fábula o un registro no tan claro. Hay escenas que parecen del exorcista. Quería una actuación estridente, intensa, muy carnal, muy sanguinaria. Pasándonos de la raya, jugando a la teatralidad absoluta, en un código interpretativo grotesco por momentos, con todo un imaginario creado alrededor de los personajes. Pero sin salir de un lenguaje que te cuente la fábula».
«Es un gran juego teatral entre lo clásico y lo nuevo. Fue divertido y una manera de quitarle solemnidad. Quería que el espectador se deje llevar por el relato. Como si fuera una tertulia en la que alguien se pone a contar un cuento de Edgar Allan Poe a la luz de la vela. Esa era una imagen que se me vino a la cabeza cuando arranqué con este proyecto”, añade.
Gustavo Pardi, de gran recorrido en teatro, cine y televisión, diseñó cada personaje en profundidad, con los actores, para lograr un collage distinto a lo que se ofrece usualmente con los clásicos griegos. “Hemos probado muchas cosas, pero ese juego es el que nos gusta, ir viendo qué funciona hasta dar en la tecla para que cada escena sea perfecta. Fue algo muy minucioso”.
Hacer teatro hoy
Según su mirada, la mejor manera de afrontar la realidad actual es animarse a más: “Debemos buscar nuevas poéticas, tratar de encontrar nuevas formas de expresar lo mismo, para que movilice mucho a la gente que hace el esfuerzo de ver lo que uno ofrece. La estructura y la dinámica es clave: me gustaría que por ejemplo esta obra le llegue a todos. A los amantes del teatro y a los que no. A los veteranos y a los más jóvenes que quizá no conocen la historia. El teatro es entretenido, pero no superficial. Debe ser profundo, reflexivo para que resuene en el hoy”. Destaca la juventud del elenco y la energía que eso le aportó.
La resistencia que es hoy el teatro, según Pardi, tiene la obligación de ampliarse e intentar tener historias de todo tipo. “Considero que no hay que dejarse bajonear por la realidad. Está bueno y es una alegría que la cartelera porteña ofrezca tantas posibilidades distintas. Autores nuevos, clásicos, nacionales e internacionales. Pero siempre bien recibido. Vivimos en un país muy teatral, por suerte para los que amamos esto», sostiene.
«Creo que no hay crisis o ataque que pueda con nosotros. Esta pasión no la pueden voltear. Siempre sigue y el público acompaña, como puede, pero está”. Hacer una tragedia griega en calle Corrientes es para él “un privilegio». «Y para todos los que estuvimos involucrados es algo significativo. Es una manera de resistir, de seguir dando batalla, defendiendo nuestra cultura con lo que nos gusta y como sabemos: con la fuerza del arte”, concluye.
Medea
Obra de Eurípides, en versión de Irina Alonso, dirigida por Gustavo Pardi, con Antonella Fittipaldi, Marcelo Sánchez, Iván Díaz Benítez, Noelia Perea, Carolina Krivoruk, Lourdes Gomez, Adriano Barisone y gran elenco. Con la voz en off de Ingrid Pelicori. A las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación , Av. Corrientes 1543.