Es un referente del género, dueño de un estilopropio que en todo lo que hace se reconoce: si hablamos del clown, esa forma de teatro tan particular, el nombre de Gabriel Chamé Buendia surge inevitablemente. Es, además, de esas personas que nunca detiene su marcha, siempre está en actividad, casi como una forma de afrontar la difícil tarea de reír de todo aquello que nos rodea.
Después de realizar Othelo: termina mal durante diez años, la versión del director de la famosa tragedia de William Shakespeare llegó a la calle Corrientes. En su adaptación, Buendia ideó un mecanismo perfecto, con cuatro actores, especialistas en el arte del clown y el teatro físico, balanceando la tragedia y la comedia, con un pulido lenguaje que se esgrime entre lo absurdo, lo lúdico y lo hilarante, pero sin perder tensión dramática y la poesía del autor inglés. “Estuvimos mucho tiempo en salas chicas, independientes, hicimos gira por Latinoamérica y Europa, en festivales y salas imponentes, siempre con buena recepción por el espíritu de la obra, que habla de la ambición, de la venganza, del racismo y otras miserias humanas. Llegar ahora a una sala más comercial como el Metropolitan, es un nuevo desafío; tenemos la chance de alcanzar a otro tipo de público, que no está habituado a este humor, y eso es muy interesante. Generar otro circuito, eso siempre viene bien”, afirma Chamé Buendia, que busca siempre maridar lo ordinario de lo cotidiano con lo poético. Así lo demuestra en su trabajo de investigación y en sus roles de actor, director de teatro y pedagogo.
Para él, Shakespeare, más allá de la profundidad de sus textos, siempre buscó lo popular, y tenía en cuenta lo bufonesco en sus producciones: “Nunca fue absolutamente solemne lo que hacía en sus producciones. Y también, por ejemplo, hay estudios que demuestran que utilizaba actores callejeros, cómicos, para darle texturas a sus puestas. Bueno, esta es una versión que busca la gracia de la historia, aunque cuando llega el momento culmine se corta el humor. La muerte se muestra como es, cruel y dolorosa. Esa mezcla me encanta. Se potencia una cosa con la otra”.
Buendia se considera un enfermo de la risa. La carcajada es su obsesión. “Soy fanático. Es la sensación que tiene un jugador de fútbol con un gol. Es el objetivo del juego. Una risa es gol, una carcajada que explota, golazo. Las ideas se transmiten mejor cuando se genera la risa y sorprenden al alma en ese acto de reír. Esto requiere una precisión, un refinamiento técnico para transmitir, que puede que sea, como algunos piensan, chabacano, pero también demanda perfeccionamiento constante para alcanzar la calidad necesaria para que sea efectiva. No es para cualquiera”. Y ejemplifica con el trabajo de Les Luthiers, su gran inspiración. “Eran genios, encontraron la musicalidad del humor, y cómo a través de la repetición y del ensayo se logra elevar todo lo que uno puede crear para lograr el efecto catártico de ‘carcajear’ en otros”.
Ser clown, según su criterio, es complejo, porque requiere combinar muchos elementos artísticos en una sola persona. “No sólo es ser gracioso, sino tener un cuerpo dúctil, una voz sonora, saber hablar bien, ser adaptable, saber de música, acrobacia… Todas virtudes que para un actor no son tan fáciles de encarar y alcanzar. Pero me gusta mezclar lenguajes, tonos, formas de contar las historias, alternando géneros. Eso genera una rítmica en la tensión del relato, y el público está atento, viajando de un estilo a otro, yendo de algo triste a algo reflexivo, para volver a la comedia. No es tan fácil y eso es lo lindo de esta destreza teatral. Jugar con el arte escénico”.
Desde 1990 Gabriel Chamé Buendia extendió su trabajo por Europa desarrollando la investigación teatral como objetivo. Brinda cursos en España, Francia y en Alemania, y recientemente volvió del viejo continente y de dar seminarios de si metier. “La transmisión cultural para mi es importante y por eso viajo, trabajando y conociendo gente. Me siento cómodo desarrollando mi carrera entre países, para llevar lo que hago acá allá y al revés, si existe la chance. Mi trabajo es hacer obras, dirigir espectáculos y dar clases por muchos lugares. No es fácil, hay que moverse, pero lo disfruto. Nunca corto lazos y trato de construir puentes con todos los que se me cruzan. Con el paso del tiempo veo personas que fueron alumnos, trabajando y eso me da satisfacción, porque lo que aprendió de clown quizá aportó al trabajo de tener un actor más completo, y de eso se trata.”
Gabriel Chamé Buendia afirma: “No soy esclavo de la lógica del payaso, porque, aunque lo ame, se que es parte de algo mayor, que es quizá el hecho de ser actor, o intérprete teatral. Me gusta que se funda en diferentes formas”. En el Complejo Teatro San Martín, en el teatro Sarmiento, pondrá en el escenario (en mayo, pero sin fecha confirmada aún) otra vez al gran maestro británico. Esta vez, con Medida por medida (La culpa es tuya), una de las pocas obras de Shakespeare donde los personajes no dicen todo lo que piensan. “Es muy fuerte, va a dar mucho que hablar. Tendrá la impronta argentina, descontracturada, pero sin perder poesía. Es un trabajo arduo de adaptar, pero vale la pena. Nos interpela sobre la esencia de las leyes, el abuso de poder. La corrupción, la cultura de la culpa y todos los elementos actuales. Habla del rol de los jueces y la justicia, imagínate”.
También tiene chance de hacer una serie de comedia en España, y como director volverá con Los Bonobos a mediados de años al teatro nacional. “Me gusta variar, y hacer distintas cosas. Siempre con la lupa del humor, pero toda expresión cultural es válida, para olvidar un momento los problemas. Creo que el placer del teatro y la pasión por hacer que tenemos los argentinos tiene que ver con las crisis, los problemas, las frustraciones, que nos lleva a querer encontrarnos, a celebrar en un lugar de encuentro, para soñar juntos. Las dificultades son complejas, pero nuestro aporte cultural hace que sea más liviano para todos”.
Othelo, termina mal.
El clásico de William Shakespeare con adaptación y dirección de Gabriel Chamé Buendia. Con Matías Bassi, Elvira Gómez, Nicolás Gentile y Agustín Soler. Sábados a las 22 en Teatro Metropolitan Sura, Av. Corrientes 1343.