-Alerta de spoilers. Esta nota contiene información sobre The Bells, penúltimo episodio de “Game of Thrones”.
Probablemente, uno de los acontecimientos más esperados en “Game of Thrones” a lo largo de estos ocho años era el arribo de Daenerys Targaryen a Desembarco del Rey. Luego de haberse desviado al Norte para apoyar a Jon Snow en la guerra contra los White Walkers y el Night King, finalmente la reina de los dragones se dirigió al encuentro con su destino: el autoproclamado legítimo reclamo al trono de los Siete Reinos.
Algo que constituía el leitmotiv de este personaje, aun cuando pudo quedarse del otro lado del Narrow Sea para gobernar los pueblos que liberó y la ungieron como madre-líder, y que frente a los ojos de los espectadores tenía clara legitimidad hasta que se conociera el verdadero linaje de Jon Snow.
En el lapso entre su arribo a Westeros y la anhelada llegada a la capital gobernada por CerseiLannister, Daenerys vio seriamente disminuido su ejército (luego de planteos tácticos ridículos incluso para quien no ha visto una sola película de guerra), perdió a dos de sus hijos dragones y a dos de sus mejores amigos y consejeros, Sir Jorah y Missandei. La decapitación de esta última en el capítulo anterior (TheLast of theStarks) por orden de Cersei y la actitud dubitativa de Jon, terminaron de encerrar a la Khaleesi en un surco de intriga, odio y desesperación.
Así, con mueca de Mad Queen (como le dice elfandom en honor a su padre, Aerys II) y luego de deshacerse, huelga decir muy fácilmente, de Varys por traicionarla al divulgar por todos lados la verdadera identidad de Jon Snow-Targaryen-Stark, Danny desplegó un ataque inesperado sobre Desembarco del Rey. Al parecer, el efecto sorpresa de la estrategia “burnthemall!” (algo así como ¡que ardan todos!) no resultó tal sólo para la reina Lannister sino también para Tyrion, Mano y principal consejero, y para el mismísimo Jon. Ni siquiera los súper escorpiones de Qyburn, que fueron letales para Rhaegal en la emboscada de Euron, pudieron contener la furia de la que no arde sobre el lomo de Drogon.
Aunque hayan pasado pocas horas desde el lanzamiento del episodio, sin temor a la equivocación, se puede asegurar que el hecho de que Daenerys haya reducido la capital a cenizas tiene desconcertados tanto a sus aliados como al público, que lo hizo notar anoche a través de los ya clásicos TrendingTopics en Twitter y hashtags o memes en otras redes sociales.
Semejante acontecimiento termina de descubrir un giro muy llamativo en el guion sobre las características y consistencia argumental de este personaje, porque nadie conscientede las gestas de Daenerys como Khaleesi o Mhysa podría imaginarla hoy rostizando un pueblo desarmado y rendido. A propósito de cambios desconcertantes, camino similares recorrieron AryaStark y JamieLannister. La primera estuvo a escasos pasos de cumplir con el objetivo número uno de su lista de venganzas (su motivación central a lo largo de la serie) y se arrepintió fácilmente por una reflexión exprés que le dio El Perro, antes de irse a cumplir con el fan service del ‘Cleganebowl’. Mientras que el segundo volvió a ser más Lannister que nunca y retornó a los brazos de su hermana y amante pese a que ya la había abandonado a su suerte por tirana.
Dicho sea de paso, un gran punto flojo del capítulo y, en sí, de la última temporada de una de las series más exitosas en la historia de la TV fue el desenlace de Cersei. Aunque desde la S7 se presumía que sus pocos errores (aliarse con los fanáticos religiosos y desconfiar hasta del propio Jamie) habían sentenciado su final, definitivamente merecía un cierre más digno que unos pocos minutos en pantalla y una pila de ladrillos en una olvidada catacumba.
La vara cada vez más alta
Sin embargo, pese a este conjunto de sinsabores narrativos (al parecer, producto de lo apretado que quedó el guión en tan sólo seis episodios), cabe destacar una vez más el despliegue técnico y visual de “Game of Thrones”. Definitivamente, esta producción suma cada vez más argumentos para consagrarse como la síntesis de la convergencia estética entre el cine y la pantalla chica en esta Tercera Edad de Oro de la TV.
Claramente, cada dólar de los casi 15 millones empleados en cada episodio de la última entrega fue bien destinado a las “más de 10 mil tomas con efectos visuales. Un trabajo que nadie pensó que pudiera ni debiera hacerse jamás en televisión”, según el supervisor de VFX Joe Bauer. Por otro lado, gracias a la obra de Miguel Sapochnik, el director de origen argentino que estuvo a cargo de The Bells y The Long Night en esta temporada, fue posible disfrutar de varias secuencias de acción emocionantes y de gran calidad visual como las embestidas de Drogon sobre la inefectiva Compañía Dorada o la devastación de la ciudad desde la perspectiva de Arya, que resulta una reminiscencia mejorada de “Pompeya” (2014). Todo acompañado por las exquisitas y más que atinadas melodías del compositor irano-alemán Ramin Djawadi.
A puertas del capítulo final de una producción que quedará registrada como uno de los grandes hitos de la cultura pop, sólo queda esperar que a los guionistas y realizadores David Benioff y D. B. Weiss no los haya alcanzado del todo la locura y retomen las bases argumentativas que hicieron de GoT una de las mejores producciones de su tipo.