Corría marzo de 2020 y faltaban cuatro días para el estreno de la comedia francesa Lo escucho en el teatro Metropolitan. Gabriel «Puma» Goity esperaba la oportunidad con entusiasmo porque lo atrapaba la impronta de la obra francesa y la oportunidad de volver a trabajar con su colega y amigo Jorge Suárez. Pero claro, explotó la pandemia, llegó la cuarentena, y aquel anhelo debió postergarse por casi diez meses. Ahora sí, contra viento y pandemia, y con todos los protocolos sanitarios, Lo escucho se estrenó en el Metropolitan y se transformó en una de las propuestas más convocantes de la oferta teatral en la era del coronavirus.

La obra, escrita por el cantautor francés Bénabar y el actor chileno Héctor Cabello Reyes, en este caso está dirigida por el experimentado Carlos Olivieri. El tono de las comedias francesas le sienta bien a Goity, quien ya lo demostró en obras como ¿Quién es el Sr. Schmitt? y Sin filtro. «Tienen una gran capacidad para interpelar todo un rango de gente que es la que quizás se acerca a ver este tipo de obras. Me encantan”, puntualiza el actor.

El Puma (apodo que se ganó por haber jugado algunos años al rugby) es uno de los actores más reconocidos del país, con un perfil de comediante que –sobre todo en televisión– lo marcó e incorporó al imaginario popular. Quién no recuerda su impronta en la telenovela Buenos vecinos, su romance con Florencia de la V en Los Roldán o sus giros sorpresivos en Poné a Francella.

–¿Qué te sedujo más, la obra o la posibilidad de volver a trabajar con Jorge Suárez?

–Las dos cosas. Estar cotidianamente con un amigo es siempre algo que te motiva. Porque la vida a veces no te lo permite. Las cuestiones profesionales y/o familiares a veces te alejan. Espero que podamos compartir mucho tiempo juntos con esta obra. Poder tirar muchas paredes juntos en escena, para usar la metáfora futbolística. Nos conocemos hace 40 años, desde el conservatorio. Haciendo teatro nos tenemos un poco de confianza, imaginate. Pero hacía once años que no trabajábamos juntos.

–¿Qué sentís cuando estás con Jorge en escena?

–Mucha confianza, cuando estoy con él estoy tranquilo y disfruto al máximo. Es un placer enorme. Esta es una linda oportunidad para hacer buen teatro. Una buena obra te tiene que mostrar algo de la condición humana que no imaginabas y creo que esta propuesta lo logra.

–¿Cómo definirías a Lo escucho?

–Es una obra muy particular, una comedia bien comedia. Tiene una estructura clásica. No es una comedia negra ni nada del otro mundo. Pero por momentos, varios, se acerca a lo absurdo, sobre todo los personajes que hacemos con Jorge. Todo arranca mal: me hago pasar por un paciente porque estoy convencido que este médico psiquiatra que trató a mi exmujer la persuadió para que me deje. Y lo voy a extorsionar con una granada: si no la hace volver conmigo, volamos todos. La situación ya es desopilante de por sí, pero los personaje van entrelazando muchas contradicciones. Por momentos parecen entrañables amigos y al instante enemigos absolutos. Pasan por diferentes estados, lo que le da a la obra una dinámica única.

–¿La definirías como una obra de esas que no dan descanso?

–Es muy entretenida. La risa arranca temprano y no termina hasta que se apaga la luz marcando el final. Es una partitura de mucho ritmo y exige mucha concentración para no cambiar los tonos que se necesitan en cada momento. Con Jorge estamos muy atentos a eso.

–¿El resto de los personajes se suma a ese tono absurdo?

–No, son más naturalistas. Crean un contraste y potencian lo incoherente de nuestros personajes. Eso es una sutileza que exige mucho trabajo para que funcione de la mejor manera.

–¿La comedia tiene un grado de dificultad mayor que el drama?

–Es difícil de actuar la comedia. En este caso, requiere de experiencia para que cada cosa que tiene que generar risa lo haga y no espante. Pero en general, hablando del género, no es tan fácil como parece. Es muy difícil. Uno es actor, pero cuando te toca ser comediante, no es nada sencillo llevar a cabo una obra que debe divertir. Hay que buscar mucho el tono para que funcione y no sea forzado.

–No es fácil hacer un gesto y que se rían todos. 

–A mí me exige mucho ensayo y preparación. Me encanta que parezca que estoy en el living de mi casa, que todo es muy natural, pero la verdad es que no funciona de esa manera. La comedia exige mucha preocupación y ocupación. Se toma a la ligera, pero es arduo salir y crear empatía. No lo logra cualquiera. Hay que llegar a una síntesis, en la que la gente te vea, se relaje y esté dispuesta a divertirse, a bajar las defensas y los prejuicios. Si vos tirás así nomás el texto se nota: es algo espantoso, tenso, arruina la magia. La comedia es un género que no tiene red.

-¿A qué te referís?

-Si salís, decís algo y no se ríe nadie, ¿quién te va decir qué bien lo tuyo? Nadie. Es una mochila que el comediante lleva siempre, una bomba que te puede explotar en la cara. Pero bueno, uno va aprendiendo maneras de acercarse a eso. La experiencia ayuda. El director siempre ayuda y una de las claves es que el personaje sea querible. Pero primero animarte a decirte «bueno, me voy a divertir con este tipo». Parece fácil, pero es complicadísimo. El drama no te exige tanto.

–¿Volver después de tantos meses parado es una presión?

–Es difícil, pero me parece que era necesario. Para la gente y para nosotros. Siento que de los lugares más seguros que existen hoy son los teatros. Un restaurant, un comercio, un local o un espacio como este te permiten tener control sobre lo que pasa. Se puede controlar mejor a cada uno y hacer cumplir paso a paso los protocolos establecidos para asegurar la sanidad. Estas formalidades son buenas. Alcohol, barbijos, distanciamiento y que te tomen la temperatura ya es lo cotidiano y deja tranquilos a todos. La sala es grande y la gente está aislada en sus butacas. En ese sentido, todos los resguardos correspondientes nos sacan presión y nos dejan concentrarnos en la obra. Lo mismo sucede en los camarines: nos sacamos el barbijo únicamente para ir al escenario.

–¿Es más difícil entretener en una pandemia?

–No pienso tanto en eso. Siempre hacer humor es difícil en la Argentina. En 60 años que tengo, la crisis estuvo en todos como elemento central. Son seis décadas de crisis. Siempre es el desafío enfrentarse a la circunstancias. Pero hemos salido victoriosos siempre, no veo por qué no sería igual en esta oportunidad. «


Lo escucho
Dirección: Carlos Olivieri. Elenco: Gabriel Goity, Jorge Suárez, Julieta Vallina, Daniela Pal y Ricardo Cerone. Miércoles, jueves y viernes a las 20:30, sábados 20:30, 22 (por streaming) y 22:30, y domingos a las 21. En el Teatro Metropolitan, Av. Corrientes 1343.


Un reencuentro esperado

La pandemia le pone a todo un halo de incertidumbre. Goity está en conversaciones más que avanzadas para participar de una miniserie en abril, pero no quiere dar muchos detalles: “Esperemos que la pandemia afloje, tengo muchos proyectos en carpeta. Uno de los más lindos seria una miniserie que duraría cuatro meses y me permitiría volver a actuar con un gran actor con el que hace mucho que no hago nada. Es uno de los más importantes de nuestro país”. Goity no quiere decir el nombre del actor en cuestión, pero se trataría de Guillermo Francella. Ante la consulta si se trataba del actor de ojos azules la respuesta fue: “No lo dije yo, lo dijiste vos”.